Carta Encíclica «REDEMPTOR HOMINIS» del Santo Padre Juan Pablo II
Miguel el 15-09-2007, 17:55 (UTC)
 Carta Encíclica «REDEMPTOR HOMINIS» del Santo Padre Juan Pablo II
I. HERENCIA
1. A finales del segundo milenio
2. Primeras palabras del nuevo Pontificado
3. Confianza en el Espíritu de Verdad y de Amor
4. En relación con la primera encíclica de Pablo VI
5. Colegialidad y apostolado
6. Hacia la unión de los cristianos
II. EL MISTERIO DE LA REDENCIÓN
7. En el Misterio de Cristo
8. Redención: creación renovada
9. Dimensión divina del misterio de la Redención
10. Dimensión humana del misterio de la Redención
11. El Misterio de Cristo en la base de la misión de la Iglesia y del cristianismo
12. Misión de la Iglesia y libertad del hombre
III. EL HOMBRE REDIMIDO Y SU SITUACIÓN EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO
13. Cristo se ha unido a todo hombre
14. Todos los caminos de la Iglesia conducen al hombre
15. De qué tiene miedo el hombre contemporáneo
16. ¿Progreso o amenaza?
17. Derechos del hombre «letra» o «espíritu»
IV. LA MISIÓN DE LA IGLESIA Y LA SUERTE DEL HOMBRE
18. La Iglesia solicita por la vocación del hombre en Cristo
19. La Iglesia, responsable de la verdad
20. Eucaristia y Penitencia
21. Vocación cristiana: servir y reinar
22. La Madre de nuestra confianza


. Herencia
1. A finales del segundo milenio
El Redentor del hombre, Jesucristo, es el centro del cosmos y de la historia. A él se vuelven mi pensamiento y mi corazón en esta hora solemne que está viviendo la Iglesia y la entera familia humana contemporánea. En efecto, este tiempo en el que, después del amado Predecesor Juan Pablo I, Dios me ha confiado por misterioso designio el servicio universal vinculado con la Cátedra de San Pedro en Roma, está ya muy cercano al año dos mil. Es difícil decir en estos momentos lo que ese año indicará en el cuadrante de la historia humana y cómo será para cada uno de los pueblos, naciones, países y continentes, por más que ya desde ahora se trate de prever algunos acontecimientos. Para la Iglesia, para el Pueblo de Dios que se ha extendido -aunque de manera desigual- hasta los más lejanos confines de la tierra, aquel año será el año de un gran Jubileo. Nos estamos acercando ya a tal fecha que -aun respetando todas las correcciones debidas a la exactitud cronológica- nos hará recordar y renovar de manera particular la conciencia de la verdad-clave de la fe, expresada por San Juan al principio de su evangelio: «Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros», y en otro pasaje:«Porque tanto amó Dios al mundo, que le dio su unigénito Hijo, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga la vida eterna».
También nosotros estamos, en cierto modo, en el tiempo de un nuevo Adviento, que es tiempo de espera:«Muchas veces y en muchas maneras habló Dios en otro tiempo a nuestros padres por ministerio de los profetas; últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo...», por medio del Hijo-Verbo, que se hizo hombre y nació de la Virgen María. En este acto redentor, la historia del hombre ha alcanzado su cumbre en el designio de amor de Dios. Dios ha entrado en la historia de la humanidad y en cuanto hombre se ha convertido en sujeto suyo, uno de los millones y millones, y al mismo tiempo único. A través de la Encarnación, Dios ha dado a la vida humana la dimensión que quería dar al hombre desde sus comienzos y la ha dado de manera definitiva -de modo peculiar a él solo, según su eterno amor y su misericordia, con toda la libertad divina- y a la vez con una magnificencia que, frente al pecado original y a toda la historia de los pecados de la humanidad, frente a los errores del entendimiento, de la voluntad y del corazón humano, nos permite repetir con estupor las palabras de la Sagrada Liturgia:«¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!».
2. Primeras palabras del nuevo Pontificado
A Cristo Redentor he elevado mis sentimientos y mi pensamiento el día 16 de octubre del año pasado, cuando después de la elección canónica, me fue hecha la pregunta:«¿Aceptas?». Respondí entonces:«En obediencia de fe a Cristo, mi Señor, confiando en la Madre de Cristo y de la Iglesia, no obstante las graves dificultades, acepto». Quiero hacer conocer públicamente esta mi respuesta a todos sin excepción, para poner así de manifiesto que con esa verdad primordial y fundamental de la Encarnación, ya recordada, está vinculado el ministerio, que con la aceptación de la elección a Obispo de Roma y Sucesor del Apóstol Pedro, se ha convertido en mi deber específico en su misma Cátedra.
He escogido los mismos nombres que había escogido mi amadísimo Predecesor Juan Pablo I. En efecto, ya el día 26 de agosto de 1978, cuando él declaró al Sacro Colegio que quería llamarse Juan Pablo -un binomio de este género no tenía precedentes en la historia del Papado- divisé en ello un auspicio elocuente de la gracia para el nuevo pontificado. Dado que aquel pontificado duró apenas 33 días, me toca a mí no sólo continuarlo sino también, en cierto modo, asumirlo desde su mismo punto de partida. Esto precisamente quedó corroborado por mi elección de aquellos dos nombres. Con esta elección, siguiendo el ejemplo de mi venerado Predecesor, deseo al igual que él expresar mi amor por la singular herencia dejada a la Iglesia por los Pontífices Juan XXIII y Pablo VI y al mismo tiempo mi personal disponibilidad a desarrollarla con la ayuda de Dios.
A través de estos dos nombres y dos pontificados conecto con toda la tradición de esta Sede Apostólica, con todos los Predecesores del siglo XX y de los siglos anteriores, enlazando sucesivamente, a lo largo de las distintas épocas hasta las más remotas, con la línea de la misión y del ministerio que confiere a la Sede de Pedro un puesto absolutamente singular en la Iglesia. Juan XXIII y Pablo VI constituyen una etapa, a la que deseo referirme directamente como a umbral, a partir del cual quiero, en cierto modo en unión con Juan Pablo I, proseguir hacia el futuro, dejándome guiar por la confianza ilimitada y por la obediencia al Espíritu que Cristo ha prometido y enviado a su Iglesia. Decía él, en efecto, a los Apóstoles la víspera de su Pasión:«Os conviene que yo me vaya. Porque, si no me fuere, el Abogado no vendrá a vosotros; pero, si me fuere, os lo enviaré». «Cuando venga el Abogado que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu de verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí, y vosotros daréis también testimonio, porque desde el principio estáis conmigo». «Pero cuando viniere aquél, el Espíritu de verdad, os guiará hacia la verdad completa, porque no hablará de sí mismo, sino que hablará lo que oyere y os comunicará las cosas venideras».
3. Confianza en el Espíritu de Verdad y de Amor
Con plena confianza en el Espíritu de Verdad entro pues en la rica herencia de los recientes pontificados. Esta herencia está vigorosamente enraizada en la conciencia de la Iglesia de un modo totalmente nuevo, jamás conocido anteriormente, gracias al Concilio Vaticano II, convocado e inaugurado por Juan XXIII y, después, felizmente concluido y actuado con perseverancia por Pablo VI, cuya actividad he podido observar de cerca. Me maravillaron siempre su profunda prudencia y valentía, así como su constancia y paciencia en el difícil período posconciliar de su pontificado. Como timonel de la Iglesia, barca de Pedro, sabía conservar una tranquilidad y un equilibrio providencial incluso en los momentos más críticos, cuando parecía que ella era sacudida desde dentro, manteniendo una esperanza inconmovible en su compactibilidad. Lo que, efectivamente, el Espíritu dijo a la Iglesia mediante el Concilio de nuestro tiempo, lo que en esta Iglesia dice a todas las Iglesias no puede -a pesar de inquietudes momentáneas- servir más que para una mayor cohesión de todo el Pueblo de Dios, consciente de su misión salvífica.
Precisamente de esta conciencia contemporánea de la Iglesia, Pablo VI hizo el tema primero de su fundamental Encíclica que comienza con las palabras Ecclesiam suam; a esta Encíclica séame permitido, ante todo, referirme en este primero y, por así decirlo, documento inaugural del actual pontificado. Iluminada y sostenida por el Espíritu Santo, la Iglesia tiene una conciencia cada vez más profunda, sea respecto de su misterio divino, sea respecto de su misión humana, sea finalmente respecto de sus mismas debilidades humanas: es precisamente esta conciencia la que debe seguir siendo la fuente principal del amor de esta Iglesia, al igual que el amor por su parte contribuye a consolidar y profundizar esa conciencia. Pablo VI nos ha dejado el testimonio de esa profundísima conciencia de Iglesia. A través de los múltiples y frecuentemente dolorosos acontecimientos de su pontificado, nos ha enseñado el amor intrépido a la Iglesia, la cual, como enseña el Concilio, es «sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano».
4. En relación con la primera encíclica de Pablo VI
Precisamente por esta razón, la conciencia de la Iglesia debe ir unida con una apertura universal, a fin de que todos puedan encontrar en ella «la insondable riqueza de Cristo», de que habla el Apóstol de las gentes. Tal apertura, orgánicamente unida con la conciencia de la propia naturaleza, con la certeza de la propia verdad, de la que dijo Cristo:«no es mía, sino del Padre que me ha enviado», determina el dinamismo apostólico, es decir, misionero de la Iglesia, profesando y proclamando íntegramente toda la verdad transmitida por Cristo. Ella debe conducir, al mismo tiempo, a aquel diálogo que Pablo VI en la Encíclica Ecclesiam suam llamó «diálogo de la salvación», distinguiendo con precisión los diversos ámbitos dentro de los cuales debe ser llevado a cabo. Cuando hoy me refiero a este documento programático del pontificado de Pablo VI, no ceso de dar gracias a Dios, porque este gran Predecesor mío y al mismo tiempo verdadero padre, no obstante las diversas debilidades internas que han afectado a la Iglesia en el período posconciliar, ha sabido presentar «ad extra», al exterior, su auténtico rostro. De este modo, también una gran parte de la familia humana, en los distintos ámbitos de su múltiple existencia, se ha hecho, a mi parecer, más consciente de cómo sea verdaderamente necesaria para ella la Iglesia de Cristo, su misión y su servicio. Esta conciencia se ha demostrado a veces más fuerte que las diversas orientaciones críticas, que atacaban «ab intra», desde dentro, a la Iglesia, a sus instituciones y estructuras, a los hombres de la Iglesia y a su actividad. Tal crítica creciente ha tenido sin duda causas diversas y estamos seguros, por otra parte, de que no ha estado siempre privado de un sincero amor a la Iglesia. Indudablemente, se ha manifestado en él, entre otras cosas, la tendencia a superar el así llamado triunfalismo, del que se discutía frecuentemente en el Concilio. Pero si es justo que la Iglesia, siguiendo el ejemplo de su Maestro que era «humilde de corazón», esté fundada asimismo en la humildad, que tenga el sentido crítico respecto a todo lo que constituye su carácter y su actividad humana, que sea siempre muy exigente consigo misma, del mismo modo el criticismo debe tener también sus justos límites. En caso contrario, deja de ser constructivo, no revela la verdad, el amor y la gratitud por la gracia, de la que nos hacemos principal y plenamente partícipes en la Iglesia y mediante la Iglesia. Además el espíritu crítico no sería expresión de la actitud de servicio, sino más bien de la voluntad de dirigir la opinión de los demás según la opinión propia, divulgada a veces de manera demasiado desconsiderada.
Se debe gratitud a Pablo VI porque, respetando toda partícula de verdad contenida en las diversas opiniones humanas, ha conservado igualmente el equilibrio providencial del timonel de la Barca. La Iglesia que -a través de Juan Pablo I- me ha sido confiada casi inmediatamente después de él, no está ciertamente exenta de dificultades y de tensiones internas. Pero al mismo tiempo se siente interiormente más inmunizada contra los excesos del autocriticismo: se podría decir que es más crítica frente a las diversas críticas desconsideradas, que es más resistente respecto a las variadas «novedades», más madura en el espíritu de discernimiento, más idónea a extraer de su perenne tesoro «cosas nuevas y cosas viejas», más centrada en el propio misterio y, gracias a todo esto, más disponible para la misión de la salvación de todos:«Dios quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad».
5. Colegialidad y apostolado
Esta Iglesia está -contra todas las apariencias- mucho más unida en la comunión de servicio y en la conciencia del apostolado. Tal unión brota de aquel principio de colegialidad, recordado por el Concilio Vaticano II, que Cristo mismo injertó en el Colegio apostólico de los Doce con Pedro a la cabeza y que renueva continuamente en el Colegio de los Obispos, que crece cada vez más en toda la tierra, permaneciendo unido con el Sucesor de San Pedro y bajo su guía. El Concilio no sólo ha recordado este principio de colegialidad de los Obispos, sino que lo ha vivificado inmensamente, entre otras cosas propiciando la institución de un organismo permanente que Pablo VI estableció al crear el Sínodo de los Obispos, cuya actividad no sólo ha dado una nueva dimensión a su pontificado, sino que se ha reflejado claramente después, desde los primeros días, en el pontificado de Juan Pablo I y en el de su indigno Sucesor.
El principio de colegialidad se ha demostrado particularmente actual en el difícil período posconciliar, cuando la postura común y unánime del Colegio de los Obispos -la cual, sobre todo a través del Sínodo, ha manifestado su unión con el Sucesor de Pedro- contribuía a disipar dudas e indicaba al mismo tiempo los caminos justos para la renovación de la Iglesia, en su dimensión universal. Del Sínodo ha brotado, entre otras cosas, ese impulso esencial para la evangelización que ha encontrado su expresión en la Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, acogida con tanta alegría como programa de renovación de carácter apostólico y también pastoral. La misma línea se ha seguido en los trabajos de la última sesión ordinaria del Sínodo de los Obispos, que tuvo lugar casi un año antes de la desaparición del Pontífice Pablo VI y que fue dedicada -como es sabido- a la catequesis. Los resultados de aquellos trabajos requieren aún una sistematización y un enunciado por parte de la Sede Apostólica.
Dado que estamos tratando del evidente desarrollo de la forma en que se expresa la colegialidad episcopal, hay que recordar al menos el proceso de consolidación de las Conferencias Episcopales Nacionales en toda la Iglesia y de otras estructuras colegiales de carácter internacional o continental. Refiriéndonos por otra parte a la tradición secular de la Iglesia conviene subrayar la actividad de los diversos Sínodos locales.
Fue en efecto idea del Concilio, coherentemente ejecutada por Pablo VI, que las estructuras de este tipo, experimentadas desde hace siglos por la Iglesia, así como otras formas de colaboración colegial de los Obispos, por ejemplo, la provincia eclesiástica, por no hablar ya de cada una de las diócesis, pulsasen con plena conciencia de la propia identidad y a la vez de la propia originalidad, en la unidad universal de la Iglesia. El mismo espíritu de colaboración y de corresponsabilidad se está difundiendo también entre los sacerdotes, lo cual se confirma por los numerosos Consejos Presbiterales que han surgido después del Concilio. Este espíritu se ha extendido asimismo entre los laicos, confirmando no sólo las organizaciones de apostolado seglar ya existentes, sino también creando otras nuevas con perfil muchas veces distinto y con un dinamismo excepcional. Por otra parte, los laicos, conscientes de su responsabilidad en la Iglesia, se han empeñado de buen grado en la colaboración con los Pastores, con los representantes de los Institutos de vida consagrada en el ámbito de los Sínodos diocesanos o de los Consejos pastorales en las parroquias y en las diócesis.
Me es necesario tener en la mente todo esto al comienzo de mi pontificado, para dar gracias a Dios, para dar nuevos ánimos a todos los Hermanos y Hermanas y para recordar además con viva gratitud la obra del Concilio Vaticano II y a mis grandes Predecesores que han puesto en marcha esta nueva «ola» de la vida de la Iglesia, movimiento mucho más potente que los síntomas de duda, de derrumbamiento y de crisis.
6. Hacia la unión de los cristianos
Y ¿qué decir de todas las iniciativas brotadas de la nueva orientación ecuménica? El inolvidable Papa Juan XXIII, con claridad evangélica, planteó el problema de la unión de los cristianos como simple consecuencia de la voluntad del mismo Jesucristo, nuestro Maestro, afirmada varias veces y expresada de manera particular en la oración del Cenáculo, la víspera de su muerte:«para que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti». El Concilio Vaticano II respondió a esta exigencia de manera concisa con el Decreto sobre el ecumenismo. El Papa Pablo VI, valiéndose de la actividad del Secretariado para la unión de los Cristianos inició los primeros pasos difíciles por el camino de la consecución de tal unión.¿Hemos ido lejos por este camino? Sin querer dar una respuesta concreta podemos decir que hemos conseguido unos progresos verdaderos e importantes. Una cosa es cierta: hemos trabajado con perseverancia, coherencia y valentía, y con nosotros se han empeñado también los representantes de otras Iglesias y de otras Comunidades cristianas, por lo cual les estamos sinceramente reconocidos. Es cierto además que, en la presente situación histórica de la cristiandad y del mundo, no se ve otra posibilidad de cumplir la misión universal de la Iglesia, en lo concerniente a los problemas ecuménicos, que la de buscar lealmente, con perseverancia, humildad y con valentía, las vías de acercamiento y de unión, tal como nos ha dado ejemplo personal el Papa Pablo VI. Debemos por tanto buscar la unión sin desanimarnos frente a las dificultades que pueden presentarse o acumularse a lo largo de este camino; de otra manera no seremos fieles a la palabra de Cristo, no cumpliremos su testamento.¿Es lícito correr este riesgo?
Hay personas que, encontrándose frente a las dificultades o también juzgando negativos los resultados de los trabajos iniciales ecuménicos, hubieran preferido echarse atrás. Algunos incluso expresan la opinión de que estos esfuerzos son dañosos para la causa del evangelio, conducen a una ulterior ruptura de la Iglesia, provocan confusión de ideas en las cuestiones de la fe y de la moral, abocan a un específico indiferentismo. Posiblemente será bueno que los portavoces de tales opiniones expresen sus temores; no obstante, también en este aspecto hay que mantener los justos límites. Es obvio que esta nueva etapa de la vida de la Iglesia exige de nosotros una fe particularmente consciente, profunda y responsable. La verdadera actividad ecuménica significa apertura, acercamiento, disponibilidad al diálogo, búsqueda común de la verdad en el pleno sentido evangélico y cristiano; pero de ningún modo significa ni puede significar renunciar o causar perjuicio de alguna manera a los tesoros de la verdad divina, constantemente confesada y enseñada por la Iglesia. A todos aquellos que por cualquier motivo quisieran disuadir a la Iglesia de la búsqueda de la unidad universal de los cristianos hay que decirles una vez más:¿Nos es lícito no hacerlo?¿Podemos no tener confianza -no obstante toda la debilidad humana, todas las deficiencias acumuladas a lo largo de los siglos pasados- en la gracia de nuestro Señor, tal cual se ha revelado en los últimos tiempos a través de la palabra del Espíritu Santo, que hemos escuchado durante el Concilio? Obrando así, negaríamos la verdad que concierne a nosotros mismos y que el Apóstol ha expresado de modo tan elocuente:«Mas por gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia que me confirió no resultó vana».
Aunque de modo distinto y con las debidas diferencias, hay que aplicar lo que se ha dicho a la actividad que tiende al acercamiento con los representantes de las religiones no cristianas, y que se expresa a través del diálogo, los contactos, la oración comunitaria, la búsqueda de los tesoros de la espiritualidad humana que -como bien sabemos- no faltan tampoco a los miembros de estas religiones.¿No sucede quizá a veces que la creencia firme de los seguidores de las religiones no cristianas,-creencia que es efecto también del Espíritu de verdad, que actúa más allá de los confines visibles del Cuerpo Místico- haga quedar confundidos a los cristianos, muchas veces tan dispuestos a dudar en las verdades reveladas por Dios y proclamadas por la Iglesia, tan propensos al relajamiento de los principios de la moral y a abrir el camino al permisivismo ético? Es cosa noble estar predispuestos a comprender a todo hombre, a analizar todo sistema, a dar razón a todo lo que es justo; esto no significa absolutamente perder la certeza de la propia fe, o debilitar los principios de la moral, cuya falta se hará sentir bien pronto en la vida de sociedades enteras, determinando entre otras cosas consecuencias deplorables.



II. El misterio de la redención
7. En el Misterio de Cristo
Si las vías por las que el Concilio de nuestro siglo ha encaminado a la Iglesia -vías indicadas en su primera Encíclica por el llorado Papa Pablo VI- permanecen por largo tiempo las vías que todos nosotros debemos seguir, a la vez, en esta nueva etapa podemos justamente preguntarnos: ¿Cómo? ¿De qué modo hay que proseguir?¿Qué hay que hacer a fin de que este nuevo adviento de la Iglesia, próximo ya al final del segundo milenio, nos acerque a Aquel que la Sagrada Escritura llama:«Padre sempiterno», Pater futuri saeculi? Esta es la pregunta fundamental que el nuevo Pontífice debe plantearse, cuando, en espíritu de obediencia de fe, acepta la llamada según el mandato de Cristo dirigido más de una vez a Pedro:«Apacienta mis corderos», que quiere decir: Sé pastor de mi rebaño; y después:«... una vez convertido, confirma a tus hermanos».
Es precisamente aquí, carísimos Hermanos, Hijos e Hijas, donde se impone una respuesta fundamental y esencial, es decir, la única orientación del espíritu, la única dirección del entendimiento, de la voluntad y del corazón es para nosotros ésta: hacia Cristo, Redentor del hombre; hacia Cristo, Redentor del mundo. A él nosotros queremos mirar, porque sólo en él, Hijo de Dios, hay salvación, renovando la afirmación de Pedro «Señor,¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna».
A través de la conciencia de la Iglesia, tan desarrollada por el Concilio, a todos los niveles de esta conciencia y a través también de todos los campos de la actividad en que la Iglesia se expresa, se encuentra y se confirma, debemos tender constantemente a Aquel «que es la cabeza», a Aquel «de quien todo procede y para quien somos nosotros», a Aquel que es al mismo tiempo «el camino, la verdad» y «la resurrección y la vida», a Aquel que viéndolo nos muestra al Padre, a Aquel que debía irse de nosotros -se refiere a la muerte en Cruz y después a la Ascensión al cielo- para que el Abogado viniese a nosotros y siga viniendo constantemente como Espíritu de verdad. En él están escondidos a todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia», y la Iglesia es su Cuerpo. La Iglesia es en Cristo como un «sacramento, o signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano» y de esto es él la fuente.¡El mismo!¡El, el Redentor!
La Iglesia no cesa de escuchar sus palabras, las vuelve a leer continuamente, reconstruye con la máxima devoción todo detalle particular de su vida. Estas palabras son escuchadas también por los no cristianos. La vida de Cristo habla al mismo tiempo a tantos hombres que no están aún en condiciones de repetir con Pedro:«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». él, Hijo de Dios vivo, habla a los hombres también como Hombre: es su misma vida la que habla, su humanidad, su fidelidad a la verdad, su amor que abarca a todos. Habla además su muerte en Cruz, esto es, la insondable profundidad de su sufrimiento y de su abandono. La Iglesia no cesa jamás de revivir su muerte en Cruz y su Resurrección, que constituyen el contenido de la vida cotidiana de la Iglesia. En efecto, por mandato del mismo Cristo, su Maestro, la Iglesia celebra incesantemente la Eucaristía, encontrando en ella la «fuente de la vida y de la santidad», el signo eficaz de la gracia y de la reconciliación con Dios, la prenda de la vida eterna. La Iglesia vive su misterio, lo alcanza sin cansarse nunca y busca continuamente los caminos para acercar este misterio de su Maestro y Señor al género humano: a los pueblos, a las naciones, a las generaciones que se van sucediendo, a todo hombre en particular, como si repitiese siempre a ejemplo del Apóstol:«que nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado». La Iglesia permanece en la esfera del misterio de la Redención que ha llegado a ser precisamente el principio fundamental de su vida y de su misión.
8. Redención: creación renovada
¡Redentor del mundo! En él se ha revelado de un modo nuevo y más admirable la verdad fundamental sobre la creación que testimonia el Libro del Génesis cuando repite varias veces:«Y vio Dios ser bueno». El bien tiene su fuente en la Sabiduría y en el Amor. En Jesucristo, el mundo visible, creado por Dios para el hombre -el mundo que, entrando el pecado está sujeto a la vanidad- adquiere nuevamente el vínculo original con la misma fuente divina de la Sabiduría y del Amor. En efecto,«amó Dios tanto al mundo, que le dio su unigénito Hijo». Así como en el hombre-Adán este vínculo quedó roto, así en el Hombre-Cristo ha quedado unido de nuevo. ¿Es posible que no nos convenzan, a nosotros hombres del siglo XX, las palabras del Apóstol de las gentes, pronunciadas con arrebatadora elocuencia, acerca de «la creación entera que hasta ahora gime y siente dolores de parto» y «está esperando la manifestación de los hijos de Dios», acerca de la creación que está sujeta a la vanidad? El inmenso progreso, jamás conocido, que se ha verificado particularmente durante este nuestro siglo, en el campo de dominación del mundo por parte del hombre,¿no revela quizá el mismo, y por lo demás en un grado jamás antes alcanzado, esa multiforme sumisión «a la vanidad»? Baste recordar aquí algunos fenómenos como la amenaza de contaminación del ambiente natural en los lugares de rápida industrialización, o también los conflictos armados que explotan y se repiten continuamente, o las perspectivas de autodestrucción a través del uso de las armas atómicas: al hidrógeno, al neutrón y similares, la falta de respeto a la vida de los no-nacidos. El mundo de la nueva época, el mundo de los vuelos cósmicos, el mundo de las conquistas científicas y técnicas, jamás logradas anteriormente,¿no es al mismo tiempo que «gime y sufre» y «está esperando la manifestación de los hijos de Dios»?
El Concilio Vaticano II, en su análisis penetrante «del mundo contemporáneo», llegaba al punto más importante del mundo visible: el hombre bajando -como Cristo- a lo profundo de las conciencias humanas, tocando el misterio interior del hombre, que en el lenguaje bíblico, y no bíblico también, se expresa con la palabra «corazón». Cristo, Redentor del mundo, es Aquel que ha penetrado, de modo único e irrepetible, en el misterio del hombre y ha entrado en su «corazón». Justamente pues enseña el Concilio Vaticano II:«En realidad el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Porque Adán, el primer hombre, era figura del que había de venir (Rom 5, 14), es decir, Cristo nuestro Señor. Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación». Y más adelante:«él, que es imagen de Dios invisible (Col 1, 15), es también el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado. En él la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido en cierto modo con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado». ¡El, el Redentor del hombre!
9. Dimensión divina del misterio de la Redención
Al reflexionar nuevamente sobre este texto maravilloso del Magisterio conciliar, no olvidamos ni por un momento que Jesucristo, Hijo de Dios vivo, se ha convertido en nuestra reconciliación ante el Padre. Precisamente él, solamente él ha dado satisfacción al amor eterno del Padre, a la paternidad que desde el principio se manifestó en la creación del mundo, en la donación al hombre de toda la riqueza de la creación, en hacerlo «poco menor que Dios», en cuanto creado «a imagen y semejanza de Dios»; e igualmente ha dado satisfacción a la paternidad de Dios y al amor, en cierto modo rechazado por el hombre con la ruptura de la primera Alianza y de las posteriores que Dios «ha ofrecido en diversas ocasiones a los hombres», La redención del mundo -ese misterio tremendo del amor, en el que la creación es renovada- es en su raíz más profunda «la plenitud de la justicia en un Corazón humano: en el Corazón del Hijo Primogénito, para que pueda hacerse justicia de los corazones de muchos hombres, los cuales, precisamente en el Hijo Primogénito, han sido predestinados desde la eternidad a ser hijos de Dios y llamados a la gracia, llamados al amor. La Cruz sobre el Calvario, por medio de la cual Jesucristo -Hombre, Hijo de María Virgen, hijo putativo de José de Nazaret-«deja» este mundo, es al mismo tiempo una nueva manifestación de la eterna paternidad de Dios, el cual se acerca de nuevo en él a la humanidad, a todo hombre, dándole el tres veces santo «Espíritu de verdad».
Con esta revelación del Padre y con la efusión del Espíritu Santo, que marcan un sello imborrable en el misterio de la Redención, se explica el sentido de la cruz y de la muerte de Cristo. El Dios de la creación se revela como Dios de la redención, como Dios que es fiel a sí mismo, fiel a su amor al hombre y al mundo, ya revelado el día de la creación. El suyo es amor que no retrocede ante nada de lo que en él mismo exige la justicia. Y por esto al Hijo «a quien no conoció el pecado le hizo pecado por nosotros para que en él fuéramos justicia de Dios». Si «trató como pecado» a Aquel que estaba absolutamente sin pecado alguno, lo hizo para revelar el amor que es siempre más grande que todo lo creado, el amor que es él mismo, porque «Dios es amor». Y sobre todo el amor es más grande que el pecado, que la debilidad, que la «vanidad de la creación», más fuerte que la muerte; es amor siempre dispuesto a aliviar y a perdonar, siempre dispuesto a ir al encuentro con el hijo pródigo, siempre a la búsqueda de la «manifestación de los hijos de Dios», que están llamados a la gloria. Esta revelación del amor es definida también misericordia, y tal revelación del amor y de la misericordia tiene en la historia del hombre una forma y un nombre: se llama Jesucristo.
10. Dimensión humana del misterio de la Redención
El hombre no puede vivir sin amor. él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente. Por esto precisamente, Cristo Redentor, como se ha dicho anteriormente, revela plenamente el hombre al mismo hombre. Tal es -si se puede expresar así- la dimensión humana del misterio de la Redención. En esta dimensión el hombre vuelve a encontrar la grandeza, la dignidad y el valor propios de su humanidad. En el misterio de la Redención el hombre es «confirmado» y en cierto modo es nuevamente creado.¡El es creado de nuevo!«Ya no es judío ni griego: ya no es esclavo ni libre; no es ni hombre ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús». El hombre que quiere comprenderse hasta el fondo a sí mismo -no solamente según criterios y medidas del propio ser inmediatos, parciales, a veces superficiales e incluso aparentes- debe, con su inquietud, incertidumbre e incluso con su debilidad y pecaminosidad, con su vida y con su muerte, acercarse a Cristo. Debe, por decirlo así, entrar en él con todo su ser, debe «apropiarse» y asimilar toda la realidad de la Encarnación y de la Redención para encontrarse a sí mismo. Si se actúa en él este hondo proceso, entonces él da frutos no sólo de adoración a Dios, sino también de profunda maravilla de sí mismo.¡Qué valor debe tener el hombre a los ojos del Creador, si ha «merecido tener tan grande Redentor», si «Dios ha dado a su Hijo», a fin de que él, el hombre,«no muera sino que tenga la vida eterna»!
En realidad, ese profundo estupor respecto al valor y a la dignidad del hombre se llama Evangelio, es decir, Buena Nueva. Se llama también cristianismo. Este estupor justifica la misión de la Iglesia en el mundo, incluso, y quizá aún más,«en el mundo contemporáneo». Este estupor y al mismo tiempo persuasión y certeza que en su raíz profunda es la certeza de la fe, pero que de modo escondido y misterioso vivifica todo aspecto del humanismo auténtico, está estrechamente vinculado con Cristo. él determina también su puesto, su -por así decirlo- particular derecho de ciudadanía en la historia del hombre y de la humanidad. La Iglesia que no cesa de contemplar el conjunto del misterio de Cristo, sabe con toda la certeza de la fe que la Redención llevada a cabo por medio de la Cruz, ha vuelto a dar definitivamente al hombre la dignidad y el sentido de su existencia en el mundo, sentido que había perdido en gran medida a causa del pecado. Por esta razón la Redención se ha cumplido en el misterio pascual que a través de la cruz y la muerte conduce a la resurrección.
El cometido fundamental de la Iglesia en todas las épocas y particularmente en la nuestra es dirigir la mirada del hombre, orientar la conciencia y la experiencia de toda la humanidad hacia el misterio de Cristo, ayudar a todos los hombres a tener familiaridad con la profundidad de la Redención, que se realiza en Cristo Jesús. Contemporáneamente, se toca también la más profunda obra del hombre, la esfera -queremos decir- de los corazones humanos, de las conciencias humanas y de las vicisitudes humanas.
11. El Misterio de Cristo en la base de la misión de la Iglesia y del cristianismo
El Concilio Vaticano II ha llevado a cabo un trabajo inmenso para formar la conciencia plena y universal de la Iglesia, a la que se refería el Papa Pablo VI en su primera Encíclica. Tal conciencia -o más bien, autoconciencia de la Iglesia- se forma «en el diálogo», el cual, antes de hacerse coloquio, debe dirigir la propia atención al «otro», es decir, a aquél con el cual queremos hablar. El Concilio ecuménico ha dado un impulso fundamental para formar la autoconciencia de la Iglesia, dándonos, de manera tan adecuada y competente, la visión del orbe terrestre como de un «mapa» de varias religiones. Además, ha demostrado cómo a este mapa de las religiones del mundo se sobrepone en estratos -antes nunca conocidos y característicos de nuestro tiempo- el fenómeno del ateísmo en sus diversas formas, comenzando por el ateísmo programado, organizado y estructurado en un sistema político.
Por lo que se refiere a la religión, se trata ante todo de la religión como fenómeno universal, unido a la historia del hombre desde el principio; seguidamente de las diversas religiones no cristianas y finalmente del mismo cristianismo. El documento conciliar dedicado a las religiones no cristianas está particularmente lleno de profunda estima por los grandes valores espirituales, es más, por la primacía de lo que es espiritual y que en la vida de la humanidad encuentra su expresión en la religión y después en la moralidad que refleja en toda la cultura. Justamente los Padres de la Iglesia veían en las distintas religiones como otros tantos reflejos de una única verdad «como gérmenes del Verbo», los cuales testimonian que, aunque por diversos caminos, está dirigida sin embargo en una única dirección la más profunda aspiración del espíritu humano, tal como se expresa en la búsqueda de Dios y al mismo tiempo en la búsqueda, mediante la tensión hacia Dios, de la plena dimensión de la humanidad, es decir, del pleno sentido de la vida humana. El Concilio ha dedicado una atención especial a la religión judía, recordando el gran patrimonio espiritual y común a los cristianos y a los judíos, y ha expresado su estima hacia los creyentes del Islam, cuya fe se refiere también a Abrahám. Es sabido por otra parte que la religión de Israel tiene un pasado en común con la historia del cristianismo: el pasado relativo a la Antigua Alianza.
Con la apertura realizada por el Concilio Vaticano II, la Iglesia y todos los cristianos han podido alcanzar una conciencia más completa del misterio de Cristo,«misterio escondido desde los siglos» en Dios, para ser revelado en el tiempo: en el Hombre Jesucristo, y para revelarse continuamente, en todos los tiempos. En Cristo y por Cristo, Dios se ha revelado plenamente a la humanidad y se ha acercado definitivamente a ella y, al mismo tiempo, en Cristo y por Cristo, el hombre ha conseguido plena conciencia de su dignidad, de su elevación, del valor transcendental de la propia humanidad, del sentido de su existencia.
Es necesario por tanto que todos nosotros, cuantos somos seguidores de Cristo, nos encontremos y nos unamos en torno a él mismo. Esta unión, en los diversos sectores de la vida, de la tradición, de las estructuras y disciplinas de cada una de las Iglesias y Comunidades eclesiales, no puede actuarse sin un valioso trabajo que tienda al conocimiento recíproco y a la remoción de los obstáculos en el camino de una perfecta unidad. No obstante podemos y debemos, ya desde ahora, alcanzar y manifestar al mundo nuestra unidad: en el anuncio del misterio de Cristo, en la revelación de la dimensión divina y humana también de la Redención, en la lucha con perseverancia incansable en favor de esta dignidad que todo hombre ha alcanzado y puede alcanzar continuamente en Cristo, que es la dignidad de la gracia de adopción divina y también dignidad de la verdad interior de la humanidad, la cual -si ha alcanzado en la conciencia común del mundo contemporáneo un relieve tan fundamental- sobresale aún más para nosotros a la luz de la realidad que es él: Cristo Jesús.
Jesucristo es principio estable y centro permanente de la misión que Dios mismo ha confiado al hombre. En esta misión debemos participar todos, en ella debemos concentrar todas nuestras fuerzas, siendo ella necesaria más que nunca al hombre de nuestro tiempo. Y si tal misión parece encontrar en nuestra época oposiciones más grandes que en cualquier otro tiempo, tal circunstancia demuestra también que es en nuestra época aún más necesaria y -no obstante las oposiciones- es más esperada que nunca. Aquí tocamos indirectamente el misterio de la economía divina que ha unido la salvación y la gracia con la Cruz. No en vano Jesucristo dijo que el «reino de los cielos está en tensión, y los esforzados lo arrebatan»; y además que «los hijos de este siglo son más avisados... que los hijos de la luz». Aceptamos gustosamente este reproche para ser como aquellos «violentos de Dios» que hemos visto tantas veces en la historia de la Iglesia y que descubrimos todavía hoy para unirnos conscientemente a la gran misión, es decir: revelar a Cristo al mundo, ayudar a todo hombre para que se encuentre a sí mismo en él, ayudar a las generaciones contemporáneas de nuestros hermanos y hermanas, pueblos, naciones, estados, humanidad, países en vías de desarrollo y países de la opulencia, a todos en definitiva, a conocer las «insondables riquezas de Cristo», porque éstas son para todo hombre y constituyen el bien de cada uno.
12. Misión de la Iglesia y libertad del hombre
En esta unión la misión, de la que decide sobre todo Cristo mismo, todos los cristianos deben descubrir lo que les une, incluso antes de que se realice su plena comunión. Esta es la unión apostólica y misionera, misionera y apostólica. Gracias a esta unión podemos acercarnos juntos al magnífico patrimonio del espíritu humano, que se ha manifestado en todas las religiones, como dice la Declaración del Concilio Vaticano II Nostra aetate. Gracias a ella, nos acercamos igualmente a todas las culturas, a todas las concepciones ideológicas, a todos los hombres de buena voluntad. Nos aproximamos con aquella estima, respeto y discernimiento que, desde los tiempos de los Apóstoles, distinguía la actitud misionera y del misionero. Basta recordar a San Pablo y, por ejemplo, su discurso en el Areópago de Atenas. La actitud misionera comienza siempre con un sentimiento de profunda estima frente a lo que «en el hombre había», por lo que él mismo, en lo íntimo de su espíritu, ha elaborado respecto a los problemas más profundos e importantes; se trata de respeto por todo lo que en él ha obrado el Espíritu, que «sopla donde quiere». La misión no es nunca una destrucción, sino una purificación y una nueva construcción por más que en la práctica no siempre haya habido una plena correspondencia con un ideal tan elevado. La conversión que de ella ha de tomar comienzo, sabemos bien que es obra de la gracia, en la que el hombre debe hallarse plenamente a sí mismo.
Por esto la Iglesia de nuestro tiempo da gran importancia a todo lo que el Concilio Vaticano II ha expuesto en la Declaración sobre la libertad religiosa, tanto en la primera como en la segunda parte del documento. Sentimos profundamente el carácter empeñativo de la verdad que Dios nos ha revelado. Advertimos en particular el gran sentido de responsabilidad ante esta verdad. La Iglesia, por institución de Cristo, es su custodia y maestra, estando precisamente dotada de una singular asistencia del Espíritu Santo para que pueda custodiarla fielmente y enseñarla en su más exacta integridad. Cumpliendo esta misión, miramos a Cristo mismo, que es el primer evangelizador y miramos también a los Apóstoles, Mártires y Confesores. La Declaración sobre la libertad religiosa nos muestra de manera convincente cómo Cristo y, después sus Apóstoles, al anunciar la verdad que no proviene de los hombres sino de Dios («mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado», esto es, del Padre), incluso actuando con toda la fuerza del espíritu, conservan una profunda estima por el hombre, por su entendimiento, su voluntad, su conciencia y su libertad. De este modo, la misma dignidad de la persona humana se hace contenido de aquel anuncio, incluso sin palabras, a través del comportamiento respecto de ella. Tal comportamiento parece corresponder a las necesidades particulares de nuestro tiempo. Dado que no en todo aquello que los diversos sistemas, y también los hombres en particular, ven y propagan como libertad está la verdadera libertad del hombre, tanto más la Iglesia, en virtud de su misión divina, se hace custodia de esta libertad que es condición y base de la verdadera dignidad de la persona humana.
Jesucristo sale al encuentro del hombre de toda época, también de nuestra época, con las mismas palabras:«Conoceréis la verdad y la verdad os librará». Estas palabras encierran una exigencia fundamental y al mismo tiempo una advertencia: la exigencia de una relación honesta con respecto a la verdad, como condición de una auténtica libertad; y la advertencia, además, de que se evite cualquier libertad aparente, cualquier libertad superficial y unilateral, cualquier libertad que no profundiza en toda la verdad sobre el hombre y sobre el mundo. También hoy, después de dos mil años, Cristo aparece a nosotros como Aquel que trae al hombre la libertad basada sobre la verdad, como Aquel que libera al hombre de lo que limita, disminuye y casi destruye esta libertad en sus mismas raíces, en el alma del hombre, en su corazón, en su conciencia.¡Qué confirmación tan estupenda de lo que han dado y no cesan de dar aquellos que, gracias a Cristo y en Cristo, han alcanzado la verdadera libertad y la han manifestado hasta en condiciones de constricción exterior!
Jesucristo mismo, cuando compareció como prisionero ante el tribunal de Pilatos y fue preguntado por él acerca de la acusación hecha contra él por los representantes del Sanedrín,¿no respondió acaso:«Yo para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad»? Con estas palabras pronunciadas ante el juez, en el momento decisivo, era como si confirmase, una vez más, la frase ya dicha anteriormente:«Conoced la verdad y la verdad os hará libres». En el curso de tantos siglos y de tantas generaciones, comenzando por los tiempos de los Apóstoles,¿no es acaso Jesucristo mismo el que tantas veces ha comparecido junto a hombres juzgados a causa de la verdad y no ha ido quizá a la muerte con hombres condenados a causa de la verdad?¿Acaso cesa él de ser continuamente portavoz y abogado del hombre que vive «en espíritu y en verdad»? Del mismo modo que no cesa de serlo ante el Padre, así lo es también con respecto a la historia del hombre. La Iglesia a su vez, no obstante todas las debilidades que forman parte de la historia humana, no cesa de seguir a Aquel que dijo:«ya llega la hora y es ésta, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, pues tales son los adoradores que el Padre busca. Dios es espíritu, y los que le adoran han de adorarle en espíritu y en verdad».

III. El hombre redimido y su situación en el mundo contemporáneo
13. Cristo se ha unido a todo hombre
Cuando, a través de la experiencia de la familia humana que aumenta continuamente a ritmo acelerado, penetramos en el misterio de Jesucristo, comprendemos con mayor claridad que, en la base de todos estos caminos a lo largo de los cuales en conformidad con las sabias indicaciones del Pontífice Pablo VI debe proseguir la Iglesia de nuestro tiempo, hay un solo camino: es el camino experimentado desde hace siglos y es al mismo tiempo el camino del futuro. Cristo Señor ha indicado estos caminos sobre todo cuando- como enseña el Concilio-«mediante la encarnación el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a todo hombre». La Iglesia divisa por tanto su cometido fundamental en lograr que tal unión pueda actuarse y renovarse continuamente. La Iglesia desea servir a este único fin: que todo hombre pueda encontrar a Cristo, para que Cristo pueda recorrer con cada uno el camino de la vida, con la potencia de la verdad acerca del hombre y del mundo, contenida en el misterio de la Encarnación y de la Redención, con la potencia del amor que irradia de ella. En el trasfondo de procesos siempre crecientes en la historia, que en nuestra época parecen fructificar de manera particular en el ámbito de varios sistemas, concepciones ideológicas del mundo y regímenes, Jesucristo se hace en cierto modo nuevamente presente, a pesar de todas sus aparentes ausencias, a pesar de todas las limitaciones de la presencia o de la actividad institucional de la Iglesia. Jesucristo se hace presente con la potencia de la verdad y del amor, que se han manifestado en él como plenitud única e irrepetible, por más que su vida en la tierra fuese breve y más breve aún su actividad pública.
Jesucristo es el camino principal de la Iglesia. él mismo es nuestro camino «hacia la casa del Padre» y es también el camino hacia cada hombre. En este camino que conduce de Cristo al hombre, en este camino por el que Cristo se une a todo hombre, la Iglesia no puede ser detenida por nadie. Esta es la exigencia del bien temporal y del bien eterno del hombre. La Iglesia, en consideración de Cristo y en razón del misterio, que constituye la vida de la Iglesia misma, no puede permanecer insensible a todo lo que sirve al verdadero bien del hombre, como tampoco puede permanecer indiferente a lo que lo amenaza. El Concilio Vaticano II, en diversos pasajes de sus documentos, ha expresado esta solicitud fundamental de la Iglesia, a fin de que «la vida en el mundo (sea) más conforme a la eminente dignidad del hombre», en todos sus aspectos, para hacerla «cada vez más humana». Esta es la solicitud del mismo Cristo, el buen Pastor de todos los hombres. En nombre de tal solicitud, como leemos en la Constitución pastoral del Concilio,«la Iglesia que por razón de su ministerio y de su competencia, de ninguna manera se confunde con la comunidad política y no está vinculada a ningún sistema político, es al mismo tiempo el signo y la salvaguardia del carácter trascendente de la persona humana».
Aquí se trata por tanto del hombre en toda su verdad, en su plena dimensión. No se trata del hombre «abstracto» sino real, del hombre «concreto»,«histórico». Se trata de «cada» hombre, porque cada uno ha sido comprendido en el misterio de la Redención y con cada uno se ha unido Cristo, para siempre, por medio de este ministerio. Todo hombre viene al mundo concebido en el seno materno, naciendo de madre y es precisamente por razón del misterio de la Redención por lo que es confiado a la solicitud de la Iglesia. Tal solicitud afecta al hombre entero y está centrada sobre él de manera del todo particular. El objeto de esta premura es el hombre en su única e irrepetible realidad humana, en la que permanece intacta la imagen y semejanza con Dios mismo. El Concilio indica esto precisamente, cuando, hablando de tal semejanza, recuerda que «el hombre es en la tierra la única creatura que Dios ha querido para sí misma». El hombre tal como ha sido «querido» por Dios, tal como él lo ha «elegido» eternamente, llamado, destinado a la gracia y a la gloria, tal es precisamente «cada» hombre, el hombre «mas concreto», el «más real»; éste es el hombre, en toda la plenitud del misterio, del que se ha hecho partícipe en Jesucristo, misterio del cual se hace partícipe cada uno de los cuatro mil millones de hombres vivientes sobre nuestro planeta, desde el momento en que es concebido en el seno de la madre.
14. Todos los caminos de la Iglesia conducen al hombre
La Iglesia no puede abandonar al hombre, cuya «suerte», es decir, la elección, la llamada, el nacimiento y la muerte, la salvación o la perdición, están tan estrecha e indisolublemente unidas a Cristo. Y se trata precisamente de cada hombre de este planeta, en esta tierra que el Creador entregó al primer hombre, diciendo al hombre y a la mujer:«henchid la tierra; sometedla»; todo hombre, en toda su irrepetible realidad del ser y del obrar, del entendimiento y de la voluntad, de la conciencia y del corazón. El hombre en su realidad singular (porque es «persona»), tiene una historia propia de su vida y sobre todo una historia propia de su alma. El hombre que conforme a la apertura interior de su espíritu y al mismo tiempo a tantos y tan diversas necesidades de su cuerpo, de su existencia temporal, escribe esta historia suya personal por medio de numerosos lazos, contactos, situaciones, estructuras sociales que lo unen a otros hombres; y esto lo hace desde el primer momento de su existencia sobre la tierra, desde el momento de su concepción y de su nacimiento. El hombre en la plena verdad de su existencia, de su ser personal y a la vez de su ser comunitario y social -en el ámbito de la propia familia, en el ámbito de la sociedad y de contextos tan diversos, en el ámbito de la propia nación, o pueblo (y posiblemente sólo aún del clan o tribu), en el ámbito de toda la humanidad- este hombre es el primer camino que la Iglesia debe recorrer en el cumplimiento de su misión, él es el camino primero y fundamental de la Iglesia, camino trazado por Cristo mismo, vía que inmutablemente conduce a través del misterio de la Encarnación y de la Redención.
A este hombre precisamente en toda la verdad de su vida, en su conciencia, en su continua inclinación al pecado y a la vez en su continua aspiración a la verdad, al bien, a la belleza, a la justicia, al amor, a este hombre tenía ante sus ojos el Concilio Vaticano II cuando, al delinear su situación en el mundo contemporáneo, se trasladaba siempre de los elementos externos que componen esta situación a la verdad inmanente de la humanidad:«Son muchos los elementos que se combaten en el propio interior del hombre. A fuerza de criatura, el hombre experimenta múltiples limitaciones; se siente sin embargo ilimitado en sus deseos y llamado a una vida superior. Atraído por muchas solicitaciones, tiene que elegir y renunciar. Más aún, como enfermo y pecador, no raramente hace lo que no quiere hacer y deja de hacer lo que quería llevar a cabo. Por ello siente en sí mismo la división que tantas y tan graves discordias provocan en la sociedad».
Este hombre es el camino de la Iglesia, camino que conduce en cierto modo al origen de todos aquellos caminos por los que debe caminar la Iglesia, porque el hombre -todo hombre sin excepción alguna- ha sido redimido por Cristo, porque con el hombre -cada hombre sin excepción alguna- se ha unido Cristo de algún modo, incluso cuando ese hombre no es consciente de ello,«Cristo, muerto y resucitado por todos, da siempre al hombre»-a todo hombre y a todos los hombres-«... su luz y su fuerza para que pueda responder a su máxima vocación».
Siendo pues este hombre el camino de la Iglesia, camino de su vida y experiencia cotidianas, de su misión y de su fatiga, la Iglesia de nuestro tiempo debe ser, de manera siempre nueva, consciente de la «situación» de él. Es decir, debe ser consciente de sus posibilidades, que toman siempre nueva orientación y de este modo se manifiestan; la Iglesia, al mismo tiempo, debe ser consciente de las amenazas que se presentan al hombre. Debe ser consciente también de todo lo que parece ser contrario al esfuerzo para que «la vida humana sea cada vez más humana», para que todo lo que compone esta vida responda a la verdadera dignidad del hombre. En una palabra, debe ser consciente de todo lo que es contrario a aquel proceso.
15. De qué tiene miedo el hombre contemporáneo
Conservando pues viva en la memoria la imagen que de modo perspicaz y autorizado ha trazado el Concilio Vaticano II, trataremos una vez más de adaptar este cuadro a los «signos de los tiempos», así como a las exigencias de la situación que cambia continuamente y se desenvuelve en determinadas direcciones.
El hombre actual parece estar siempre amenazado por lo que produce, es decir, por el resultado del trabajo de sus manos y más aún por el trabajo de su entendimiento, de las tendencias de su voluntad. Los frutos de esta múltiple actividad del hombre se traducen muy pronto y de manera a veces imprevisible en objeto de «alienación», es decir, son pura y simplemente arrebatados a quien los ha producido; pero, al menos parcialmente, en la línea indirecta de sus efectos, esos frutos se vuelven contra el mismo hombre; ellos están dirigidos o pueden ser dirigidos contra él. En esto parece consistir el capítulo principal del drama de la existencia humana contemporánea en su dimensión más amplia y universal. El hombre por tanto vive cada vez más en el miedo. Teme que sus productos, naturalmente no todos y no la mayor parte sino algunos y precisamente los que contienen una parte especial de su genialidad y de su iniciativa, puedan ser dirigidos de manera radical contra él mismo; teme que puedan convertirse en medios e instrumentos de una autodestrucción inimaginable, frente a la cual todos los cataclismos y las catástrofes de la historia que conocemos parecen palidecer. Debe nacer pues un interrogante:¿por qué razón este poder, dado al hombre desde el principio -poder por medio del cual debía él dominar la tierra- se dirige contra sí mismo, provocando un comprensible estado de inquietud, de miedo consciente o inconsciente, de amenaza que de varios modos se comunica a toda la familia humana contemporánea y se manifiesta bajo diversos aspectos?
Este estado de amenaza para el hombre, por parte de sus productos, tiene varias direcciones y varios grados de intensidad. Parece que somos cada vez más conscientes del hecho de que la explotación de la tierra, del planeta sobre el cual vivimos, exige una planificación racional y honesta. Al mismo tiempo, tal explotación para fines no solamente industriales, sino también militares, el desarrollo de la técnica no controlado ni encuadrado en un plan a radio universal y auténticamente humanístico, llevan muchas veces consigo la amenaza del ambiente natural del hombre, lo enajenan en sus relaciones con la naturaleza y lo apartan de ella. El hombre parece, a veces, no percibir otros significados de su ambiente natural, sino solamente aquellos que sirven a los fines de un uso inmediato y consumo. En cambio era voluntad del Creador que el hombre se pusiera en contacto con la naturaleza como «dueño» y «custodio» inteligente y noble, y no como «explotador» y «destructor» sin ningún reparo.
El progreso de la técnica y el desarrollo de la civilización de nuestro tiempo, que está marcado por el dominio de la técnica, exigen un desarrollo proporcional de la moral y de la ética. Mientras tanto, éste último parece, por desgracia, haberse quedado atrás. Por esto, este progreso, por lo demás tan maravilloso en el que es difícil no descubrir también auténticos signos de la grandeza del hombre que nos han sido revelados en sus gérmenes creativos en las páginas del Libro del Génesis, en la descripción de la creación, no puede menos de engendrar múltiples inquietudes. La primera inquietud se refiere a la cuestión esencial y fundamental:¿este progreso, cuyo autor y fautor es el hombre, hace la vida del hombre sobre la tierra, en todos sus aspectos,«más humana»?;¿la hace más «digna del hombre»? No puede dudarse de que, bajo muchos aspectos, la haga así. No obstante esta pregunta vuelve a plantearse obstinadamente por lo que se refiere a lo verdaderamente esencial: si el hombre, en cuanto hombre, en el contexto de este progreso, se hace de veras mejor, es decir, más maduro espiritualmente, más consciente de la dignidad de su humanidad, más responsable, más abierto a los demás, particularmente a los más necesitados y a los más débiles, más disponible a dar y prestar ayuda a todos.
Esta es la pregunta que deben hacerse los cristianos, precisamente porque Jesucristo les ha sensibilizado así universalmente en torno al problema del hombre. La misma pregunta deben formularse además todos los hombres, especialmente los que pertenecen a los ambientes sociales que se dedican activamente al desarrollo y al progreso en nuestros tiempos. Observando estos procesos y tomando parte en ellos, no podemos dejarnos llevar solamente por la euforia ni por un entusiasmo unilateral por nuestras conquistas, sino que todos debemos plantearnos, con absoluta lealtad, objetividad y sentido de responsabilidad moral, los interrogantes esenciales que afectan a la situación del hombre hoy y en el mañana. Todas las conquistas, hasta ahora logradas y las proyectadas por la técnica para el futuro ¿van de acuerdo con el progreso moral y espiritual del hombre? En este contexto, el hombre en cuanto hombre,¿se desarrolla y progresa, o por el contrario retrocede y se degrada en su humanidad?¿Prevalece entre los hombres,«en el mundo del hombre» que es en sí mismo un mundo de bien y de mal moral, el bien sobre el mal?¿Crecen de veras en los hombres, entre los hombres, el amor social, el respeto de los derechos de los demás -para todo hombre, nación o pueblo-, o por el contrario crecen los egoísmos de varias dimensiones, los nacionalismos exagerados, al puesto del auténtico amor de patria, y también la tendencia a dominar a los otros más allá de los propios derechos y méritos legítimos, y la tendencia a explotar todo el progreso material y técnico-productivo exclusivamente con finalidad de dominar sobre los demás o en favor de tal o cual imperialismo?
He ahí los interrogantes esenciales que la Iglesia no puede menos de plantearse, porque de manera más o menos explícita se los plantean millones y millones de hombres que viven hoy en el mundo. El tema del desarrollo y del progreso está en boca de todos y aparece en las columnas de periódicos y publicaciones, en casi todas las lenguas del mundo contemporáneo. No olvidemos sin embargo que este tema no contiene solamente afirmaciones o certezas, sino también preguntas e inquietudes angustiosas. Estas últimas no son menos importantes que las primeras. Responden a la naturaleza del conocimiento humano y más aún responden a la necesidad fundamental de la solicitud del hombre por el hombre, por la misma humanidad, por el futuro de los hombres sobre la tierra. La Iglesia, que está animada por la fe escatológica, considera esta solicitud por el hombre, por su humanidad, por el futuro de los hombres sobre la tierra y, consiguientemente, también por la orientación de todo el desarrollo y del progreso, como un elemento esencial de su misión, indisolublemente unido con ella. Y encuentra el principio de esta solicitud en Jesucristo mismo, como atestiguan los Evangelios. Y por esta razón desea acrecentarla continuamente en él,«redescubriendo» la situación del hombre en el mundo contemporáneo, según los más importantes signos de nuestro tiempo.
16. ¿Progreso o amenaza?
Consiguientemente, si nuestro tiempo, el tiempo de nuestra generación, el tiempo que se está acercando al final del segundo Milenio de nuestra era cristiana, se nos revela como tiempo de gran progreso, aparece también como tiempo de múltiples amenazas para el hombre, de las que la Iglesia debe hablar a todos los hombres de buena voluntad y en torno a las cuales debe mantener siempre un diálogo con ellos. En efecto, la situación del hombre en el mundo contemporáneo parece distante tanto de las exigencias objetivas del orden moral, como de las exigencias de la justicia o aún más del amor social. No se trata aquí mas que de aquello que ha encontrado su expresión en el primer mensaje del Creador, dirigido al hombre en el momento en que le daba la tierra para que la «sometiese». Este primer mensaje quedó confirmado, en el misterio de la Redención, por Cristo Señor. Esto está expresado por el Concilio Vaticano II en los bellísimos capítulos de sus enseñanzas sobre la «realeza» del hombre, es decir, sobre su vocación a participar en el ministerio regio -munus regale- de Cristo mismo. El sentido esencial de esta «realeza» y de este «dominio» del hombre sobre el mundo visible, asignado a él como cometido por el mismo Creador, consiste en la prioridad de la ética sobre la técnica, en el primado de la persona sobre las cosas, en la superioridad del espíritu sobre la materia.
Por esto es necesario seguir atentamente todas las fases del progreso actual: es necesario hacer, por decirlo así, la radiografía de cada una de las etapas, precisamente desde este punto de vista. Se trata del desarrollo de las personas y no solamente de la multiplicación de las cosas, de las que los hombres pueden servirse. Se trata -como ha dicho un filósofo contemporáneo y como ha afirmado el Concilio- no tanto de «tener más» cuanto de «ser más». En efecto, existe ya un peligro real y perceptible de que, mientras avanza enormemente el dominio por parte del hombre sobre el mundo de las cosas; de este dominio suyo pierda los hilos esenciales, y de diversos modos su humanidad esté sometida a ese mundo, y él mismo se haga objeto de múltiple manipulación, aunque a veces no directamente perceptible, a través de toda la organización de la vida comunitaria, a través del sistema de producción, a través de la presión de los medios de comunicación social. El hombre no puede renunciar a sí mismo, ni al puesto que le es propio en el mundo visible, no puede hacerse esclavo de las cosas, de los sistemas económicos, de la producción y de sus propios productos. Una civilización con perfil puramente materialista condena al hombre a tal esclavitu
 

MARÍA FUE ES Y SERÁ VIRGEN
Miguel el 15-09-2007, 17:53 (UTC)
  MARÍA FUE ES Y SERÁ VIRGEN

Los “evangélicos” dicen:
6.- Todo esta escrito en la Biblia, si no esta escrito no vale. El Evangelio enseña:
6- "Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, que si se escribiesen cada una por sí, ni aun en el mundo pienso que cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén. Jn 21,25

Los “evangélicos” dicen :
8.- María es una mujer como otras, no hay que venerarla pues la Biblia no lo menciona. El Evangelio enseña:
8 - "Y entrando el ángel á donde estaba, dijo, ¡Salve, muy favorecida!. El Señor es contigo: bendita tú entre las mujeres". Lc 1,28
"Y aconteció, que como oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fué llena del Espíritu Santo, Y exclamó á gran voz, y dijo. Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre". Lc 1,41-42
"Porque he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones".
Lc 1,48
MARIA FUE, ES Y SERA VIRGEN II
Isabel llama a María "Bendita tú entre las mujeres", y la llama de este modo por inspiración del Espíritu Santo, del cuál se llena luego de escuchar el saludo de María. Y la Virgen misma dice en los siguientes versículos:
"Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador, porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada." (Lc 1, 46-48)
María es bienaventurada por el hecho de haber sido escogida por Dios para llevar al Salvador en su seno, y por ello los católicos la hemos llamado así durante "todas las generaciones". El respeto y veneración (no adoración) que le profesamos los católicos a la Santísima Virgen tiene, por lo tanto, bases bíblicas sólidas.
Los evangélicos dicen:
María no es madre de Dios, es solamente madre de Cristo. No puede ser madre de Dios porque Dios es infinito y eterno, y María no.
Isabel, en el pasaje de la visitación, llama a María "La madre de mi Señor" (Lc 1, 43). Ciertamente, el Señor es Jesús, quien es Dios mismo. Si aceptamos que María es verdadera y real madre del Señor Jesús, entonces Ella es, por tanto, verdadera y real Madre de Dios, puesto que el Señor Jesús es Dios mismo. Sostener que María es madre "solamente" del cuerpo físico del Señor es absurdo. El Señor Jesús es una persona completa. Pretender separar su divinidad y su humanidad es absurdo, y es una herejía conocida como nestorianismo, que dice que hay dos personas separadas en Cristo encarnado: una divina (el hijo de Dios) y otra humana (el hijo de María). La herejía fue condenada y la doctrina aclarada en el Concilio de Efeso en el año 431.
Lógicamente, la divinidad del Señor Jesús no proviene de María, pero no por esto ella deja de ser verdaderamente Su Madre. Lo mismo sucede con nosotros: el alma inmortal que cada uno de nosotros posee proviene directamente de Dios, pero eso no significa que mi madre no sea verdadera madre mía. Hay que recordar que fue voluntad del Señor el haberse encarnado en una mujer, y que esa Mujer fuese su Madre. Dios no necesitaba una Madre, pero quiso actuar así en su plan de Salvación, y por su Voluntad María fue elegida como Madre de Dios "porque ninguna cosa es imposible para Dios" (Lc 1, 37)
Los evangélicos dicen:
A María se le llama "intercesora", lo cual es antibíblico, según 1 Tim 2, 5 que dice "Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús"
La Iglesia Católica nunca ha enseñado que María ocupe el lugar del Señor Jesús, todo lo contrario. La Iglesia ha proclamado siempre que Cristo es el único camino para llegar al Padre, y que sólo por Él es que somos reconciliados. Por ello, y en este sentido, Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres, el único en el cual Dios y el hombre son reconciliados.
Sin embargo, hay otro sentido de la palabra "mediador". Por ejemplo, si le pides a alguien que ore por ti, entonces esa persona está "mediando" o "intercediendo" por ti ante Dios. En este sentido, cualquiera puede interceder ante Dios por otra persona, y esto en nada oscurece o disminuye la mediación y la reconciliación traída por Jesucristo, todo lo contrario. Y es en este sentido que decimos que Santa María es intercesora, y lo es por excelencia, ya que es la que más estuvo unida al Verbo Encarnado, siendo su propia Madre.
¿Hay algún ejemplo en el cual Santa María haya intercedido por alguien más en los Evangelios? La respuesta la encontramos en el pasaje de las bodas de Caná:
"Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino.» Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora. » Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que él os diga.» Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba. «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala.» Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora.» Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos." (Jn 2, 1-11)
El pasaje no es una simple anécdota del Evangelio, es el primer milagro del Señor Jesús. Juan dice que fue ahí donde Él empezó sus señales y manifestó su gloria. María se dirige al Señor, expresándole su preocupación por los novios con las palabras "No tienen vino", y espera de Él una intervención que la resuelva. La aparente negativa de Jesús no es sino eso, aparente. María, que confía en su Hijo, le deja toda la iniciativa a Él, dirigiéndose a los sirvientes e invitándolos a hacer lo que Él les diga. Y su confianza es recompensada. El Señor obra el milagro, transformando el agua en vino. La intervención de Santa María en el primer milagro de su Hijo no es accidental. El pasaje de las bodas de Caná pone de relieve el papel cooperador de María en la misión del Señor Jesús.
Los evangélicos dicen:
María tuvo otros hijos. En la Biblia se habla claramente de los "hermanos de Jesús" (Mt 12, 46; Mt 13, 55; Mc 3, 31, etc.)
La palabra griega que se utiliza para designar a los hermanos de Jesús es "adelphos", y tiene distintos significados: hermano de sangre, compañeros, compatriotas, etc. Ninguno de los Evangelios menciona otros hijos de María como tales. Por otro lado, la respuesta de Santa María al ángel "«¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»" (Lc 1, 34) cuando él le anuncia que va a concebir un hijo, no puede entenderse si María no hubiera tenido la intención de permanecer virgen, pues en ese momento ya estaba desposada con José (Lc 1, 27). "Conocer" en este caso significa tener relaciones sexuales íntimas. Si María hubiese pensado en tener relaciones con José, el hecho de que el ángel le anuncie que va a tener un hijo le habría parecido consecuencia natural de su matrimonio, con lo cual no hubiera dado esa respuesta.
El Evangelio también dice que Jesús es el hijo primogénito de María (Lc 2, 7) y algunos pretenden ver en esto una prueba de que María tenía otros hijos. Sin embargo, la palabra "primogénito " solamente hace referencia al primer nacido, y no de si tiene o no tiene hermanos.
Los evangélicos dicen:
María no fue virgen después del parto. En Lc 1, 25 se lee "Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús", esto implica que después de que María dio a luz a Jesús tuvo relaciones con José.
El verbo "hasta" en este caso, quiere resaltar el simple hecho de que José no tuvo relaciones con María antes de que ella diese a luz a Jesús. No implica de ningún modo que José tuviera relaciones con María luego del nacimiento de Cristo.
MARIA FUE ES Y SERA VIRGEN III

No hay nada accidental ni de puro ornato en las obras del Altísimo. Sus operaciones no nos ofrecen ni superfluidades, ni accesorios puramente extrínsecos. Dios no hace solamente uso de sus criaturas: entran en sus designios, y forman parte integrante de ellos, y cada una de las partes de una obra divina forma una de las perfecciones de aquella obra. Es uno de los rasgos característicos de la operación divina, el que no hay en ella nada que no sea una perfección especial. Así María se remonta á la fuente misma de la creación. Fue la elección de Dios mismo, que la escogió para que fuese su Madre. Ha sido la puerta por la que el Creador ha entrado en su propia creación. Le ha servido de una manera y para un fin como jamas criatura alguna ha podido hacerlo ni lo hará. ¿Cuánta, pues, debe haber sido su hermosura, cuánta su santidad, sus privilegios, su exaltación?. Rebajar todo eso, es rebajar la sabiduría y la bondad de Dios. Cuando hemos dicho que María era la elección eterna del Verbo, hemos dicho todo lo que comprende la doctrina de la Iglesia en cuanto á ella, y todos los homenajes de los cristianos con respecto á ella. Cuando consideramos el deseo del Verbo de tomar una naturaleza creada, cuando examinamos la elección que hizo de una naturaleza humana, cuando reflexionamos en la elección más decidida de su alma y de su cuerpo, y añadimos á todas esas consideraciones el recuerdo de su inmenso amor, podemos ver hasta qué punto debe regocijarse su bondad con la elección de su Madre, sobre todo si recordamos que el tierno amor que la tenía debía ser una de sus principales gracias, y una de las más grandes de todas sus perfecciones humanas. Todas las criaturas posibles estaban delante de él: había de escoger entre ellas la que debía aproximarse más, la que debía amarle y tener un derecho natural de amarle más que las demás, en fin, la que el deber lo mismo que la preferencia debían estimularla á amarle con el amor más intenso, y eligió á María. ¿Qué más podemos decir?. Llevó á cabo su idea, ó más bien, no sólo cumplió su idea, sino que ella misma era su idea, y la idea que tenía de ella ha sido la causa de su creación. Todo lo que la teología nos enseña acerca de María, se apoya en esa elección eterna y eficaz que se hizo de ella en el seno del Padre.

Nada se sabía de la Madre de Jesús. Vivía en Nazaret. Oculta a los ojos de los hombres, pero no a los ojos de Dios. Más adelante contará Ella misma los hechos que la llevan a la maternidad, y a descubrir su vocación y su misión en la vida y en los planes de Dios. Hasta la anunciación del arcángel Gabriel, María de Nazaret era una mujer israelita perfectamente desconocida. Su vida trasciende la historia por el libre y amoroso cumplimiento de la misión que le fue asignada desde la eternidad y que Ella conoció a través del arcángel.

Infancia de María
Nace en una familia de la tribu de Judá; sus padres se llaman Joaquín y Ana. Diversas tradiciones(a) nos la sitúan muy pequeña en el Templo donde aprende la Sagrada Escritura a un nivel no usual a las mujeres de Israel. Pero lo importante era su trato con Dios desde el principio. En su infancia, o primera adolescencia, es cuando percibe con claridad que Dios le pide vivir virgen por amor a Dios. Su vida de oración es intensa para poder descubrir algo infrecuente: La entrega total prescindiendo de algo tan bueno, y tan bendecido por Dios en todos los libros santos y en la conciencia de los humanos, como el matrimonio y la maternidad. Pero Dios quería de Ella ese modo de vivir que es amar con el corazón indiviso, sin anticipos de cosas buenas, en oblación total. Más adelante, Jesús dirá que no todos entienden estas cosas. Pero Ella entiende porque, aunque no lo sepa, desde su concepción tiene un privilegio especialísimo: no estar afectada por el pecado original y estar, por tanto, llena de la gracia de Dios. Ella es amada de Dios de un modo nuevo, en previsión de los méritos del que será su Hijo. Ella no lo sabe, pero sí sabe que tiene una gran intimidad con Dios, que le ama de un modo pleno, que bebe sus palabras y sintoniza plenamente con el querer divino.

Los planes de Dios
Cuando cumple trece años, sus familiares, siguiendo las costumbres del momento, deciden poner los medios para que se case del mejor modo posible. Para eso miran entre los varones de la tribu, y descubren uno que tiene todas las condiciones: José, vecino también de Nazaret. Era justo, es decir, cumplidor de la ley, honrado, trabajador, piadoso. Un buen hombre a ojos de todos, que puede encajar muy bien con el carácter de María. Los planes de Dios siguen su curso. Ahora podrá ser Madre virginal protegida a los ojos de todos por el Matrimonio con José.

4.1 - RESEÑA HISTÓRICA DE LA VIDA DE MARIA
No sabemos cuándo nació ni quienes fueron sus padres. La tradición(a) afirma que nació en Jerusalén y que sus padres se llamaron Joaquín y Ana (1). Llamada Miryam en hebreo, María en griego y en latín. Fue una sencilla y humilde muchacha del pueblo. Emparentada con levitas y sacerdotes. El silencio envuelve toda su vida. En el Nuevo Testamento aparece sólo ocho veces. (2)
1- El Protoevangelio de Santiago atribuye estos nombres a los padres de la Virgen María. Su culto está unido a la devoción mariana. Ambos esposos, en la tradición de la Iglesia, son prototipo de las bendiciones divinas.(MISAL DE LA COMUN.II p. 629).

2- Cfr. ELIZAGA J. "María a la luz de la Biblia y de la historia" (Ed. Lumen 1992. Páginas. 9-2)

EN EL ANTIGUO TESTAMENTO:
Isaías 66, 7
En el Nuevo Testamento:
Ap. 12, 1-2
Ap. 12, 17

(a) PADRES de la IGLESIA
La palabra padre se aplicaba al maestro y los maestros se consideraban como padres de sus alumnos. El oficio de enseñar incumbía al obispo y se hizo extensivo a los escritores eclesiásticos siempre que fueran reconocidos como representantes de la tradición de la Iglesia.
Hoy se consideran Padres de la Iglesia los que reúnen las siguientes condiciones: ortodoxia de doctrina, santidad de vida, aprobación eclesiástica y antigüedad. Cuando estos Padres hablan de doctrinas, hablan de ellas como de doctrinas universalmente admitidas. Nosotros aceptamos lo que ellos enseñan porque dan testimonio de que en su tiempo las profesaban todos los cristianos, en todas partes. Nunca hablan de sus opiniones personales
Son estos Padres, escritores cristianos del siglo I o principios del II cuyas enseñanzas pueden considerarse como eco bastante directo de la predicación de los Apóstoles a quienes conocieron personalmente. Se les da mucha importancia por considerar la Tradición como fuente de la fe.
Padres apostólicos
Terminología puesta en uso por los eruditos del siglo XVII. Se consideran: Bernabé, Clemente de Roma, Ignacio de Antioquía, Policarpo de Esmirna y Hermas, lo que fue ampliado luego con Papías de Hierápolis. Hermas y Bernabé se colocan dentro de los escritos apócrifos (de todo libro atribuido a autor sagrado, que no esta incluido en el canon de la Sagrada Escritura)
Los Padres apostólicos pertenecen a la generación inmediata a la de los apóstoles. Sus escritos responden a determinadas exigencias concretas de las cristiandades en un determinado momento, por lo que en sus escritos predominan los temas morales, disciplinares o cultuales siendo que su contenido doctrinal no aparece como muy rico y profundo. Se insinúan las que habrían de ser líneas fundamentales del pensamiento cristiano, tratando de guiar y edificar a los fieles.
Sus escritos son de carácter pastoral. Por contenido y estilo están en relación con los escritos del Nuevo Testamento, en particular con las Epístolas. Se les puede considerar como eslabones entre la época de la revelación y la de la tradición, y como testigos de importancia para la fe cristiana.
A pesar de pertenecer a regiones muy distintas del Imperio Romano presentan un conjunto uniforme de ideas, dando una imagen clara de la doctrina cristiana a fines del siglo I.

El papa Juan Pablo II dice: “ Un gran elemento de unidad entre el cristianismo de Oriente y el de Occidente es la veneración común a los padres de la Iglesia” (L’Osservatore Romano, 9 de Agosto de 1996)

Parroquia San Roque – Diócesis de Resistencia- Catequesis Familiar Kerigmática –
Investigación : Junio de 2004
 

Historia II
Miguel el 15-09-2007, 17:51 (UTC)
 SAUL - DAVID - SALOMON

Epoca:
Saúl: 1035-1015.
David: 1015- 975.
Salomón : 975- 935.

Fuentes:
1 Sam. ( 8-31 ) , y 2 Sam. ; 1 Re (1-11); .
1 y 2 Crón. (1-9).

Género: Los libros de Samuel son del género histórico.

Antigüedad. Utilizan algunos documentos contemporáneos de los acontecimientos. Los libros de los Reyes datan de la época del destierro. Algunos fragmentos de la obra pasaron más tarde al libro de Isaías, y otros al de Jeremías.

LA MONARQUIA EN ISRAEL

Razones del cambio de orientación:
Para luchar se hizo la unidad dentro de cada grupo montañoso. Es preciso aunar todas las fuerzas de la nación para resistir a los Filisteos de un modo permanente. Esto requiere la presencia de un jefe que dirija a los combatientes. Dios respeta las leyes históricas.

Esto se fundamenta en:

Los Hebreos habían pasado del régimen semi nómada a la vida sedentaria. Esta reclama la institución real.
Los pueblos circundantes vivían bajo ese régimen.

Las dudas de Samuel

Por parte de Dios. - Parece una desobediencia a Dios. Moisés en el Sinaí ha instituido un gobierno teocrático. Yavé es el que gobierna.

Por parte del rey. - En adelante la elección de una sola familia remplazará la elección de Dios sobre individuos aislados. Puede fácilmente imponer a un incapaz o a un ambicioso. Hay motivos de temer que deje de lado la religión y se entregue a la política. Puede perder así el sentido de su vocación: conservar intacta la Revelación monoteísta en espera del Mesías.

El Rey dentro del pueblo elegido
a ) Es el representante de Dios frente a su pueblo.

b ) Es sacerdote de su pueblo, como mediador natural entre él y Dios.
c ) Es también hijo de Dios. "Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo" (2 Sam. 7, 14).

d ) Ungido de Yavé, el rey ayudará al pueblo en su vocación peculiar. Deberá mantener el depósito del monoteísmo, y luchar contra el paganismo.

La monarquía en el plan divino
La monarquía se presenta como la condición natural permitida por la Providencia para la liberación definitiva del territorio y la independencia del pueblo elegido. Es parte de la evolución política dentro del pueblo elegido bajo la presión del peligro exterior.
Durante el destierro ya se introduce la idea de considerar al Mesías como
el Rey ideal.

La monarquía en la historia de Israel

Esta historia comprende dos partes de desigual duración:

a ) La monarquía unificada: Saúl, David y Salomón (1035-935).

Terminan la conquista de la Tierra Prometida.

Manifiestan las tendencias de la monarquía:

Saúl: independencia frente al poder espiritual.
David : ideal del rey teocrático.
Salomón : irrupción de lo político en lo religioso.

b) La doble monarquía de Judá y de Israel. (935-586).

El reino del Norte (o Israel) con sus frecuentes revoluciones de palacio, el momentáneo esplendor de Samaria y la introducción por Jezabel de los dioses sirios, y con su final, la toma de la capital por el Asirio Sargón, en 721, que acaba con el reino cismático.

E1 reino de Judá, mucho más estable, con la dinastía davídica, pero que se deja también penetrar por el paganismo, a pesar de la reforma religiosa
emprendida por Josías hacia 621. Las intrigas políticas acarrearán la toma de Jerusalén en 586 por Nabucodonosor, rey de Babilonia. Gran parte de la población será deportada a Mesopotamia.

SAUL

Era de la tribu de Benjamin. Ungido por Samuel (1 Sam. 9) fue presentado al pueblo en Masfa al término de una elección por la suerte. Ver 1 Sam, 10


Acción política y militar de Saúl. Lucha contra los Amonitas, Amalecitas y Filisteos.

a ) Amonitas. - Quiere inaugurar su reinado con un éxito militar. Con motivo del sitio de Jabés, ciudad de Galaad, por los Amonitas, exige que todo Israel lo siga. Derrota total de los enemigos y confirmación de su corona.

b ) Amalecitas. - Quiere unificar a las tribus, pero Judá se opone. Por eso va en su auxilio defendiéndola de las incursiones de los nómadas del Neheb. Esta lucha contra los Amalecitas se termina con una completa victoria.

c ) Filisteos. - Era el peligro mayor. No termina con esta amenaza
y su reinado sucumbirá en el desastre de Gelboe, en el que el arca caerá en manos de los Filisteos y el rey muere.


Grandeza y miseria. Saúl ha realizado alguna unidad :

- Especialmente ha combatido saliendo de Galaad y de Gaba de Benjamín, librando de momento a los Israelitas de la amenaza enemiga.

- La incipiente centralización hace que los Hebreos tomen conciencia de su unidad. Pero introduce en Israel gérmenes de descomposición :

1. No es Saúl el jefe desinteresado, humilde intermediario entre Yavé y su pueblo, tal como Samuel lo había deseado: piensa más en sí que en Yavé, en el interés de su casa y no de la Alianza mosaica.

2. Es un desequilibrado, y su neurastenia dará a la segunda parte de su reinado un color sombrío.

La segunda parte del reinado

Neurastenia del rey. Es el hecho dominante. Habla la Biblia de un "espíritu malo" proveniente de Yavé. No es el demonio, pues los antiguos atribuían a un "espíritu" las manifestaciones de desequilibrio mental, las crisis de epilepsia o de locura furiosa.

Aislamiento progresivo de Saúl. Es David el último hijo de Isaí de la tribu de Judá. Es un joven simpático, hábil músico, toca el arpa o "kinnor"; pastor de los rebaños de su padre, es inteligente y vigoroso.
Enviado a la corte de Saúl; por su habilidad musical, ejerce al principio una influencia aquietante sobre el rey, quien pronto lo hace su escudero.
Pero el episodio de Goliat determina un apartamiento en la simpatía del rey. La envidia empieza a trabajar en Saúl. Sé da cuenta de que David es capaz de ser su rival. Saúl, que tanto sufría por el abandono de Samuel, tiene ya impresión de hundirse aun más en la soledad.

El odio del rey para con David. - La envidia de Saúl se va poco a poco cambiando en odio.

•Por dos veces arroja su lanza sobre David, mientras éste está tocando el arpa.

•Promete que le dará a Micol (su hija) por esposa, pero antes debe mostrarse valeroso contra los Filisteos, confiando que cometa una imprudencia mortal. Como salió ileso, David llega a ser yerno del rey ( 1 Sam.18 ).

Finalmente, la tensión es tan aguda que David abandona la corte.

Saúl ya no puede dominarse

•Manda asesinar a los sacerdotes de Nobé por haber alojado a David.
•Quita Micol a David y se la da a un nuevo esposo. Y lo persigue sin descanso.


Sus guaridas se sitúan al oeste del Mar Muerto, alrededor de Hebrón (1 Sam. 23, 24, 25). Tiene, sin embargo, algunos momentos de lucidez (ver 1 Sam. 27)

Muerte de Saúl. - Fue obra de los Filisteos. Estos intentaron ocupar la llanura de Yizreel, que se extiende entre el Carmelo y Betsan. Saúl ha perdido la esperanza. Consulta en vano a Yavé (1 Sam. 28, 6). Consulta entonces a una pitonisa que evoca los espíritus de los muertos. Esta acepta en hacer aparecer a Samuel: de la conversación se deduce que Saúl está perdido.
Efectivamente, la batalla de Gelboe fue un desastre: huyeron los Hebreos, tres de los hijos de Saúl fueron muertos, el rey se arroja sobre su espada y se mata.

Conclusiones

1. Saúl prepara el camino a su sucesor.
2. Sus súbditos han sentido por él verdadera compasión.
3. David mismo pronunció sobre Saúl y Jonatán una bellísima elegía.

DAVID

David ha consolidado la Alianza mosaica.

1. Indirectamente, con su obra política de unificación.
2. Directamente, con su obra religiosa.
3. Por eso, a pesar de las crisis por las que pasó su reinado.
4. Será la figura del Mesías futuro.

Obra política de unificación

El poder real. - Por culpa de Saúl, la tribu de Judá se aparta de las demás. David es proclamado rey por sus partidarios. Por el contrario, las otras tribus permanecen fieles a la casa de Saúl y reconocen por rey a su hijo Isbaal.
Le hará falta a David más de siete años para rehacer la unidad en provecho propio.
Lo ayuda Abner, jefe del ejército del Norte. Tras dificultades con Isbaal, se vuelve hacia David, quien acepta pactar. Inicia conversaciones con los jefes de las tribus del Norte. David es ungido de nuevo en Hebrón.
En adelante David será el único rey de todas las tribus.

La capital: Jerusalén. - Para reforzar esta unidad David quiso facilitar la unión entre las tribus. Hasta entonces el lugar de reunión era Silo, por hallarse ahí el Arca de la Alianza. Ahora había que hallar un lugar neutral que no fuese de nadie. David lo descubrió en los límites entre Benjamín y Judá: allí estaba la capital de los Jebuseos. Fue conquistada gracias a un ardid de Joab, general del rey ( 2 Sam. 5, 6-9 ).

David transportó el Arca de la Alianza en medio de grandes solemnidades.
La presencia del Arca consagraba el carácter de Jerusalén y a todos recordaba que el lazo más fuerte de unión era su fe en Yavé.

Poderío de ejército, dinastía

David vence a los Filisteos en múltiples encuentros, dejándoles como única posesión la zona costeña y obligándolos a aceptar su alianza.

Moabitas, Edomitas, Sirios de Damasco tuvieron que reconocer su poderío.

Se forjó un ejército consistente, bajo la dirección de Abner. Los cuadros los formaban los "treinta bravos de David", cuyas hazañas eran las
delicias de todo el reino. Alrededor de ellos había 600 hombres escogidos, sobrevivientes o descendientes de los veteranos compañeros del rey, cuando andaba errante por el desierto de Judá, perseguido por Saúl.

Pero, ante todo, creó una dinastía durable. La monarquía estaba sólidamente arraigada. Sus dotes naturales muy pronto le ganaron la simpatía universal, su diplomacia personal y las circunstancias hicieron el resto.

Nadie ignoraba su parentesco con el rey difunto, ni su íntegra amistad con Jonatán. Isbaal, hijo sobreviviente. de Saúl, era un joven sin autoridad
fue muerto por dos oficiales suyos. Abner, que ejercía prácticamente la autoridad en el Norte, se había pasado hacia poco al bando de David, arrastrando así a los notables de las principales tribus. Quedaba Mefibaal, hijo de Jonatán. En recuerdo de Jonatán y en cumplimiento de la promesa hecha en otro tiempo a Saúl (1 Sam. 20, 15 y 24, 22), David llamó a su corte al hijo de su amigo.

Sin duda, deseaba controlar sus actividades; pero la verdad es que lo trató como a un hijo. Por tanto, la familia de Saúl ya no podría crearle problemas para el porvenir de su dinastía.

Obra religiosa

La entrada del Arca en Jerusalén. - El Salmo 132, aunque posterior, puede darnos una idea del cortejo cuando llega al lugar donde se encuentra desde la muerte de Saúl, en la región de Betel (1 Sam. c. 7).

El segundo libro de Samuel nos presenta a David dirigiendo, las ceremonias litúrgicas(2 Sam. 7)

Organización litúrgica.

David hubiese querido levantar un templo a Dios. Comunica su proyecto al
profeta Natán, que rehusa (2 Sam. 7) (Por ser tradicionalista, le repugna ver la morada de Dios bajo otra forma que la tienda del nómada)

Quizá también Natán piensa en la guerra civil que había sostenido. En todo caso, por parte de David, era un acto de buena voluntad procedente de una recta intención. Dios se lo recompensa prometiéndole una dinastía: 2 Sam 7, 12-16)

Con este motivo, tenemos una muestra de la piedad del rey: da gracias al Señor por la promesa que le acaba de hacer: 2 Sam. 7, 18-29

La, tradición nos dice con seguridad que David comenzó la organización del culto sedentario (Moisés fue el primer organizador).

l • El sacerdocio. Abiatar descendiente de Helí, amigo de David, asume la dirección del servicio religioso litúrgico.

Sadoc, que pertenecía a la rama directa de la familia de Aarón, ejerce su actividad en el viejo santuario de Gabaón.

Durante el reinado de Salomón, Abiatar será destituido por el rey.

2. La plegaria. El Nuevo Testamento atribuye a David los Salmos 2, l6, y 32, 69,

Es exacto afirmar que David fue, sin duda, el iniciador de este movimiento, sin que se pueda determinar cuántos salmos compuso.

LAS CRISIS DEL REINADO

Las debilidades del monarca.

En su principio, David fue el hombre feliz. Luego, su carácter se va manifestando con su defecto dominante: la debilidad. Ella será el origen de las crisis de su reinado.

a ) El caso más célebre es el de sus relaciones con Betsabé, mujer de Urías
Por gozar de un inmenso poder, piensa que puede disponer a su gusto del honor y de la vida de sus súbditos. (2 Sam 11-12).

No duda el profeta Natán en echarle en cara su doble crimen. Reconoce David su debilidad y pide perdón a Dios. (Salmo 51)

b ) David, que había sido un jefe guerrillero tan valiente, mientras iba por el desierto errante o cuando conquistaba el trono sobre todo Israel, es incapaz de ejercer una autoridad efectiva dentro de su familia.
A medida que su poder iba en aumento, crecía el número de sus esposas, según la costumbre de todo monarca oriental. Micol no le dio descendencia,pero en adelante la tuvo muy numerosa. Procedente de diversas mujeres, esos hijos naturalmente se envidiaban unos a otros; sus respectivas madres se volvían ambiciosas para sus hijos al acercarse la sucesión al trono.
Hubiese sido necesaria una firmeza casi brutal para refrenar las ambiciones de unos y de las otras. Sin duda, David esperaba que la suerte le traería la solución deseada. Mas tuvo que enfrentarse con las consecuencias de sus actos.

Sus consecuencias. - Comenzaron por las relaciones culpables de Amnón con Tamar, hermana de sangre, David no intervino, no corrige ni reprime. Esto produjo que Absalón (hermano de Tamar) matara a Amnón luego de dos años de odio. Absalón huye por tres años, luego es perdonado.

Poco después Absalón comienza a intrigar, está impaciente por reinar. Busca la popularidad, organiza una poderosa conjuración, y cuando estalla la rebelión, David se ve obligado a huir. Durante la lucha, Absalón es muerto también.

En adelante será Adonías quien pretenda el trono. Pero en los últimos años de David, es Betsabé, la esposa predilecta, quien interviene. Y tiene en su favor al profeta Natán, a1 otro sumo sacerdote Sadoc, y a la flor y nata del ejército.


El hombre de una época. "E1 santo rey David", es bien de su época, a pesar de su profunda piedad y de su celo para promover la fe y el culto de Yavé, es víctima de su propia formación. Esta mezcla de grandeza y de miseria nos parece reflejarse perfectamente en el postrer acto político y religioso de David: en lo que podríamos llamar su "Testamento".

David se siente morir. Llama a su lado a Salomón y le da sus últimas recomendaciones. (1 Re. 2, 1-9).

David y el Mesías

Para nosotros cristianos, el Mesías es ante todo el Hijo de Dios. Pero en la perspectiva divina, es también descendiente de Abraham e hijo de David. Cuando recibe María su vocación en el día de la Anunciación, el mensaje del ángel precisa esta doble pertenencia: "Este será grande, y será reconocido como Hijo del Altísimo y, le dará el Señor Dios el trono de David su padre" (Lc. l, 32). Los elementos fundamentales de esta figura ya existen en tiempo de David: el rey, el reino y su capital. Los profetas irán desarrollando la idea mesiánica en estas tres direcciones.

Conclusión

Si Moisés dio la forma del gobierno teocrático, David dio prueba de que el pueblo elegido podía vivir ese ideal.

El ha asentado definitivamente la monarquía dentro del pueblo elegido. Durante cinco siglos aparecerá como el monarca simpático, respetuoso de la
libertad de sus súbditos, rey piadoso, fiel a la Alianza.

Siguiendo estos conceptos, los Profetas van a delinear el carácter "real" del Mesías futuro. Este será el Rey perfecto. Si miramos la unidad del pueblo elegido, la obra de David se presenta como frágil. Dos siglos antes, eran todavía nómadas los Hebreos, su espíritu de independencia es patente durante el período de los Jueces y fue necesario un peligro apremiante para que aceptasen a Saúl.

No olvidar que David llegó a reinar sobre todas las tribus después de negociar con sus jefes. No se trata, por lo tanto, de un poder absoluto. Lo que la habilidad y el encanto de David habían conseguido por el momento, podía volverse a debatir si el poder real venía a debilitarse, y si las cláusulas del acuerdo no eran respetadas. En una palabra, David necesitaba un sucesor de su talla. La centralización realizada iba a pesar en la balanza.

Si se mantenía sería un reino ideal, como el que soñaban los profetas; de lo contrario, sería la enemistad entre hermanos de la misma raza. Y al mismo tiempo, ya que el rey había tomado posesión de la ciudad de David, y allí había centrado el culto, el monoteísmo se pondría más o menos tarde en tela de juicio.

Por ello nos damos cuenta de la importancia del sucesor inmediato. Salomón podrá perfeccionar la unificación de los Hebreos y terminar la conquista del territorio; edificar el templo. Pero hay peligro de enriquecerse a expensas de sus súbditos, de entregarse a construcciones suntuosas restringiendo la libertad con trabajos pesados y contribuciones, de pactar con sus poderosos vecinos en detrimento de la pureza de la fe mosaica.

Esta será la actitud de Salomón. Así como el período de los Jueces continúa la obra de Moisés, así el reinado de Salomón introduce en la obra de David, su padre, gérmenes de destrucción.

SALOMON

Salomón perfecciona la obra de su padre:

1. En el plan político, terminando la conquista de Canaán y organizando el reino de un modo moderno.

2. En el plan religioso, edificando el templo y orientándose hacia la "Sabiduría".

Introduce un germen de destrucción:

a ) Dando cabida a elementos extraños a la mentalidad del pueblo elegido.

b ) Proponiéndole fines puramente humanos en lugar de su ideal de fe.


Continuación de la obra davídica

Su acción política.

•El reino se organiza en 12 prefecturas, cada una ha de sostener el gasto de la corte real durante un mes.

•Hay un desarrollo económico intenso en todo el país: son numerosos los intercambios con Tiro, Egipto y Damasco.

Su obra religiosa. Salomón construye el templo, con la ayuda de Hirám, rey de Tiro. Empieza por una explanada, gracias a un muro de contención que encierra casi toda la colina de Moriah. El recinto medía 400 metros de largo por 300 de ancho. El templo estaba orientado de Este a Oeste: comprendía el Santo o Hekhal y el Santo de los Santos o Debhir. El Santo, precedido de un gran vestíbulo – el Ulam - dominado por dos columnas de bronce, medía 20 metros de largo por 10 de ancho, iluminado por aberturas profundas. Contenía: el altar de los perfumes, de cedro dorado - diez candelabros colocados sobre sendas mesas y ardiendo en honor de la presencia de Dios; la mesa de los panes de proposición (panes puestos ante Yavé).

El Santo de los Santos, separado del Santo por un velo de tela preciosa, encerraba el Arca de la Alianza, protegida por las alas de dos querubines.
Medía 10 metros de largo y otro tanto de ancho, había ventana alguna. El rey entraba en el Santo tres veces al año para ofrecer un sacrificio en el altar de los perfumes (1 Re. 9, 25); los sacerdotes, cuando era preciso renovar las luces o las ofrendas.

En tiempo de Salomón, no se sabe quién penetraba en el Santo de los Santos y en qué días. Delante del templo se hallaba el altar de bronce que servía para los sacrificios de animales: más tarde se le llamará el altar de los holocaustos. No lejos de ahí un enorme embalse móvil, de bronce, destinado a las abluciones de los sacerdotes, estaba soportado por cuatro grupos de tres bueyes: era el mar de bronce.

E1 templo de Salomón había de subsistir tanto como el reino de Judá. Con él, en el año 586 desaparecerá el Arca de la Alianza. E1 que reconstruirán los repatriados entre 520 y 515, y cuya dedicación se hará ese último año estará inspirado en el mensaje de Ezequiel, tendrá además una serie de pórticos o patios. Yavé también se ha hecho “sedentario” como su pueblo.

SALOMON TUVO UNA GRAN SABIDURIA

Inserción de Gérmenes de muerte

a) Quema sus etapas. Se vuelve déspota con un pueblo que aún gusta de la independencia del nómada. Les da trabajos pesados.
b) Comienza falseando la perspectiva de la Alianza. (riqueza, harén, predominio de lo económico) contra el ideal de fe de David.
c) Sus matrimonios con extranjeras (1 Re. 2, 1-8) pactados por motivo de alianzas políticas ventajosas determinan la infiltración de elementos paganos. E1 hijo de David no consideraba la Alianza como un contrato tan exclusivo, ni que Yavé fuese un Dios celoso.

Consecuencias: Natán reprochó a David su debilidad. Ajías de Silo no se atrevió a enfrentarse con Salomón, pero libró contra él una oposición, que traería la rebelión de Jeroboam durante la vida del rey y el cisma de las diez tribus después de su muerte.

EL PROFETA
La Biblia hace mención de varias categorías de Profetas:

1. Los hijos de los profetas. Son algunos hombres piadosos y de gran generosidad que adoptan un modo de vivir especial: vida de comunidad, danza acompañada de música, diversos ejercicios que los predisponen a una especie de éxtasis. Estos son los "hijos de profetas" (= grupos de profetas).

Ver: 1 Sam. 10, 5-6; 19, 20-24. De estas agrupaciones no ha salido ningún profeta auténtico.

Elías y Eliseo utilizarán estas agrupaciones proféticas, por lo menos en ciertas circunstancias (1 Re. 18, 22; 2 Re. 4, 38).

2. Los profetas cortesanos: Entre estos hijos de profetas o entre algunos individuos particulares, hubo quienes siguieron lo fácil en lugar de transmitir el mensaje divino con toda su austeridad y prefirieron adaptarlo a las preferencias de los poderes (Ver 1 Re. 22, 5-8). En tiempo de Jeremías, éste sufrirá la oposición de Ananías (Jer.28). Ver también la reflexión de Amós (Am. 7,14).

3. Los profetas de Baal. Son parte de un profetismo pagano. Tuvieron su apogeo en tiempos de Jezabel, quien los había introducido en Israel. Dan culto a Baal, nombre que sirve para designar tanto un dios cananeo como una divinidad fenicia. También pueden "profetizar" como los profetas de Yavé.

4. Los profetas por vocación. Antes del siglo VIII, los informes son fragmentarios: Natán, en tiempo de David (2 Sam. 12, 1), Ajías en el de
Salomón (1 Re. 2, 29), y también Miqueas, hijo de Yemla, contemporáneo de Acab ( 1 Re. 22, 14 ) aparecen tan súbitamente como desaparecen.

Desde el siglo VIII nos acercamos más al Profeta, penetramos mejor su actividad, ya hasta su vida personal, pues tenemos escritos sus oráculos. A diferencia del sacerdocio, la función profética no se transmite de padre a hijo: hay en esto un indicio de un llamamiento positivo de Dios.

Algunos nos han transmitido las circunstancias de su vocación profética. Esos detalles nos permiten establecer una relación entre ese llamamiento del Profeta y su actividad. Además, el Profeta es consciente de una misión
que se le impone y lo hace responsable de los demás. E1 cumplimiento de esa misión supone una total docilidad al mensaje divino; no se trata de adular, sino de ser verídico.

Se dividen, no por la influencia, sino por la extensión de sus libros en:

1. Profetas mayores: Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel.

2 . Profetas menores: los doce restantes.

E1 último profeta escritor que cierra la serie canónica es Miqueas (hacia 450).

¿Qué es un Profeta?

Son "hombres de Dios". Llegan en un momento en que el ideal religioso transmitido por Moisés acusa un debilitamiento muy marcado.
No les basta a los Israelitas tener una constitución y un territorio: les es necesario un ideal aceptado y proseguido. Los profetas serán los hombres elegidos por Dios para ayudar a su pueblo a proseguir el ideal mosaico. E1 profeta es el que habla en nombre de Dios. Transmite el mensaje de Dios bajo la influencia del Espíritu que se apodera de él. De la Alianza del Sinaí recordarán sin cesar las condiciones principales y, por lo tanto, serán los hombres de la tradición.
Pero a la luz de Dios y de su mensaje harán también entrever las riquezas espirituales contenidas en la Alianza y por ese lado serán los hombres del progreso y del futuro, los precursores de la Nueva Alianza.

LA PROFECIA

La profecía no es una "predicción". Es un mensaje de Dios transmitido por un Profeta.

Examinemos el capítulo 2 de Oseas. Esta profecía encierra tres elementos distintos :

l. Un juicio sobre el presente. Israel se ha portado con Dios como un hijo ingrato con su padre. A pesar de los beneficios del Exodo, Israel ha sacrificado a los dioses extraños: Os. 11, 1-4

2. Una amenaza de castigo. Dios no puede soportar semejante ingratitud. pronto Asiria será el instrumento providencial que castigará la irremediable infidelidad del reino de Israel (destrucción de Samaria en 721): Os. 11, 5-7

3. Una promesa de resurgimiento. E1 Señor no castiga por gusto. No quiere la definitiva destrucción de su pueblo. E1 castigo es un medio de salvación (Is. 2-4; Ez. 16): Os 11, 8-9)






LOS PROFETAS DE ISRAEL (IX y VIII SIGLOS)

HISTORIA POLITICA DEL REINO DE ISRAEL

En 935, al morir Salomón, se separan las tribus del Norte, y forman el reino de Israel.

Fundación de Samaria. Omri (885-874), hacia 880 escoge el lugar de Samaria y establece allí su capital. Interrumpiendo las luchas que hasta entonces habían ensangrentado a los dos reinos hermanos desvía su sed de conquista contra Moab y le impone un tributo en ovejas y lana. Finalmente hizo que su hijo casara, con Jezabel, la hija del rey de Fenicia, Etbal.

Expansión de Asiria. Entre el final del siglo X y del siglo VII se nota un movimiento continuo de expansión asiria. Con Salmanasar III, en 850, el imperio asirio se extiende por el este hasta el golfo Pérsico, y por el suroeste hasta Egipto.

Actividad de Egipto. A pesar de la decadencia Egipto no deja de intervenir en la política de Asia para contrarrestar a Asiria.

Algunos importantes reyes de Israel. Ajab acentúa la política de paz con Judá inaugurada por Omri, Ataría, hija de Ajab y de Jezabel se casa con Joram hijo de Josafat, rey de Jerusalén. Jehú había comenzado brillantemente su reinado. Pero independizado de Damasco por su alianza con Asiria, se hace vasallo de ésta. Y poco antes de morir pierde todos los territorios de la otra parte del Jordán, tras unas campañas desastrosas contra Hazael de Damasco.

Jeroboam II (783-743) tuvo un reinado feliz de cuarenta años. Aprovechó la decadencia momentánea de Asiria y reconstituyó el reino de Salomón, menos Judá.

Fin del reino. En 735 Israel se alía con Damasco contra el rey de Asiria Teglat Falasar III y desencadenan la guerra siro-efraimita contra Acaz de Judá por haber permanecido neutral.
El asirio se apodera de Damasco en 732 y reduce Siria a provincia asiria. En 725 una conspiración de Israel con Egipto decide a Salmanasar IV a sitiar Samaria.

En 721 Sargón se apodera y destruye el reino de Israel. Según el método habitual de Teglat Falasar III, la mayor parte de los Samaritanos es deportada a Siria; los habitantes son remplazados por colonos extranjeros de Babilonia y Siria (2 Re. 17, 6-24).

ELIAS

Fuentes de su historia

Incluido en el Libro primero de los Reyes tras el capítulo 16, y del que se ha suprimido todo el principio. Por eso no sabemos nada de su vocación ni de su apostolado anterior a la gran sequía.

Había nacido en Tesbis. Ejerció su ministerio profético durante el reinado de Ajab.

1. Situación religiosa del reino de Israel

Jezabel llama de Fenicia a sacerdotes paganos que son los ministros del culto y los propagadores de la religión extranjera (1 Re. 18, 19). Viene después la persecución; Elías declara ser el único superviviente (1 Re 18, 13). Ajab abandona a Yavé y da culto a los baales cananeos (1 Re 18, 18) . La situación es grave: la religión mosaica está en peligro: la Alianza es abandonada.

2. Acción religiosa de Elías

a) Apostolado individual. El ciclo de Elías (1 Re 17, 1-1; 2 Re. l, 18) nos refiere un apostolado del Profeta fuera de Canaán, en Sarepta (en la costa a 15 km. de Sidón). Los milagros mencionados –la multiplicación de la harina y del aceite a favor de una viuda de la región y la resurrección de su hijo -, confirman ante ella la misión del Profeta (1 Re 17, 24).

b) Ensayo de conversión colectiva. Es la famosa escena del Carmelo (1 Re.18) en el cual se desarrolla un “ duelo” entre él y los sacerdotes paganos.


c) A las fuentes de la Alianza. E1 resultado de la escena del Carmelo es muy complejo. A primera vista experimentamos una decepción:

1. Este apostolado de masa no resulta: en aquel momento los presentes a la escena tuvieron una clara noción de su vocación. Fue algo pasajero, y muchos no la habían presenciado.

2. La amenaza de Jezabel contra Elías (1 Re 19) provocan en él un miedo y un desaliento que no era de esperar en un hombre de fe tan intransigente.
"Temió, pues Elías, y se levantó y huyó para salvar su vida".

Pero notamos en Elías el sentido de la Alianza: No solamente trabaja para recordar a los israelitas el depósito religioso que han recibido ("que se sepa hoy que tú eres Dios en Israel"), sino que en el momento de su desaliento, quiere salvaguardar la Alianza del Sinaí y por eso se dirige a la montaña sagrada. Además la visión reconfortante de que es agraciado se parece a la de Moisés (comparar 1 Re 19, 9-18 con Ex. 33, 18-34, 9). Anuncia la necesidad de una relación personal con Dios.

d) Prolongación social. Tal es la historia de la viña de Nabot (1 Re 21). Si interviene Elías es porque la religión era la garantía del orden social; la justicia es esencialmente asunto religioso (Ver Am 8, 4-8: la opresión de los humildes; Is. 3, 16; 4, 1: el lujo excesivo).

e ) Continuidad de su actividad. Escoge un sucesor, Eliseo, hijo de Safat, perteneciente a una familia acomodada de granjeros (1 Re. 19, 19). Le cubre con su manto la espalda en señal de posesión y de influencias (2 Re 2, 9-13).

Comparar la respuesta de Eliseo con Lc. 9, 62

Elías y el Nuevo Testamento

1. El Nuevo Testamento nos recuerda la sequía consecutiva a la oración de Elías (Sant. 5, 17) y su estancia cerca de la viuda de Sarepta (Lc. 4, 26).

2. Junta a Elías con Moisés en la Transfiguración de Cristo (Mt. 17, 3). Hay una continuidad entre estos dos personajes que procede de la antigua Alianza.

3. Pero el personaje que aparece a los ojos de los Judíos del Evangelio como la réplica de Elías es Juan Bautista, en razón de la interpretación de Malaquías 3, 23-24 (Ver Jn. 1, 19-21). El ángel anuncia a Zacarías, su padre, que Juan irá ante el Mesías, "con el espíritu y fortaleza de Elías" (Lc. l, 17). Podemos comparar la vestimenta de Juan (Mt 3, 4) con la de Elías (2 Re.1, 8).
Al igual que Elías, el precursor reconducirá los espíritus rebeldes hacia el conocimiento de Dios. Se espera la vuelta de Elías y preguntan a Juan: "¿Eres tú Elías?" (Jn. l, 21; Mal. 3, l y 23).

AMOS
El hombre

Natural de Tecua, cerca de Belén, en el reino de Judá. Ejerció, sin embargo, su ministerio en el reino del Norte.

Ejerció una doble profesión :
- pastor de ovejas (hay muchos en esa región);
- vendedor de sicómoros (intervención destinada a apresurar su madurez).

Hombre sin cultura y sin distinción mundana, tendrá el gusto de la vida sencilla y de la independencia del espíritu.

El Profeta

Su vocación profética. No es un profeta voluntario. Declara no ser "hijo de profeta" (7, 14). Fue llamado por Dios: "Yavé me tomó de detrás del ganado y me dijo: ŽVe a profetizar a mi pueblo, Israel'" (7, 15).

El momento y el lugar. Hace oír su palabra profética en el reino de Israel, en tiempo de Jeroboam II en 750. Siria estaba entonces debilitada, y Asiria en lucha con el Urartu, mientras que el reino de Samaria en pleno esplendor.

El mensaje. Amós expone un monoteísmo muy puro, que no hace más que recordarlo y un alto contenido social.

a)El Dios de la Alianza. Yavé es el Dios de la naturaleza (4, 13), pero dispone de los pueblos por ser el Omnipotente.

b) Los deberes para con Dios. Ante todo, Dios exige una conducta conforme a la Ley. Am 5, 21-24

c ) Las amenazas. No se hará esperar el castigo. Será tanto más duro cuanto la responsabilidad de Israel sea mayor. 2, 9-12

Los castigos profetizados son los siguientes :

-La invasión asiria (Asiria sin ser nombrada es sobreentendida )
-El destierro de los Samaritanos;
-la desaparición de la dinastía real (7-8) .

El conjunto de estos castigos tienen en Amós una expresión que sus sucesores repetirán: el "Día de Yavé" (5, 18).

d)La esperanza. La profecía de Amós, encierra sin embargo un rayo de esperanza : "Buscad a Yavé y viviréis" (5, 6). Por primera vez se habla de un resto (5, 15).

Fin de su apostolado. Amasfas, sacerdote de Betel, lo denunció al rey, quien le ordena volver a Judá ( 7, 10-13 ). Amós obedece. Ha concluido su carrera profética.

Conclusión

Amós es un profeta austero, y su mensaje es duro. En él hallamos el espíritu del Sinaí. Ha formulado sus exigencias morales. Ni el Nuevo Testamento ni la Liturgia hacen mención alguna de él.

OSEAS

Fuera de su ministerio profético nada sabemos ni de su familia ni de su actividad. Sin embargo, su ambiente social parece ser el de la pequeña burguesía agrícola. Alma tierna y apasionada, ofrece un mensaje con gran resonancia en todo el Antiguo Testamento.

Su carrera profética

Hay que colocarla en el reino del Norte, entre 750 y 730, desde el final del reinado de Jeroboam II hasta los comienzos del de Oseas (el rey). Es la época de mayor expansión de Asiria. En Israel reina la anarquía: Oseas, el Profeta, es testigo del asesinato de cuatro reyes.

El mensaje profético

En toda la escala social se ha pecado contra Yavé. Tanto los reyes como el pueblo elegido han traicionado su vocación, especialmente por sus alianzas con el extranjero (5,13-14). El sacerdocio mismo añade a veces el bandidaje a su ignorancia (6, 9 y 4, 6). E1 conjunto de la nación ha abandonado la Alianza del Sinaí y adora a Yavé con un culto idólatra (el becerro de Samaria: 8, 5) y le añade divinidades cananeas (2, 2). Dios debería abandonarlo, pero lo ama demasiado (2, 8-9). A cambio, pide el don del corazón, mas Israel lo niega. El castigo es seguro: Israel conocerá la miseria (9, 1-6) y los males, secuela de la invasión (13, 15).

Este castigo, sin embargo, preparará la salvación del pueblo elegido. Ante la humillación se arrepentirá Israel y volverá a Yavé ( 14, 1-9). Pero con
una condición: la preeminencia del culto interior sobre el exterior: Os. 6, 6; ver Mt. 9, 13; 12, 7.

Estas ideas se presentan bajo dos temas principales: el amor matrimonial y el éxodo.

a ) Amor matrimonial. La vida del Profeta es todo un símbolo para sus contemporáneos. Gomer, su esposa, se entrega a la vida desordenada tras haberlo abandonado. A pesar de su ira contra esa infidelidad, Oseas sigue amando a Gomer y más tarde la recibirá de nuevo.

Fácil es entender la aplicación. Israel es la esposa de Yavé. Tras un corto lapso de tiempo de fidelidad - el éxodo - y ya antes de entrar en Canaán, todo ha sido prevaricación. Yavé está pues para castigar a la esposa infiel despojándola de todos sus bienes. Vendrá entonces el arrepentimiento, y Dios misericordioso le devolverá su amor anterior: será una renovación de los esponsales (2, 4-23).


b ) El éxodo. Lo considera Oseas como un tiempo de docilidad y fidelidad. Por eso, la conversión de Israel la caracteriza como una vuelta al desierto (2, 14; 12, 10). Acaso haya que ver en este desierto un estado más que un lugar. Esta privación de las ventajas de la vida sedentaria es todo un simbolismo: es preciso que el alma se desprenda de todos los elementos que han causado a desviación de Israel desde su entrada en la tierra de Canaán.

Conclusión

Oseas es ante todo el Profeta del amor misericordioso. E1 tema del amor matrimonial se irá desarrollando en la literatura profética y sapiencial y con San Pablo y San Juan resonará también en el Nuevo Testamento.


LOS PROFETAS DE JUDA EN EL SIGLO VIII

HISTORIA POLITICA DEL REINO DE JUDA

El reino de Judá reducido prácticamente a la tribu de su nombre, tuvo una existencia menos atormentada que el de Israel. Más larga duración: tres siglos y medio en lugar de un poco más de dos (935-586); una capital política y religiosa que favorecía la unidad.

Debilitado por el cisma, situado entre Egipto y los grandes imperios de Mesopotamia, Judá probará una política oportunista que lo llevará finalmente al desastre político.

Judá y Asiria. En el momento en que el reino del Norte desaparece de la escena política, Asiria interviene directamente en los asuntos de Judá: Acaz se convierte entonces en vasallo de Teglar Falasar III( 732).

Ezequías (716-687) se enfrenta a Senaquerib. La capital es sitiada en 701 por el monarca sin llegar a tomarla. Asiria conoce una caída vertical: en 612, Nínive, la capital cae en manos de los Babilonios.

Judá y Egipto. Los Faraones intervienen también constantemente en los asuntos de Judá. Después del cisma Sesac invade el país, saquea los tesoros del templo y del palacio real. Tebas es destruida en 663 (Neh. 3, 8-10).

Oponiéndose a Asiria, incita a Palestina y a Siria a la rebelión contra Nínive al final del siglo VIII. Pero cambia su política con la intervención de Babilonia: hace entonces causa común con Asiria y aprovecha la circunstancia para ocupar los pequeños estados que habían aceptado antes su alianza. Por eso, cuando Josías quiere interceptar el paso al ejército de Necao II no dudará el Faraón en combatirlo: Josías será derrotado y muerto en Megido, el año 609.

Poco después notamos en Jerusalén la existencia de dos partidos políticos:

El partido egipcio que pone su confianza en el poder de Egipto. Esperanza fallida que llevará el reino a su perdición.
El partido babilonio, cuyo principal representante es Jeremías, partidario de la lealtad frente a Babilonia, ya que Judá es su vasallo.
Postura que será considerada como traición.

Judá y Babilonia. En 626, Nabopolasar, general caldeo, ocupa el poder en Babilonia hasta entonces sometida a Asiria.
A la caída de Nínive, los vencedores se reparten el imperio abatido: Nabopolasar se reserva Babilonia, Siria y Palestina. En 605, Nabucodonosor, hijo de Nabopolasar, vence a los Egipcios y piensa por un momento penetrar en el valle del Nilo. En adelante no le queda a Jerusalén sino someterse al nuevo imperio. Con Joaquín, Judá disfruta todavía de cierta independencia, ya que Nabucodonosor ha de volver a Babilonia para resolver los asuntos asirios. En 601 el ejército babilonio se presenta de nuevo en Palestina y Joaquín ha de hacer su sumisión.
Poco después, el partido de la camarilla del rey se vuelve hacia Egipto y estalla la sublevación contra Babilonia. Vuelve Nabucodonosor, toma a Jerusalén y organiza la primera deportación (597) .

Con Sedecias ( 597-586 ) se organiza otra coalición antibabilónica en 593; no tiene éxito alguno. En 588, nueva ocasión y nueva sublevación. Inmediatamente reacciona Nabucodonosor y asedia a Jerusalén (2 Re 25, 1). La esperada intervención del faraón Apríes no llega; tras diez y ocho meses de sitio, en julio de 586, los Babilonios entran en la ciudad. Sedecías ve degollar a todos sus hijos, y a él le quitan los ojos.

Sucede después la destrucción del templo, de las casas, de las murallas del recinto (2 Re. 25, 7-10). Es la segunda deportación: la casi totalidad de la población de Jerusalén y de las principales ciudades toma el camino del desierto. Ya no hay reino de Judá. E1 régimen monárquico había durado 450 años.

La tercera deportación sucedió en 581, después del asesinato de Godolías, el gobernador del país impuesto por los vencedores (Jer 42, 1-43, 7).

ISAIAS

El libro

Le falta unidad. Los 39 primeros capítulos hacen frecuente mención del profeta, aluden a hechos históricos del siglo VIII, conciernen a sus contemporáneós. E1 conjunto es, por lo tanto, incontestablemente de Isaias.

Los capítulos 40 a 56 suponen un ambiente histórico muy diferente: cautividad de Babilonia intervención de Ciro (siglo VI). Además, tanto el pensamiento como el estilo son muy diferentes. No hay ya amenazas, sino esperanza de la vuelta y la gloria de Jerusalén mesiánica. Por eso muchos críticos han creído que estos capítulos son la obra de los herederos de Isaías, posteriores a Ezequiel.
De un modo más preciso, esta última parte del libro encierra los siguientes elementos:

a ) "E1 libro de la consolación de Israel" (40-55), anunciando el fin del destierro.

b ) "Los cantos del siervo de Yavé" ( 42,1-9; 49, 1-7; 50, 4-9; 52, 13-53, 12), que presentan la obra, los combates, el dolor redentor, la muerte y el triunfo de un personaje misterioso que ha de identificarsecon el Mesías.

c ) Colecciones de oráculos anónimos de géneros diferentes y de fecha sin duda algo más tardía( 56-66 ). Aquí veremos solamente del cap.1 al 39.

El hombre

Nace hacia el año 765 Jerusalén. De familia ilustre. Estaba casado, se desconoce el nombre de su esposa. Tuvo de ella dos hijos.

Su carácter es una mezcla de dominio de sí mismo y de total generosidad. Es también de una sensibilidad que le impide encastillarse en su capa social y hace que condene las injusticias de los unos y se compadezca de la miseria de los otros.

Hombre de fe profunda, tiene un vivo sentimiento de la santidad de Dios. En esto estriba la base de su vida religiosa y la orientación que da a su mensaje profético. Muere hacia el 700. El relato de su llamado ol encontramos en el Cap.6

La actividad del Profeta: Dominada por la idea de santidad. El pueblo de Dios es un pueblo santo. Si es santo el Dios de la Alianza, necesariamente santo ha de ser su pueblo. E1 pueblo elegido no es como los otros pueblos. No puede tener la política de ellos o emplear los mismos medios.
Doble será la consecuencia: En caso de necesidad su recurso es la confianza Yavé. Jamás tratará de contraer alianzas con los extraños que quitarían al pueblo de Dios su carácter de santidad.

La santidad del pueblo elegido es una participación de la del Dios de la Alianza.

Isaías exige las virtudes de justicia y caridad, más importantes que los actos externos del culto. (Is. l, 11 y 17 Este texto hay que compararlo con Ex. 22-23 ) .

La página más hermosa sobre las exigencias de la santidad de Dios y su repulsa por el pueblo elegido es a no dudar "E1 canto de la viña" (5,
1-7).

Los temas mesiánicos:

l.Puesto que el pueblo se revela incapaz de participar de la santidad de Dios, esto será propio de una minoría ("E1 Resto".) Al final del relato de la vocación de Isaías habla de este resto, y lo calcula en una décima parte (6, 13).

2.Este resto está destinado a realizar el reino.

3.Aunque sea Dios quien esté al frente del reino aparecerá un personaje, el Mesías, quien ejercerá el poder real recibido de Yavé.

El reino. - Este resto está llamado a realizar el reino ideal; el verdadero reino de Dios. Tanto el reino pasado como el presente no han traído sino
desgracias. Es preciso pensar en un reino futuro, que será formado por un pueblo santo, consecuencia de la Alianza.

Para conseguirlo, supone Isaías un plan que ha de extenderse al mundo entero, reflejo de la sabiduría y santidad de Dios. Frente a este pueblo elegido, el plan es una mezcla a veces contradictoria de castigo y de salvación, conjunto que el profeta llama "un juicio de Yavé". Son invitados como instrumentos los pueblos extranjeros.

Al final llegará el reino pacífico de Yavé, reino de justicia y de luz para todos. Pues no será solo el pueblo elegido quien se beneficie de esta transformación: el reino de Dios será universal. (2, 2-4)

El Rey Mesiánico. Junto a Yavé aparece un personaje que se llamará el Mesías. Será un niño, pero revestido de un poder extraordinario. Pertenecerá a la tribu de Judá y a la familia de David (11, 1; 9, 5-6 )

Influencia de Isaías:

1. EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Tuvo un grupo de discípulos fervorosos (8, 16). Los capítulos 40 a 56 acaso sean la obra de escribas que, penetrados con el pensamiento de su maestro, lo hayan adaptado a nuevas circunstancias.

2.EN EL NUEVO TESTAMENTO

San Mateo como San Lucas aplican a la Virgen María la profecía del Emmanuel. E1 arte de las catacumbas ilustrará esta interpretación pintando a Isaías junto a la Virgen Madre.

E1 principio de la predicación de Jesús(Mt. 4, 13-16) va unido al oráculo en donde Isaías anuncia una gran luz sobre el territorio de Zabulón y Neftalí (Is. 8, 3).

Para el apostolado de Juan Bautista, para el de Cristo, y los dolores de la Pasión hay que referirlos a los oráculos que se destinan a los desterrados de Babilonia.

3. EN LA LITURGIA

El “Santo”. En todas las misas el prefacio se termina con el canto de los serafines de la visión (Santo...Santo...Santo...).

La oración antes del Evangelio. El sacerdote va al medio del altar, se inclina profundamente y dice una oración para pedir a Dios que le purifique el corazón y los labios, como en otro tiempo purificó los labios del profeta Isaías con un carbón encendido. En caso de que el Evangelio sea proclamado por un diácono, este pide la bendición al sacerdote que preside y es éste el que pronuncia estas palabras refieriéndose al diácono (“El Señor esté en tu corazón y en tus labios,
para que anuncies dignamente su Evangelio;
en el nombre del Padre, y del Hijo
y del Espíritu Santo.”)

Ciclo de Adviento y de Navidad. Oráculo del Emmanuel y el anuncio de la salvación que traerá la venida del Mesías (ofertorio. Is. 35, 4).
Cristo es el descendiente de Jesé, padre de David, y el ungido del Espíritu Santo (Is. 11, 1-5).

Un Salvador nos ha sido anunciado (Is. 19, 20-22), este Mesías salvador seria enviado por Dios, y aún más - traduce la Iglesia- será Dios mismo (Is. 35, 1-7).

En la vigilia de Navidad, Isaías también es utilizado para la antífona de la comunión (Is. 40, 5).


La vocación de Isaías y la vocación del cristiano

l.Purificación nos es necesaria para realizar nuestra vocación cristiana. La vida diaria interpone entre Dios y nosotros una pantalla más o menos opaca. El Sacramento de la Penitencia es como el carbón ardiente.
2.Esta purificación se hace por un intermediario: el sacerdote, que hace de serafín, recibiendo tal poder de Dios mismo por medio de Cristo.

3. El acto sacramental determina una mayor intimidad con Dios y nos da medios para ser fieles a las exigencias de nuestro bautismo.

4. La acusación será preferente, aunque no únicamente, sobre el obstáculo principal que nos impide realizar nuestra vocación personal desde la última confesión.

MIQUEAS

Vivió en Judá, y es contemporáneo de Isaías. Sus enseñanzas principal: El juicio de Dios y el Mesías.

El juicio de Dios (1-3)

La primera parte del libro anuncia un castigo contra Samaria y Judá. ( 1, 7); las deportaciones (1, 15), los ricos que acaparan injustamente tierras y casas (2, 1-5); los falsos profetas que no transmiten las palabras de Yavé (2, 6; 5-7).

Las promesas mesiánicas (4-7)

El tema del "resto" lo hallamos en 5, 6.
El del "pastor": en 7, 14


LOS PROFETAS DE JUDA EN EL SIGLO VII

SOFONIAS (635)

Epoca. - Vivió en tiempo de Josías, antes de las reformas religiosas de este rey.

El Mensaje. Los reproches: culto de los falsos dioses, injusticias de los potentados, modas extranjeras. Ve en el pecado, por el orgullo y falta de fe un ataque contra Dios.
Anuncia un castigo: el día de Yavé (l, 4); imagen de un cataclismo nacional, de un proceso, o del grano pasado por el harnero: Dios se manifestará con su poder. Junto con la venganza de las naciones enemigas, se percibe la búsqueda de Dios.

Elementos de una espiritualidad (los seguidores se llamarán los Pobres de
Yavé"). Salvación es anunciada para el pequeño "resto".


JEREMIAS

Nace a mediados del siglo VII antes de Jesucristo (hacia el 645), en Anatot.

Aldeano. Sus comparaciones las sacará de la vida del campo: la mención de la rama del almendro o de la olla que hierve; en otras partes habla del trigo, del vino nuevo, del aceite, de las ovejas y de los bueyes (cap. 31).

De familia sacerdotal, posee piedad profunda. Sensibilidad da peculiar matiz a la expresión de su vida religiosa.

Cuando los gestos exteriores y la liturgia del templo le fallen, sus relaciones con Dios seguirán sin embargo tan intensas.

Dotado de una extraordinaria sensibilidad, viviendo en una época difícil, en medio de un pueblo cuyos instintos de facilidad no se acomodaban a una doctrina austera, Jeremías será un hombre de dolor, habituado al sufrimiento (8, 23; 23, 9).

Esto es lo que lo caracteriza. Esa es su vocación, que lo convierte en una figura de Cristo Jesús.

Si lo comparamos con Isaías, la diferencia es que éste se ofrece él mismo,
con Jeremías sucede lo contrario: estamos frente a un instrumento humano muy débil. Esta timidez, manifiesta en su vocación.

En ciertos momentos, le apenará el llamamiento, y estará a punto de abandonar su actividad profética. Solo su fidelidad y su confianza en Dios le sostendrán.

Es uno de los ejemplos de lo que puede la omnipotencia de Dios en un instrumento humano que adolece del complejo de inferioridad.

DEPORTACIONES

1RA. Año 597

10000 PRISIONEROS (7000 HOMBRES DE GUERRA, 1000 ARTESANOS + NOBLES )

2DA. Año 586

DESTRUCCION DEL TEMPLO

SE VA CASI LA TOTALIDAD DE LA POBLACION – QUEDAN SOLO LOS “POBRES” (VIÑADORES Y LABRADORES)

3RA. Año 581: ALGUNOS HUYEN A EGIPTO Y SE LLEVAN A JEREMIAS

CERCA DE 22000 DEPORTADOS EN TOTAL.

EN JUDA QUEDAN:

•EL PUEBLO HUMILDE
•LOS LABRADORES


CONDICIONES DE VIDA DE LOS CAUTIVOS

•ESCLAVITUD
•PRISION
•LIBERTAD (LA MAYOR PARTE)

NO LOS DEJARON MEZCLARSE CON OTRAS NACIONES.

ARRENDARON TIERRAS PARA CULTIVOS DE A POCO FUERON EJERCICIENDO COMERCIO

SE CONSTITUYEN CAPAS SOCIALES: POBRES Y RICOS (ALGUNOS CON ESCLAVOS),
OTROS LLEGAN A CARGOS OFICIALES.

RELACIONES CON EL PAGANISMO

En 597 creen que la deportacion durara poco, que jerusalen no sera destruida y que volveran pronto.Jeremias les escribe diciendoles lo contrario.

Se instalan siembran y cosechan. Se relacionan con paganos por el comercio. Esto los beneficia.

Los exiliados adoptan nombres babilónicos, calendario e idioma (arameo)

Problemas religiosos : Yavé fue vencido, Israel abonadonado, ¿donde habita Dios? ¿qué pueblo lo sirve?

Por tener una fe superficial con gestos externos mas que profundidad esto representa un peligro – no mas procesiones, ceremonias, procesiones y sacrificios.

Problema del dolor: este les hace reflexionar. Fines politicos le traen derrotas.

Problema de la recompensa: se creia que esta era colectiva, familiar y nacional. El inocente sufre también. El individuo se pierde en la masa.

¿Para que practicar piedad rectitud y justicia? El individuo sella pacto por circuncision y sigue la suerte de Israel. Pero tiene libertad y puede obrar en contra de la comunión.

ACTIVIDAD LITERARIA

CIRCULO DEL DEUTERONOMIO

Los exiliados buscan a Dios esta escuela se inicia en tiempos de Josias y prosigue (Dios no olvida su alianza)

Círculos sacerdotales: legislación cuyos elementos vienen de moises. Redactaron la historia sacerdotal desde origenes hasta Josué.


Ciro (persa) se apodera de Babilonia y decreta la liberación de los cautivos

Muchos vuelven otros se quedan.Los que vuelven encuentran desolación y debilidad espiritual. Se encuentran con samaritanos

De ahí en adelante no tendrán paz, y su independencia será relativa.

Ciro no dura mucho, Alejandro destruye el poder persa y crea el imperio macedonia, luego el imperio romano hará su trabajo.

Todo influye: las brillantes civilizaciones, la actividad intelectual, religiones, moral, literatura

1 y 2 Crónicas: Miembros del templo – 350 a 300

Esdras- Nehemias: miebros de altas esferas persas que acompañan la vuelta de los deprtados viajando al lugar.

EL CULTO A LA ESCRITURA

LOS ESCRIBAS:

HACEN COPIAS DE TEXTOS SAGRADOS
ADAPTAN TEXTOS JURIDICOS A CIRCUNSTANCIAS DIVERSAS
CONECTAN HISTORIA CON LEGISALACION
SE CONVIERTEN EN MAESTROS (DOCTORES)
OCUPAN SITIOS DE HONOR EN LA SINAGOGA.
LUEGO LA LEY ES ESTUDIO ESENCIAL DE LA COMUNIDAD, SE VUELVEN DIRECTORES ESPIRITUALES.

SALMOS:

POESIA LIRICA, RELIGIOSA Y LITURGICA.

COLECCIONES

AGRUPACIONES
PRIMITIVAS
-DEL REINADO DE YAVE (COMPUESTOS MAYORMENTE PERIODO PERSA)
-DE LAS ASCENSIONES

OTRAS SEGÚN EL NOMBRE DE DIOS (YAVE, ELOHIM, MIXTA

1-41 – YAVE
42-72 -ELOHIM
73-89 -MIXTA
90-150- YAVE

GENEROS LITERARIOS:

HIMNOS: SE ALABA A DIOS
PLEGARIAS:INDIVIDUALES O COLECTIVAS.
DOCTRINA:MEDITACION DEL SALMISTA, SABIDURIA.

PROFECIA

SALMOS DEL REINO DE DIOS
SAL 45 (ESPONSALES REY-MESIA)
SALMO 72 : PODER (IMPERFECTOS) DEL Mesías
SAL89 Y 132, 110

CONCLUSIONES:
1. NO APARECE Mesías. SOLO YAVE REY.
2. REINO: GRANDIOSO ACONTECIMIENTO.. MISERICORDIA DIVINA, DESAPARCICION PECADO.
3 PUEBLO DIOS UNIDO CON NATURALEZ

SALMOS MESIANICOS
SALMO 2

LITERATURA SAPIENCIAL

Ya existía en Babilonia y en Egipto. Ya llega a Israel en tiempos de Salomón. Se orientan hacia el descubrimiento de lo que es la sabiduría de dios (se exponen manifestaciones de modo general-creación del mundo, o particular-historia del pueblo)
Se sacan conclusiones para la vida y la conducta.

PROVERBIOS (480)
JOB(450)
CANTAR DE LOS CANTARES (SIGLO IV)

DOMINACION HELENICA (333-143)

La caracteristica principal es la reaccion del judaismo ante civilizacion pagana.

LOS LAGIDAS. (LIBERALES)

Recordar Alejandria. Judíos en egipto. Alejandro les da los mismos derechos que a los griegos.(barrio Delta para los judíos) incorporan idioma.

El autor de cronicas cuenta de nuevo parte de la historia toma como base Samuel o Reyes. Israel ha sido llamado a un régimen teocrático en contra de las demás naciones.

Se traduce la biblia al griego. Hacia 150 traducción de los LXX (72)
Esto fue de gran importancia, los judíos de Alejandría celebraban anualmente una acción de gracias por esto. ECLESIASTES.


SELEUCIDAS (OPRESORES)

EGIPTO CAE EN 200.

ETAPAS DE LA PERSECUCION:

1)PERSUASION:SE FAVORECE LA EXPANSION DE UN PARTIDO HELENISTA A CARGO DE JASON
2)PRIMERAS PRESIONES: COSNTRUCCION DE UN GIMNASIO, SAQUEO DEL TEMPLO, ATAQUE AL CULTO JUDIO (ZEUS EN EL TEMPLO, SACRFICIOS PAGANOS, OBLIGACION DE SACRIFICAR A LOS DIOSES PAGANOS, PROHIBICION DEL SÁBADO Y CIRCUNCISIÓN, NO GUARDAR LIOBROS DE LA LEY).
3)REACCION: (a) RESISTENCIA PASIVA: 1 MAC.2, 9 – 2 MAC. 6, 19)
(b)REBELION ABIERTA: LA FAMILIA DE MATATIAS (LUEGO MACABEOS- FUNDAN LA DINASTIA ASMONEA) SE PONENE AL FRENTE EN 167. SE PURIFICA EL SANTUARIO, RESTAURAN EL ALTAR)

EN 143 DEMETRIO II RECONOCE LA INDEPENDENCIA POLITICA Y RELIGIOSA.

ETAPA INDEPENDENCIA: 143-63

JUDAS MACABEO MUERE EN 160, SU HERMANO JONATAN DIRIGE EL COMBATE Y ES INVESTIDO COMO SACERDOTE SUPREMO, PASA LO MISMO CON SU SUCESOR, SIMON, EL ULTIMO. PODER POLITICO Y RELIGIOSO EN UNA PERSONAS- DESDE SAUL ESTABAN SEPARADOS. EL HIJO DE SIMON, JUAN HIRCANO, TOMA TITULO DE REY Y FUNDA LA DINASTIA ASMONEA, NO ERA TRIBU DE JUDA.

EL REINADO DE JUAN HIRCANO FUE PARECIDO AL DE DAVID, SE PREOCUPO POR IRRADIAR FE Y COMBATIO A LOS SAMARITANOS Y A OTROS PUEBLOS PARA IMPONERLES SU FE. PERO FAVORECIA LAS COSTUMBRES HELENICAS. TODO ESTO PROVOCA OPOSICION.

EN LA REVUELTA DE 167 SE UNEN A LOS MACABEOS LOS HASIDIM (PIADOSOS), LUEGO SE UNEN LOS FARISEOS Y SADUCEOS. UNA VEZ CONSEGUIDA LA PAZ, ESTOS HOMBRES OPUESTOS A TODO LO QUE ESTE EN CONTRA DE LA LEY PASARON A LA OPOSICION.

EL HIJO MENOR DE HIRCANO (ALEJANDRO JANEO) REINO ENTRE 103 Y 76. FUE LA EPOCA D EMAYOR EXPRESION D ELOS ENFRENTAMIENTOS DE ESTOS DOS SECTORES. UNA SUBLEVACION COSTO 50.000 VIDAS. UNA VEZ MUERTO ALEJANDRO SU VIUDAD ALEJANDRA SE RECONCILIO CON LA OPOSICION Y ESTO MARCO CONSIDERABLEMENTE AL JUDAISMO CON LA INFLUENCIA DECISIVA DE LOS FARISEOS.

MUERE ALEJANDRA Y SU HIJO HIRCANO (SUMO SACERDOTE) ASUME COMO REY ESTE ES DESPOJADO POR SU HERMANO ARISTOBULO. INTERVIENE UN FUNCIONARIO ROMANO PARA PROVOCAR LA GUERRA ENTRE AMBOS HERMANOS QUE SOLICITARON EL APOYO DEL EMPERADOR POMPEYO QUE, AL NO PODER NEGOCIAR SITIA JERUSALEN Y TOMA LA CIUDAD..

EN ESTA EPOCA SE TERMINA LA BIBLIA JUDIA CON LA ESCRITURA DEL ULTIMO LIBRO: SABIDURIA ESCRITO POR UN JUDIO DE CULTURA HELENICA (80 A.C.)

VER LIBRO DE DANIEL: IDEAS DE MESIAS Y RESURRECIION.A MODO DE ORIENTACIÓN LEER ESTER, TOBIAS JUDIT.

DOMINACION ROMANA (DESDE 63 A.C)

63 – POMPEYO COLOCA A HIRCANO II COMO SUMO SACERDOTE Y LE IMPONE A ANTIPATER COMO MINISTRO.
47- ANTIPATER SE CONVIERTE EN PROCURADOR Y SUS HIJOS EN ESTRATEGAS (FASAEL EN JERUSALEN Y HERODES EN GALILEA)
42 – FASAEL Y HERDOES SE CONVIERTEN EN TETRARCAS (GOBERNADORES)
40 – ANTIGONO (HIJO DE ARISTOBULO) SE APODERA DE JERUSALEN Y RESTAURA LA MONARQUIA ASMONEA.
HERODES HUYE A ROMA Y LOGRA QUE LO NOMBREN REY DE JUDEA, SE CASA CON MARIAMNE SOBRINA DE ANTIGONO.
37- AYUDADO POR LAS LEGIONES ROMANAS TOMA JERUSALEN.

HERODES REINA CON UNA POLITICA DE SEDUCCION Y DE REPRESION.

VIDA RELIGIOSA

FE EN LA UNICIDAD DIVINA: Gracias a las demostraciones de FE (hasta dar la vida) se entiende que la nación no tiene un futuro politico sino que el suyo es ser depósito de la FE. Se afianza la el mensaje de que Yavé es el único Dios para todos. Esta noción será un obstáculo para Jesús. (Mc 14, 61-64; Jn 10, 33)

FE EN LA SANTIDAD DIVINA:Dios es situado en un aesfera diferente, existe tal respeto que no se pronuncia su nombre.

ORACION: los salmos constituyen la base de la oración litúrgica.

SACRIFICIOS:

-HOLOCAUSTO.
-DE COMUNION.
-DEL INCIENSO

LUGARES DE CULTO:

-SINAGOGA
-TEMPLO DE JERUSALEN

FIESTAS:

-PASCUA. (Marzo – Abril)
-PENTECOSTÉS. (Mayo – junio)
-TABERNACULOS (septiembre – octubre)
-DEDICACION.(recordatorio de la nueva dedicación del templo en el 165)

RELIGION DE LA ESCRITURA: lectura de la Escritura los sábados, luego se traducia y explicaba. Era alimento suficiente para el alma judia. Pero habia que orientar hacia una busqueda espiritual, al exigir el pueblo a Dios, Dios exigia mas al pueblo. Se descubria la justicia, pureza y culto interior.

CORRIENTES ESPIRITUALES:

-Un pietista, formalista, cumplir la Ley en sus mínimos detalles, culto exterior.
-Piedad íntima, espera en la humildad y paciencia. Encontrar en la Ley reglas de vida espiritual. Esto podemos relacionarno con la vida monástica, comunión de bienes, conversión del corazón, humildad, caridad.



 

EVANGELII NUNTIANDI
Miguel el 15-09-2007, 17:50 (UTC)
 
EXHORTACIÓN APOSTÓLICA
DE SU SANTIDAD PABLO VI
"EVANGELII NUNTIANDI"
AL EPISCOPADO, AL CLERO Y A LOS FIELES
DE TODA LA IGLESIA ACERCA DE LA EVANGELIZACIÓN
EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO



INTRODUCCIÓN


Venerables hermanos y amados hijos:
Salud y Bendición Apostólica

Compromiso evangelizador

1. El esfuerzo orientado al anuncio del Evangelio a los hombres de nuestro tiempo, exaltados por la esperanza pero a la vez perturbados con frecuencia por el temor y la angustia, es sin duda alguna un servicio que se presenta a la comunidad cristiana e incluso a toda la humanidad.

De ahí que el deber de confirmar a los hermanos, que hemos recibido del Señor al confiársenos la misión del Sucesor de Pedro (1), y que constituye para Nos un cuidado de cada día (2), un programa de vida y de acción, a la vez que un empeño fundamental de nuestro pontificado, ese deber, decimos, nos parece todavía más noble y necesario cuando se trata de alentar a nuestros hermanos en su tarea de evangelizadores, a fin de que en estos tiempos de incertidumbre y malestar la cumplan con creciente amor, celo y alegría.

Conmemorando tres acontecimientos

2. Esto es lo que deseamos hacer ahora, al final del Año Santo, durante el cual la Iglesia se ha esforzado en anunciar el Evangelio a todos los hombres (3), sin embargo otro objetivo que el de cumplir su deber de mensajera de la Buena Nueva de Jesucristo proclamada a partir de dos consignas fundamentales: "vestíos del hombre nuevo" (4) y "reconciliaos con Dios" (5).

Tales son nuestros propósitos en este décimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, cuyos objetivos se resumen, en definitiva, en uno solo: hacer a la Iglesia del Siglo XX cada vez más apta para anunciar el Evangelio a la humanidad del siglo XX.

Nos queremos hacer ésto un año después de la III Asamblea General del Sínodo de los Obispos —consagrada, como es bien sabido, a la evangelización—; tanto más cuanto que esto nos lo han pedido los mismos padres sinodales. En efecto, al final de aquella memorable Asamblea, decidieron ellos confiar al Pastor de la Iglesia universal, con gran confianza y sencillez, el fruto de sus trabajos, declarando que esperaban del Papa un impulso nuevo, capaz de crear tiempos nuevos de evangelización (6) en una Iglesia todavía más arraigada en la fuerza y poder perennes de Pentecostés.

Tema frecuente de nuestro pontificado

3. En diversas ocasiones, ya antes del Sínodo, Nos pusimos de relieve la importancia de este tema de la evangelización. "Las condiciones de la sociedad —decíamos al Sacro Colegio Cardenalicio del 22 de junio de 1973— nos obligan, por tanto, a revisar métodos, a buscar por todos los medios el modo de llevar al hombre moderno el mensaje cristiano, en el cual únicamente podrá hallar la respuesta a sus interrogantes y la fuerza para su empeño de solidaridad humana" (7). Y añadíamos que, para dar una respuesta válida a las exigencias del Concilio que nos están acuciando, necesitamos absolutamente ponernos en contacto con el patrimonio de fe que la Iglesia tiene el deber de preservar en toda su pureza, y a la vez el deber de presentarlo a los hombres de nuestro tiempo, con los medios a nuestro alcance, de una manera comprensible y persuasiva.

En la línea del Sínodo de 1974

4. Esta fidelidad a un mensaje del que somos servidores, y a las personas a las que hemos de transmitirlo intacto y vivo, es el eje central de la evangelización. Esta plantea tres preguntas acuciantes, que el Sínodo de 1974 ha tenido constantemente presentes:
—¿Qué eficacia tiene en nuestros días la energía escondida de la Buena Nueva, capaz de sacudir profundamente la conciencia del hombre?
—¿Hasta dónde y cómo esta fuerza evangélica puede transformar verdaderamente al hombre de hoy?
—¿Con qué métodos hay que proclamar el Evangelio para que su poder sea eficaz?
Estas preguntas desarrollan, en el fondo, la cuestión fundamental que la Iglesia se propone hoy día y que podría enunciarse así: después del Concilio y gracias al Concilio que ha constituido para ella una hora de Dios en este ciclo de la historia, la Iglesia ¿es más o menos apta para anunciar el Evangelio y para inserirlo en el corazón del hombre con convicción libertad de espíritu y eficacia?

Invitación a la reflexión y exhortación

5. Todos vemos la necesidad urgente de dar a tal pregunta una respuesta, leal, humilde, valiente, y de obrar en consecuencia.

En nuestra "preocupación por todas las Iglesias" (8), Nos quisiéramos ayudar a nuestros hermanos e hijos a responder a estas preguntas. Ojalá que nuestras palabras, que quisieran ser, partiendo de las riquezas del Sínodo, una reflexión acerca de la evangelización, puedan invitar a la misma reflexión a todo el pueblo de Dios congregado en la Iglesia, y servir de renovado aliento a todos, especialmente a quienes "trabajan en la predicación y en la enseñanza" (9), para que cada uno de ellos sepa distribuir "rectamente la palabra de la verdad" (10), se dedique a la predicación del Evangelio y desempeñe su ministerio con toda perfección.

Una exhortación en este sentido nos ha parecido de importancia capital, ya que la presentación del mensaje evangélico no constituye para la Iglesia algo de orden facultativo: está de por medio el deber que le incumbre, por mandato del Señor, con vista a que los hombres crean y se salven. Sí, este mensaje es necesario. Es único. De ningún modo podría ser reemplazado. No admite indiferencia, ni sincretismo, ni acomodos. Representa la belleza de la Revelación. Lleva consigo una sabiduría que no es de este mundo. Es capaz de suscitar por sí mismo la fe, una fe que tiene su fundamento en la potencia de Dios (11). Es la Verdad. Merece que el apóstol le dedique todo su tiempo, todas sus energías y que, si es necesario, le consagre su propia vida.


I. DEL CRISTO EVANGELIZADOR A LA IGLESIA EVANGELIZADORA

Testimonio y misión de Jesús

6. El testimonio que el Señor da de Sí mismo y que San Lucas ha recogido en su Evangelio "Es preciso que anuncie también el reino de Dios en otras ciudades" (12), tiene sin duda un gran alcance, ya que define en una sola frase toda la misión de Jesús: "porque para esto he sido enviado" (13). Estas palabras alcanzan todo su significado cuando se las considera a la luz de los versículos anteriores en los que Cristo se aplica a Sí mismo las palabras del Profeta Isaías: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió para evangelizar a los pobres" (14).

Proclamar de ciudad en ciudad, sobre todo a los más pobres, con frecuencia los más dispuestos, el gozoso anuncio del cumplimiento de las promesas y de la Alianza propuestas por Dios, tal es la misión para la que Jesús se declara enviado por el Padre; todos los aspectos de su Misterio —la misma Encarnación, los milagros, las enseñanzas, la convocación de sus discípulos, el envío de los Doce, la cruz y la resurrección, la continuidad de su presencia en medio de los suyos— forman parte de su actividad evangelizadora.

Jesús primer evangelizador

7. Durante el Sínodo, los obispos han recordado con frecuencia esta verdad: Jesús mismo, Evangelio de Dios (15), ha sido el primero y el más grande evangelizador. Lo ha sido hasta el final, hasta la perfección, hasta el sacrificio de su existencia terrena.

Evangelizar: ¿Qué significado ha tenido esta palabra para Cristo? Ciertamente no es fácil expresar en una síntesis completa el sentido, el contenido, las formas de evangelización tal como Jesús lo concibió y lo puso en práctica. Por otra parte, esta síntesis nunca podrá ser concluida. Bástenos, aquí recordar algunos aspectos esenciales.

El anuncio del reino de Dios

8. Cristo, en cuanto evangelizador, anuncia ante todo un reino, el reino de Dios, tan importante que, en relación a él, todo se convierte en "lo demás", que es dado por añadidura (16). Solamente el reino es pues absoluto y todo el resto es relativo. El Señor se complacerá en describir de muy diversas maneras la dicha de pertenecer a ese reino, una dicha paradójica hecha de cosas que el mundo rechaza (17), las exigencias del reino y su carta magna (18), los heraldos del reino (19), los misterios del mismo (20), sus hijos (21), la vigilancia y fidelidad requeridas a quien espera su llegada definitiva (22).

El anuncio de la salvación liberadora

9. Como núcleo y centro de su Buena Nueva, Jesús anuncia la salvación, ese gran don de Dios que es liberación de todo lo que oprime al hombre, pero que es sobre todo liberación del pecado y del maligno, dentro de la alegría de conocer a Dios y de ser conocido por El, de verlo, de entregarse a El. Todo esto tiene su arranque durante la vida de Cristo, y se logra de manea definitiva por su muerte y resurrección; pero debe ser continuado pacientemente a través de la historia hasta ser plenamente realizado el día de la venida final del mismo Cristo, cosa que nadie sabe cuándo tendrá lugar, a excepción del Padre (23).

A costa de grandes sacrificios

10. Este reino y esta salvación —palabras clave en la evangelización de Jesucristo— pueden ser recibidos por todo hombre, como gracia y misericordia; pero a la vez cada uno debe conquistarlos con la fuerza, "el reino de los cielos está en tensión y los esforzados lo arrebatan", dice el Señor (24), con la fatiga y el sufrimiento, con una vida conforme al Evangelio, con la renuncia y la cruz, con el espíritu de las bienaventuranzas. Pero, ante todo, cada uno los consigue mediante un total cambio interior, que el Evangelio designa con el nombre de metánoia, una conversión radical, una transformación profunda de la mente y del corazón (25).

Predicación infatigable

11. Cristo llevó a cabo esta proclamación del reino de Dios, mediante la predicación infatigable de una palabra, de la que se dirá que no admite parangón con ninguna otra: "¿Qué es esto? Una doctrina nueva y revestida de autoridad" (26); "Todos le aprobaron, maravillados de las palabras llenas de gracia, que salían de su boca..." (27); "Jamás hombre alguno habló como éste" (28). Sus palabras desvelan el secreto de Dios, su designio y su promesa, y por eso cambian el corazón del hombre y su destino.

Signos evangélicos

12. Pero El realiza también esta proclamación de la salvación por medio de innumerables signos que provocan estupor en las muchedumbres y que al mismo tiempo las arrastran hacia El para verlo, escucharlo y dejarse transformar por El: enfermos curados, agua convertida en vino, pan multiplicado, muertos que vuelven a la vida y, sobre todo, su propia resurrección. Y al centro de todo, el signo al que El atribuye una gran importancia: los pequeños, los pobres son evangelizados, se convierten en discípulos suyos, se reúnen "en su nombre" en la gran comunidad de los que creen en El. Porque el Jesús que declara: "Es preciso que anuncie también el reino de Dios en otras ciudades, porque para eso he sido enviado" (29), es el mismo Jesús de quien Juan el Evangelista decía que había venido y debía morir "para reunir en uno todos los hijos de Dios, que están dispersos" (30). Así termina su revelación, completándola y confirmándola, con la manifestación hecha de Sí mismo, con palabras y obras, con señales y milagros, y de manera particular con su muerte, su resurrección y el envío del Espíritu de Verdad (31).

Hacia una comunidad evangelizada y evangelizadora

13. Quienes acogen con sinceridad la Buena Nueva, mediante tal acogida y la participación en la fe, se reúnen pues en el nombre de Jesús para buscar juntos el reino, construirlo, vivirlo. Ellos constituyen una comunidad que es a la vez evangelizadora. La orden dada a los Doce: "Id y proclamad la Buena Nueva", vale también, aunque de manera diversa, para todos los cristianos. Por esto Pedro los define "pueblo adquirido para pregonar las excelencias del que os llamó de la tinieblas a su luz admirable" (32). Estas son las maravillas que cada uno ha podido escuchar en su propia lengua (33). Por lo demás, la Buena Nueva del reino que llega y que ya ha comenzado, es para todos los hombres de todos los tiempos. Aquellos que ya la han recibido y que están reunidos en la comunidad de salvación, pueden y deben comunicarla y difundirla.

La evangelización, vocación propia de la Iglesia

14. La Iglesia lo sabe. Ella tiene viva conciencia de que las palabras del Salvador: "Es preciso que anuncie también el reino de Dios en otras ciudades" (34), se aplican con toda verdad a ella misma. Y por su parte ella añade de buen grado, siguiendo a San Pablo: "Porque, si evangelizo, no es para mí motivo de gloria, sino que se me impone como necesidad. ¡Ay de mí, si no evangelizara!" (35). Con gran gozo y consuelo hemos escuchado Nos, al final de la Asamblea de octubre de 1974, estas palabras luminosas: "Nosotros queremos confirmar una vez más que la tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia" (36); una tarea y misión que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual hacen cada vez más urgentes. Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa.

Vínculos recíprocos entre la Iglesia y la evangelización

15. Quien lee en el Nuevo Testamento los orígenes de la Iglesia y sigue paso a paso su historia, quien la ve vivir y actuar, se da cuenta de que ella está vinculada a la evangelización de la manera más íntima:

-—La Iglesia nace de la acción evangelizadora de Jesús y de los Doce. Es un fruto normal, deseado, el más inmediato y el más visible "Id pues, enseñad a todas las gentes" (37). "Ellos recibieron la gracia y se bautizaron, siendo incorporadas (a la Iglesia) aquel día unas tres mil personas... Cada día el Señor iba incorporando a los que habían de ser salvos" (38).

—Nacida, por consiguiente, de la misión de Jesucristo, la Iglesia es a su vez enviada por El. La Iglesia permanece en el mundo hasta que el Señor de la gloria vuelva al Padre. Permanece como un signo, opaco y luminoso al mismo tiempo, de una nueva presencia de Jesucristo, de su partida y de su permanencia. Ella lo prolonga y lo continúa. Ahora bien, es ante todo su misión y su condición de evangelizador lo que ella está llamada a continuar (39). Porque la comunidad de los cristianos no está nunca cerrada en sí misma.

En ella, la vida íntima —la vida de oración, la escucha de la Palabra y de las enseñanzas de los Apóstoles, la caridad fraterna vivida, el pan compartido (40)— no tiene pleno sentido más que cuando se convierte en testimonio, provoca la admiración y la conversión, se hace predicación y anuncio de la Buena Nueva. Es así como la Iglesia recibe la misión de evangelizar y como la actividad de cada miembro constituye algo importante para el conjunto.

—Evangelizadora, la Iglesia comienza por evangelizarse a sí misma. Comunidad de creyentes, comunidad de esperanza vivida y comunicada, comunidad de amor fraterno, tiene necesidad de escuchar sin cesar lo que debe creer, las razones para esperar, el mandamiento nuevo del amor. Pueblo de Dios inmenso en el mundo y, con frecuencia, tentado por los ídolos, necesita saber proclamar "las grandezas de Dios" (41), que la han convertido al Señor, y ser nuevamente convocada y reunida por El. En una palabra, esto quiere decir que la Iglesia siempre tiene necesidad de ser evangelizada, si quiere conservar su frescor, su impulso y su fuerza para anunciar el Evangelio. El Concilio Vaticano II ha recordado (42), y el Sínodo de 1974 ha vuelto a tocar insistentemente este tema de la Iglesia que se evangeliza a través de una conversión y una renovación constante, para evangelizar al mundo de manera creíble.

—La Iglesia es depositaria de la Buena Nueva que debe ser anunciada. Las promesas de la Nueva Alianza en Cristo, las enseñanzas del Señor y de los Apóstoles, la Palabra de vida, las fuentes de la gracia y de la benignidad divina, el camino de salvación, todo esto le ha sido confiado. Es ni más ni menos que el contenido del Evangelio y, por consiguiente, de la evangelización que ella conserva como un depósito viviente y precioso, no para tenerlo escondido, sino para comunicarlo.

—Enviada y evangelizada, la Iglesia misma envía a los evangelizadores. Ella pone en su boca la Palabra que salva, les explica el mensaje del que ella misma es depositaria, les da el mandato que ella misma ha recibido y les envía a predicar. A predicar no a sí mismos o sus ideas personales (43), sino un Evangelio del que ni ellos ni ella son dueños y propietarios absolutos para disponer de él a su gusto, sino ministros para transmitirlo con suma fidelidad.

La Iglesia, inseparable de Cristo

16. Existe, por tanto, un nexo íntimo entre Cristo, la Iglesia y la evangelización. Mientras dure este tiempo de la Iglesia, es ella la que tiene a su cargo la tarea de evangelizar. Una tarea que no se cumple sin ella, ni mucho menos contra ella.

En verdad, es conveniente recordar esto en un momento como el actual, en que no sin dolor podemos encontrar personas, que queremos juzgar bien intencionadas pero que en realidad están desorientadas en su espíritu, las cuales van repitiendo que su aspiración es amar a Cristo pero sin la Iglesia, escuchar a Cristo pero no a la Iglesia, estar en Cristo pero al margen de la Iglesia. Lo absurdo de esta dicotomía se muestra con toda claridad en estas palabras del Evangelio: "el que a vosotros desecha, a mí me desecha" (44). ¿Cómo va a ser posible amar a Cristo sin amar a la Iglesia, siendo así que el más hermoso testimonio dado en favor de Cristo es el de San Pablo: "amó a la Iglesia y se entregó por ella"? (45)


II. ¿QUÉ ES EVANGELIZAR?

Complejidad de la acción evangelizadora

17. En la acción evangelizadora de la Iglesia, entran a formar parte ciertamente algunos elementos y aspectos que hay que tener presentes. Algunos revisten tal importancia que se tiene la tendencia a identificarlos simplemente con la evangelización. De ahí que se haya podido definir la evangelización en términos de anuncio de Cristo a aquellos que lo ignoran, de predicación, de catequesis, de bautismo y de administración de los otros sacramentos.

Ninguna definición parcial y fragmentaria refleja la realidad rica, compleja y dinámica que comporta la evangelización, si no es con el riesgo de empobrecerla e incluso mutilarla. Resulta imposible comprenderla si no se trata de abarcar de golpe todos sus elementos esenciales.

Estos elementos insistentemente subrayados a lo largo del reciente Sínodo siguen siendo profundizados con frecuencia, en nuestros días, bajo la influencia del trabajo sinodal. Nos alegramos de que, en el fondo, sean situados en la misma línea de los que nos ha transmitido el Concilio Vaticano II, sobre todo en Lumen gentium, Gaudium et spes, Ad gentes.

Renovación de la humanidad...

18. Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad: "He aquí que hago nuevas todas las cosas" (46). Pero la verdad es que no hay humanidad nueva si no hay en primer lugar hombres nuevos con la novedad del bautismo (47) y de la vida según el Evangelio (48). La finalidad de la evangelización es por consiguiente este cambio interior y, si hubiera que resumirlo en una palabra, lo mejor sería decir que la Iglesia evangeliza cuando, por la sola fuerza divina del Mensaje que proclama (49), trata de convertir al mismo tiempo la conciencia personal y colectiva de los hombres, la actividad en la que ellos están comprometidos, su vida y ambiente concretos.

... y de sectores de la humanidad

19. Sectores de la humanidad que se transforman: para la Iglesia no se trata solamente de predicar el Evangelio en zonas geográficas cada vez más vastas o poblaciones cada vez más numerosas, sino de alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la palabra de Dios y con el designio de salvación.

Evangelización de las culturas

20. Posiblemente, podríamos expresar todo esto diciendo: lo que importa es evangelizar —no de una manera decorativa, como un barniz superficial, sino de manera vital, en profundidad y hasta sus mismas raíces— la cultura y las culturas del hombre en el sentido rico y amplio que tienen sus términos en la Gaudium et spes (50), tomando siempre como punto de partida la persona y teniendo siempre presentes las relaciones de las personas entre sí y con Dios.

El Evangelio y, por consiguiente, la evangelización no se identifican ciertamente con la cultura y son independientes con respecto a todas las culturas. Sin embargo, el reino que anuncia el Evangelio es vivido por hombres profundamente vinculados a una cultura, y la construcción del reino no puede por menos de tomar los elementos de la cultura y de las culturas humanas. Independientes con respecto a las culturas, Evangelio y evangelización no son necesariamente incompatibles con ellas, sino capaces de impregnarlas a todas sin someterse a ninguna.

La ruptura entre Evangelio y cultura es sin duda alguna el drama de nuestro tiempo, como lo fue también en otras épocas. De ahí que hay que hacer todos los esfuerzos con vistas a una generosa evangelización de la cultura, o más exactamente de las culturas. Estas deben ser regeneradas por el encuentro con la Buena Nueva. Pero este encuentro no se llevará a cabo si la Buena Nueva no es proclamada.

Importancia primordial del testimonio

21. La Buena Nueva debe ser proclamada en primer lugar, mediante el testimonio.
Supongamos un cristiano o un grupo de cristianos que, dentro de la comunidad humana donde viven, manifiestan su capacidad de comprensión y de aceptación, su comunión de vida y de destino con los demás, su solidaridad en los esfuerzos de todos en cuanto existe de noble y bueno. Supongamos además que irradian de manera sencilla y espontánea su fe en los valores que van más allá de los valores corrientes, y su esperanza en algo que no se ve ni osarían soñar. A través de este testimonio sin palabras, estos cristianos hacen plantearse, a quienes contemplan su vida, interrogantes irresistibles: ¿Por qué son así? ¿Por qué viven de esa manera? ¿Qué es o quién es el que los inspira? ¿Por qué están con nosotros? Pues bien, este testimonio constituye ya de por sí una proclamación silenciosa, pero también muy clara y eficaz, de la Buena Nueva. Hay en ello un gesto inicial de evangelización. Son posiblemente las primeras preguntas que se plantearán muchos no cristianos, bien se trate de personas a las que Cristo no había sido nunca anunciado, de bautizados no practicantes, de gentes que viven en una sociedad cristiana pero según principios no cristianos, bien se trate de gentes que buscan, no sin sufrimiento, algo o a Alguien que ellos adivinan pero sin poder darle un nombre. Surgirán otros interrogantes, más profundos y más comprometedores, provocados por este testimonio que comporta presencia, participación, solidaridad y que es un elemento esencial, en general al primero absolutamente en la evangelización (51).

Todos los cristianos están llamados a este testimonio y, en este sentido, pueden ser verdaderos evangelizadores. Se nos ocurre pensar especialmente en la responsabilidad que recae sobre los emigrantes en los países que los reciben.

Necesidad de un anuncio explícito

22. Y, sin embargo, esto sigue siendo insuficiente, pues el más hermoso testimonio se revelará a la larga impotente si no es esclarecido, justificado —lo que Pedro llamaba dar "razón de vuestra esperanza" (52)—, explicitado por un anuncio claro e inequívoco del Señor Jesús. La Buena Nueva proclamada por el testimonio de vida deberá ser pues, tarde o temprano, proclamada por la palabra de vida. No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret Hijo de Dios.

La historia de la Iglesia, a partir del discurso de Pedro en la mañana de Pentecostés, se entremezcla y se confunde con la historia de este anuncio. En cada nueva etapa de la historia humana, la Iglesia, impulsada continuamente por el deseo de evangelizar, no tiene más que una preocupación: ¿a quién enviar para anunciar este misterio? ¿Cómo lograr que resuene y llegue a todos aquellos que lo deben escuchar? Este anuncio —kerygma, predicación o catequesis— adquiere un puesto tan importante en la evangelización que con frecuencia es en realidad sinónimo. Sin embargo, no pasa de ser un aspecto.

Hacia una adhesión vital y comunitaria

23. Efectivamente, el anuncio no adquiere toda su dimensión más que cuando es escuchado, aceptado, asimilado y cuando hace nacer en quien lo ha recibido una adhesión de corazón. Adhesión a las verdades que en su misericordia el Señor ha revelado, es cierto. Pero, más aún, adhesión al programa de vida —vida en realidad ya transformada— que él propone. En una palabra, adhesión al reino, es decir, al "mundo nuevo", al nuevo estado de cosas, a la nueva manera de ser, de vivir juntos, que inaugura el Evangelio. Tal adhesión, que no puede quedarse en algo abstracto y desencarnado, se revela concretamente por medio de una entrada visible, en una comunidad de fieles. Así pues, aquellos cuya vida se ha transformado entran en una comunidad que es en sí misma signo de la transformación, signo de la novedad de vida: la Iglesia, sacramento visible de la salvación (53). Pero a su vez, la entrada en la comunidad eclesial se expresará a través de muchos otros signos que prolongan y despliegan el signo de la Iglesia. En el dinamismo de la evangelización, aquel que acoge el Evangelio como Palabra que salva (54), lo traduce normalmente en estos gestos sacramentales: adhesión a la Iglesia, acogida de los sacramentos que manifiestan y sostienen esta adhesión, por la gracia que confieren.

Impulso nuevo al apostolado

24. Finalmente, el que ha sido evangelizado evangeliza a su vez. He ahí la prueba de la verdad, la piedra de toque de la evangelización: es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al reino sin convertirse en alguien que a su vez da testimonio y anuncia.

Al terminar estas consideraciones sobre el sentido de la evangelización, se debe formular una última observación que creemos esclarecedora para las reflexiones siguientes.

La evangelización, hemos dicho, es un paso complejo, con elementos variados: renovación de la humanidad, testimonio, anuncio explícito, adhesión del corazón, entrada en la comunidad, acogida de los signos, iniciativas de apostolado. Estos elementos pueden parecer contrastantes, incluso exclusivos. En realidad son complementarios y mutuamente enriquecedores. Hay que ver siempre cada uno de ellos integrado con los otros. El mérito del reciente Sínodo ha sido el habernos invitado constantemente a componer estos elementos, más bien que oponerlos entre sí, para tener la plena comprensión de la actividad evangelizadora de la Iglesia.

En esta visión global lo que queremos ahora exponer, examinando el contenido de la evangelización, los medios de evangelizar, precisando a quién se dirige el anuncio evangélico y quién tiene hoy el encargo de hacerlo.

III. CONTENIDO DE LA EVANGELIZACIÓN

Contenido esencial y elementos secundarios

25. En el mensaje que anuncia la Iglesia hay ciertamente muchos elementos secundarios, cuya presentación depende en gran parte de los cambios de circunstancias. Tales elementos cambian también. Pero hay un contenido esencial, una substancia viva, que no se puede modificar ni pasar por alto sin desnaturalizar gravemente la evangelización misma.

Un testimonio al amor del Padre

26. No es superfluo recordarlo: evangelizar es, ante todo, dar testimonio, de una manera sencilla y directa, de Dios revelado por Jesucristo mediante el Espíritu Santo. Testimoniar que ha amado al mundo en su Verbo Encarnado, ha dado a todas las cosas el ser y ha llamado a los hombres a la vida eterna. Para muchos, es posible que este testimonio de Dios desconocido (55), a quien adoran sin darle un nombre concreto, o al que buscar por sentir una llamada secreta en el corazón, al experimentar la vacuidad de todos los ídolos. Pero este testimonio resulta plenamente evangelizador cuando pone de manifiesto que para el hombre el Creador no es un poder anónimo y lejano: es Padre. "Nosotros somos llamados hijos de Dios, y en verdad lo somos" (56) y, por tanto, somos hermanos los unos de los otros, en Dios.

Centro del mensaje: la salvación en Jesucristo

27. La evangelización también debe contener siempre —como base, centro y a la vez culmen de su dinamismo— una clara proclamación de que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios (57). No una salvación puramente inmanente, a medida de las necesidades materiales o incluso espirituales que se agotan en el cuadro de la existencia temporal y se identifican totalmente con los deseos, las esperanzas, los asuntos y las luchas temporales, sino una salvación que desborda todos estos límites para realizarse en una comunión con el único Absoluto Dios, salvación trascendente, escatológica, que comienza ciertamente en esta vida, pero que tiene su cumplimiento en la eternidad.

Bajo el signo de la esperanza

28. Por consiguiente, la evangelización no puede por menos de incluir el anuncio profético de un más allá, vocación profunda y definitiva del hombre, en continuidad y discontinuidad a la vez con la situación presente: más allá del tiempo y de la historia, más allá de la realidad de ese mundo, cuya dimensión oculta se manifestará un día; más allá del hombre mismo, cuyo verdadero destino no se agota en su dimensión temporal sino que nos será revelado en la vida futura (58). La evangelización comprende además la predicación de la esperanza en las promesas hechas por Dios mediante la nueva alianza en Jesucristo; la predicación del amor de Dios para con nosotros y de nuestro amor hacia Dios, la predicación del amor fraterno para con todos los hombres —capacidad de donación y de perdón, de renuncia, de ayuda al hermano— que por descender del amor de Dios, es el núcleo del Evangelio; la predicación del misterio del mal y de la búsqueda activa del bien. Predicación, asimismo, y ésta se hace cada vez más urgente, de la búsqueda del mismo Dios a través de la oración, sobre todo de adoración y de acción de gracias, y también a través de la comunión con ese signo visible del encuentro con Dios que es la Iglesia de Jesucristo; comunión que a su vez se expresa mediante la participación en esos otros signos de Cristo, viviente y operante en la Iglesia, que son los sacramentos. Vivir de tal suerte los sacramentos hasta conseguir en su celebración una verdadera plenitud, no es, como algunos pretenden, poner un obstáculo o aceptar una desviación de la evangelización: es darle toda su integridad. Porque la totalidad de la evangelización, aparte de la predicación del mensaje, consiste en implantar la Iglesia, la cual no existe sin este respiro de la vida sacramental culminante en la Eucaristía (59).

Un mensaje que afecta a toda la vida

29. La evangelización no sería completa si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca que en el curso de los tiempos se establece entre el Evangelio y la vida concreta, personal y social, del hombre. Precisamente por esto la evangelización lleva consigo un mensaje explícito, adaptado a las diversas situaciones y constantemente actualizado, sobre los derechos y deberes de toda persona humana, sobre la vida familiar sin la cual apenas es posible el progreso personal (60), sobre la vida comunitaria de la sociedad, sobre la vida internacional, la paz, la justicia, el desarrollo; un mensaje, especialmente vigoroso en nuestros días, sobre la liberación.

Un mensaje de liberación

30. Es bien sabido en qué términos hablaron durante el reciente Sínodo numerosos obispos de todos los continentes y, sobre todo, los obispos del Tercer Mundo, con un acento pastoral en el que vibraban las voces de millones de hijos de la Iglesia que forman tales pueblos. Pueblos, ya lo sabemos, empeñados con todas sus energías en el esfuerzo y en la lucha por superar todo aquello que los condena a quedar al margen de la vida: hambres, enfermedades crónicas, analfabetismo, depauperación, injusticia en las relaciones internacionales y, especialmente, en los intercambios comerciales, situaciones de neocolonialismo económico y cultural, a veces tan cruel como el político, etc. La Iglesia, repiten los obispos, tiene el deber de anunciar la liberación de millones de seres humanos, entre los cuales hay muchos hijos suyos; el deber de ayudar a que nazca esta liberación, de dar testimonio de la misma, de hacer que sea total. Todo esto no es extraño a la evangelización.

En conexión necesaria con la promoción humana

31. Entre evangelización y promoción humana (desarrollo, liberación) existen efectivamente lazos muy fuertes. Vínculos de orden antropológico, porque el hombre que hay que evangelizar no es un ser abstracto, sino un ser sujeto a los problemas sociales y económicos. Lazos de orden teológico, ya que no se puede disociar el plan de la creación del plan de la redención que llega hasta situaciones muy concretas de injusticia, a la que hay que combatir y de justicia que hay que restaurar. Vínculos de orden eminentemente evangélico como es el de la caridad: en efecto, ¿cómo proclamar el mandamiento nuevo sin promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico crecimiento del hombre? Nos mismos lo indicamos, al recordar que no es posible aceptar "que la obra de evangelización pueda o deba olvidar las cuestiones extremadamente graves, tan agitadas hoy día, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo. Si esto ocurriera, sería ignorar la doctrina del Evangelio acerca del amor hacia el prójimo que sufre o padece necesidad" (61).

Pues bien, las mismas voces que con celo, inteligencia y valentía abordaron durante el Sínodo este tema acuciante, adelantaron, con gran complacencia por nuestra parte, los principios iluminadores para comprender mejor la importancia y el sentido profundo de la liberación tal y como la ha anunciado y realizado Jesús de Nazaret y la predica la Iglesia.

Sin reducciones ni ambigüedades

32. No hay por qué ocultar, en efecto, que muchos cristianos generosos, sensibles a las cuestiones dramáticas que lleva consigo el problema de la liberación, al querer comprometer a la Iglesia en el esfuerzo de liberación han sentido con frecuencia la tentación de reducir su misión a las dimensiones de un proyecto puramente temporal; de reducir sus objetivos, a una perspectiva antropocéntrica; la salvación, de la cual ella es mensajera y sacramento, a un bienestar material; su actividad —olvidando toda preocupación espiritual y religiosa— a iniciativas de orden político o social. Si esto fuera así, la Iglesia perdería su significación más profunda. Su mensaje de liberación no tendría ninguna originalidad y se prestaría a ser acaparado y manipulado por los sistemas ideológicos y los partidos políticos. No tendría autoridad para anunciar, de parte de Dios, la liberación. Por eso quisimos subrayar en la misma alocución de la apertur del Sínodo "la necesidad de reafirmar claramente la finalidad específicamente religiosa de la evangelización. Esta última perdería su razón de ser si se desviara del eje religioso que la dirige: ante todo el reino de Dios, en su sentido plenamente teológico" (62).

La liberación evangélica...

33. Acerca de la liberación que la evangelización anuncia y se esfuerza por poner en práctica, más bien hay que decir:

—no puede reducirse a la simple y estrecha dimensión económica, política, social o cultural, sino que debe abarcar al hombre entero, en todas sus dimensiones, incluida su apertura al Absoluto, que es Dios;

—va por tanto unida a una cierta concepción del hombre, a un antropología que no puede nunca sacrificarse a las exigencias de una estrategia cualquiera, de una praxis o de un éxito a corto plazo.

... centrada en el reino de Dios...

34. Por eso, al predicar la liberación y al asociarse a aquellos que actúan y sufren por ella, la Iglesia no admite el circunscribir su misión al solo terreno religioso, desinteresándose de los problemas temporales del hombre; sino que reafirma la primacía de su vocación espiritual, rechaza la substitución del anuncio del reino por la proclamación de las liberaciones humanas, y proclama también que su contribución a la liberación no sería completa si descuidara anunciar la salvación en Jesucristo.

... en una visión evangélica del hombre...

35. La Iglesia asocia, pero no identifica nunca, liberación humana y salvación en Jesucristo, porque sabe por revelación, por experiencia histórica y por reflexión de fe, que no toda noción de liberación es necesariamente coherente y compatible con una visión evangélica del hombre, de las cosas y de los acontecimientos; que no es suficiente instaurar la liberación, crear el bienestar y el desarrollo para que llegue el reino de Dios.

Es más, la Iglesia está plenamente convencida de que toda liberación temporal, toda liberación política —por más que ésta se esfuerce en encontrar su justificación en tal o cual página del Antiguo o del Nuevo Testamento; por más que acuda, para sus postulados ideológicos y sus normas de acción, a la autoridad de los datos y conclusiones teológicas; por más que pretenda ser la teología de hoy— lleva dentro de sí misma el germen de su propia negación y decae del ideal que ella misma se propone, desde el momento en que sus motivaciones profundas no son las de la justicia en la caridad, la fuerza interior que la mueve no entraña una dimensión verdaderamente espiritual y su objetivo final no es la salvación y la felicidad en Dios.

... que exige una necesaria conversión

36. La Iglesia considera ciertamente importante y urgente la edificación de estructuras más humanas, más justas, más respetuosas de los derechos de la persona, menos opresivas y menos avasalladoras; pero es consciente de que aun las mejores estructuras, los sistemas más idealizados se convierten pronto en inhumanos si las inclinaciones inhumanas del hombre no son saneadas si no hay una conversión de corazón y de mente por parte de quienes viven en esas estructuras o las rigen.

Exclusión de la violencia

37. La Iglesia no puede aceptar la violencia, sobre todo la fuerza de las armas —incontrolable cuando se desata— ni la muerte de quienquiera que sea, como camino de liberación, porque sabe que la violencia engendra inexorablemente nuevas formas de opresión y de esclavitud, a veces más graves que aquellas de las que se pretende liberar. "Os exhortamos —decíamos ya durante nuestro viaje a Colombia— a no poner vuestra confianza en la violencia ni en la revolución; esta actitud es contraria al espíritu cristiano e incluso puede retardar, en vez de favorecer, la elevación social a la que legítimamente aspiráis" (63). "Debemos decir y reafirmar que la violencia no es ni cristiana ni evangélica, y que los cambios bruscos o violentos de las estructuras serán engañosos, ineficaces en sí mismos y ciertamente no conformes con la dignidad del pueblo" (64).

Contribución específica de la Iglesia

38. Dicho esto, nos alegramos de que la Iglesia tome una conciencia cada vez más viva de la propia forma, esencialmente evangélica, de colaborar a la liberación de los hombres. Y ¿qué hace? Trata de suscitar cada vez más numerosos cristianos que se dediquen a la liberación de los demás. A estos cristianos "liberadores" les da una inspiración de fe, una motivación de amor fraterno, una doctrina social a la que el verdadero cristiano no sólo debe prestar atención, sino que debe ponerla como base de su prudencia y de su experiencia para traducirla concretamente en categorías de acción, de participación y de compromiso. Todo ello, sin que se confunda con actitudes tácticas ni con el servicio a un sistema político, debe caracterizar la acción del cristiano comprometido. La Iglesia se esfuerza por inserir siempre la lucha cristiana por la liberación en el designio global de salvación que ella misma anuncia.

Todo lo que acabamos de recordar aquí se trató más de una vez en los debates del Sínodo. También Nos quisimos consagrar a este tema algunas palabras de esclarecimiento en la alocución que dirigimos a los padres al final de la Asamblea (65).

Esperamos que todas estas consideraciones puedan ayudar a evitar la ambigüedad que reviste frecuentemente la palabra "liberación" en las ideologías, los sistemas o los grupos políticos. La liberación que proclama y prepara la evangelización es la que Cristo mismo ha anunciado y dado al hombre con su sacrificio.

Libertad religiosa

39. De esta justa liberación, vinculada a la evangelización, que trata de lograr estructuras que salvaguarden la libertad humana, no se puede separar la necesidad de asegurar todos los derechos fundamentales del hombre, entre los cuales la libertad religiosa ocupa un puesto de primera importancia. Recientemente hemos hablado acerca de la actualidad de un importante aspecto de esta cuestión, poniendo de relieve como "muchos cristianos, todavía hoy, precisamente porque son cristianos o católicos, viven sofocados por una sistemática opresión. El drama de la fidelidad a Cristo y de la libertad de religión, si bien paliado por declaraciones categóricas en favor de los derechos de la persona y de la sociabilidad humana, continúa" (66).

IV. MEDIOS DE EVANGELIZACIÓN

A la búsqueda de los medios adecuados

40. La evidente importancia del contenido no debe hacer olvidar la importancia de los métodos y medios de la evangelización.

Este problema de cómo evangelizar es siempre actual, porque las maneras de evangelizar cambian según las diversas circunstancias de tiempo, lugar, cultura; por eso plantean casi un desafío a nuestra capacidad de descubrir y adaptar.

A nosotros, Pastores de la Iglesia, incumbe especialmente el deber de descubrir con audacia y prudencia, conservando la fidelidad al contenido, las formas más adecuadas y eficaces de comunicar el mensaje evangélico a los hombres de nuestro tiempo.

Bástenos aquí recordar algunos sistemas de evangelización, que por un motivo u otro, tienen una importancia fundamental.

El testimonio de vida

41. Ante todo, y sin necesidad de repetir lo que ya hemos recordado antes, hay que subrayar esto: para la Iglesia el primer medio de evangelización consiste en un testimonio de vida auténticamente cristiana, entregada a Dios en una comunión que nada debe interrumpir y a la vez consagrada igualmente al prójimo con un celo sin límites. "El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan —decíamos recientemente a un grupo de seglares—, o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio" (67). San Pedro lo expresaba bien cuando exhortaba a una vida pura y respetuosa, para que si alguno se muestra rebelde a la palabra, sea ganado por la conducta (68). Será sobre todo mediante su conducta, mediante su vida, como la Iglesia evangelizará al mundo, es decir, mediante un testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo, de pobreza y desapego de los bienes materiales, de libertad frente a los poderes del mundo, en una palabra de santidad.

Una predicación viva

42. No es superfluo subrayar a continuación la importancia y necesidad de la predicación: "Pero ¿cómo invocarán a Aquel en quien no han creído? Y, ¿cómo creerán sin haber oído de El? Y ¿cómo oirán si nadie les predica?... Luego, la fe viene de la audición, y la audición, por la palabra de Cristo" (69). Esta ley enunciada un día por San Pablo conserva hoy todo su vigor.

Sí, es siempre indispensable la predicación, la proclamación verbal de un mensaje. Sabemos bien que el hombre moderno, hastiado de discursos, se muestra con frecuencia cansado de escuchar y, lo que es peor, inmunizado contra las palabras. Conocemos también las ideas de numerosos psicólogos y sociólogos, que afirman que el hombre moderno ha rebasado la civilización de la palabra, ineficaz e inútil en estos tiempos, para vivir hoy en la civilización de la imagen. Estos hechos deberían ciertamente impulsarnos a utilizar, en la transmisión del mensaje evangélico, los medios modernos puestos a disposición por esta civilización. Es verdad que se han realizado esfuerzos muy válidos en este campo. Nos no podemos menos de alabarlos y alentarlos, a fin de que se desarrollen todavía más. El tedio que provocan hoy tantos discursos vacíos, y la actualidad de muchas otras formas de comunicación, no deben sin embargo disminuir el valor permanente de la palabra, ni hacer prender la confianza en ella. La palabra permanece siempre actual, sobre todo cuando va acompañada del poder de Dios (70). Por esto conserva también su actualidad el axioma de San Pablo: "la fe viene de la audición" (71), es decir, es la Palabra oída la que invita a creer.

Liturgia de la Palabra

43. Esta predicación evangelizadora toma formas muy diversas, que el celo sugeriría cómo renovar constantemente. En efecto, son innumerables los acontecimientos de la vida y las situaciones humanas que ofrecen la ocasión de anunciar, de modo discreto pero eficaz, lo que el Señor desea decir en una determinada circunstancia. Basta una verdadera sensibilidad espiritual para leer en los acontecimientos el mensaje de Dios. Además en un momento en que la liturgia renovada por el Concilio ha valorizado mucho la "liturgia de la Palabra", sería un error no ver en la homilía un instrumento válido y muy apto para la evangelización. Cierto que hay que conocer y poner en práctica las exigencias y posibilidades de la homilía para que ésta adquiera toda su eficacia pastoral. Pero sobre todo hay que estar convencido de ello y entregarse a la tarea con amor. Esta predicación, inserida de manera singular en la celebración eucarística, de la que recibe una fuerza y vigor particular, tiene ciertamente un puesto especial en la evangelización, en la medida en que expresa la fe profunda del ministro sagrado que predica y está impregnada de amor. Los fieles, congregados para formar una Iglesia pascual que celebra la fiesta del Señor presente en medio de ellos, esperan mucho de esta predicación y sacan fruto de ella con tal que sea sencilla, clara, directa, acomodada, profundamente enraizada en la enseñanza evangélica y fiel al Magisterio de la Iglesia, animada por un ardor apostólico equilibrado que le viene de su carácter propio, llena de esperanza, fortificadora de la fe y fuente de paz y de unidad. Muchas comunidades, parroquiales o de otro tipo, viven y se consolidan gracias a la homilía de cada domingo, cuando ésta reúne dichas cualidades.

Añadamos que, gracias a la renovación de la liturgia, la celebración eucarística no es el único momento apropiado para la homilía. Esta tiene también un lugar propio, y no debe ser olvidada, en la celebración de todos los sacramentos, en las paraliturgias, con ocasión de otras reuniones de fieles. La homilía será siempre una ocasión privilegiada para comunicar la Palabra del Señor.

La catequesis

44. A propósito de la evangelización, un medio que no se puede descuidar es la enseñanza catequética. La inteligencia, sobre todo tratándose de niños y adolescentes, necesita aprender mediante una enseñanza religiosa sistemática los datos fundamentales, el contenido vivo de la verdad que Dios ha querido transmitirnos y que la Iglesia ha procurado expresar de manera cada vez más pérfecta a lo largo de la historia. A nadie se le ocurrirá poner en duda que esta enseñanza se ha de impartir con el objeto de educar las costumbres, no de estacionarse en un plano meramente intelectual. Con toda seguridad, el esfuerzo de evangelización será grandemente provechoso, a nivel de la enseñanza catequética dada en la iglesia, en las escuelas donde sea posible o en todo caso en los hogares cristianos, si los catequistas disponen de textos apropiados, puestos al día sabia y competentemente, bajo la autoridad de los obispos. Los métodos deberán ser adaptados a la edad, a la cultura, a la capacidad de las personas, tratando de fijar siempre en la memoria, la inteligencia y el corazón las verdades esenciales que deberán impregnar la vida entera. Ante todo, es menester preparar buenos catequistas —catequistas parroquiales, instructores, padres— deseosos de perfeccionarse en este arte superior, indispensable y exigente que es la enseñanza religiosa. Por lo demás, sin necesidad de descuidar de ninguna manera la formación de los niños, se viene observando que las condiciones actuales hacen cada día más urgente la enseñanza catequética bajo la modalidad de un catecumenado para un gran número de jóvenes y adultos que, tocados por la gracia, descubren poco a poco la figura de Cristo y sienten la necesidad de entregarse a El.

Utilización de los medios de comunicación social

45. En nuestro siglo influenciado por los medios de comunicación social, el primer anuncio, la catequesis o el ulterior ahondamiento de la fe, no pueden prescindir de esos medios, como hemos dicho antes.

Puestos al servicio del Evangelio, ellos ofrecen la posibilidad de extender casi sin límites el campo de audición de la Palabra de Dios, haciendo llegar la Buena Nueva a millones de personas. La Iglesia se sentiría culpable ante Dios si no empleara esos poderosos medios, que la inteligencia humana perfecciona cada vez más. Con ellos la Iglesia "pregona sobre los terrados" (72) el mensaje del que es depositaria. En ellos encuentra una versión moderna y eficaz del "púlpito". Gracias a ellos puede hablar a las masas.

Sin embargo, el empleo de los medios de comunicación social en la evangelización supone casi un desafío: el mensaje evangélico deberá, sí, llegar, a través de ellos, a las muchedumbres, pero con capacidad para penetrar en las conciencias, para posarse en el corazón de cada hombre en particular, con todo lo que éste tiene de singular y personal, y con capacidad para suscitar en favor suyo una adhesión y un compromiso verdaderamente personal.

Contacto personal indispensable

46. Por estos motivos, además de la proclamación que podríamos llamar colectiva del Evangelio, conserva toda su validez e importancia esa otra transmisión de persona a persona. El Señor la ha practicado frecuentemente —como lo prueban, por ejemplo, las conversaciones con Nicodemos, Zaqueo, la Samaritana, Simón el fariseo— y lo mismo han hecho los Apóstoles. En el fondo, ¿hay otra forma de comunicar el Evangelio que no sea la de transmitir a otro la propia experiencia de fe? La urgencia de comunicar la Buena Nueva a las masas de hombres no debería hacer olvidar esa forma de anunciar mediante la cual se llega a la conciencia personal del hombre y se deja en ella el influjo de una palabra verdaderamente extraordinaria que recibe de otro hombre. Nunca alabaremos suficientemente a los sacerdotes que, a través del sacramento de la penitencia o a través del diálogo pastoral, se muestran dispuestos a guiar a las personas por el camino del Evangelio, a alentarlas en sus esfuerzos, a levantarlas si han caído, a asistirlas siempre con discreción y disponibilidad.

La función de los sacramentos

47. Sin embargo, nunca se insistirá bastante en el hecho de que la evangelización no se agota con la predicación y la enseñanza de una doctrina. Porque aquella debe conducir a la vida: a la vida natural a la que da un sentido nuevo gracias a las perspectivas evangélicas que le abre; a la vida sobrenatural, que no es una negación, sino purificación y elevación de la vida natural. Esta vida sobrenatural encuentra su expresión viva en los siete sacramentos y en la admirable fecundidad de gracia y santidad que contienen.

La evangelización despliega de este modo toda su riqueza cuando realiza la unión más íntima, o mejor, una intercomunicación jamás interrumpida, entre la Palabra y los sacramentos. En un cierto sentido es un equívoco oponer, como se hace a veces, la evangelización a la sacramentalización. Porque es seguro que si los sacramentos se administran sin darles un sólido apoyo de catequesis sacramental y de catequesis global, se acabaría por quitarles gran parte de su eficacia. La finalidad de la evangelización es precisamente la de educar en la fe, de tal manera, que conduzca a cada cristiano a vivir —y no a recibir de modo pasivo o apático— los sacramentos como verdaderos sacramentos de la fe.

Piedad popular

48. Con ello estamos tocando un aspecto de la evangelización que no puede dejarnos insensibles. Queremos referirnos ahora a esa realidad que suele ser designada en nuestros días con el término de religiosidad popular.

Tanto en las regiones donde la Iglesia está establecida desde hace siglos, como en aquellas donde se está implantando, se descubren en el pueblo expresiones particulares de búsqueda de Dios y de la fe. Consideradas durante largo tiempo como menos puras, y a veces despreciadas, estas expresiones constituyen hoy el objeto de un nuevo descubrimiento casi generalizado. Durante el Sínodo, los obispos estudiaron a fondo el significado de las mismas, con un realismo pastoral y un celo admirable.

La religiosidad popular, hay que confesarlo, tiene ciertamente sus límites. Está expuesta frecuentemente a muchas deformaciones de la religión, es decir, a las supersticiones. Se queda frecuentemente a un nivel de manifestaciones culturales, sin llegar a una verdadera adhesión de fe. Puede incluso conducir a la formación de sectas y poner en peligro la verdadera comunidad eclesial.

Pero cuando está bien orientada, sobre todo mediante una pedagogía de evangelización, contiene muchos valores. Refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer. Hace capaz de generosidad y sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata de manifestar la fe. Comporta un hondo sentido de los atributos profundos de Dios: la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante. Engendra actitudes interiores que raramente pueden observarse en el mismo grado en quienes no poseen esa religiosidad: paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, desapego, aceptación de los demás, devoción. Teniendo en cuenta esos aspectos, la llamamos gustosamente "piedad popular", es decir, religión del pueblo, más bien que religiosidad.

La caridad pastoral debe dictar, a cuantos el Señor ha colocado como jefes de las comunidades eclesiales, las normas de conducta con respecto a esta realidad, a la vez tan rica y tan amenazada. Ante todo, hay que ser sensible a ella, saber percibir sus dimensiones interiores y sus valores innegables, estar dispuesto a ayudarla a superar sus riesgos de desviación. Bien orientada, esta religiosidad popular puede ser cada vez más, para nuestras masas populares, un verdadero encuentro con Dios en Jesucristo.

V. LOS DESTINATARIOS DE LA EVANGELIZACIÓN

Destino universal

49. Las últimas palabras de Jesús en el Evangelio de Marcos confieren a la evangelización, que el Señor confía a los Apóstoles, una universalidad sin fronteras: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura" (73).

Los Doce y la primera generación de cristianos han comprendido bien la lección de este texto y de otros parecidos; han hecho de ellos su programa de acción. La misma persecución, al dispersar a los Apóstoles, contribuyó a diseminar la Palabra y a implantar la Iglesia hasta en las regiones más remotas. La admisión de Pablo entre los Apóstoles y su carisma de predicador de la venida de Jesucristo a los paganos —no judíos— subrayó todavía más esta universalidad.

A pesar de los obstáculos

50. A lo largo de veinte siglos de historia, las generaciones cristianas han afrontado periódicamente diversos obstáculos a esta misión de universalidad. Por una parte, la tentación de los mismos evangelizadores de estrechar bajo distintos pretextos su campo de acción misionera. Por otra, las resistencias, muchas veces humanamente insuperables de aquellos a quienes el evangelizador se dirige. Además, debemos constatar con tristeza que la obra evangelizadora de la Iglesia es gravemente dificultada, si no impedida, por los poderes públicos. Sucede, incluso en nuestros días, que a los anunciadores de la palabra de Dios se les priva de sus derechos, son perseguido, amenazados, eliminados sólo por el hecho de predicar a Jesucristo y su Evangelio. Pero abrigamos la confianza de que finalmente, a pesar de estas pruebas dolorosas, la obra de estos apóstoles no faltará en ninguna región del mundo.

No obstante estas adversidades, la Iglesia reaviva siempre su inspiración más profunda, la que le viene directamente del Maestro: ¡A todo el mundo! ¡A toda criatura! ¡Hasta los confines de la tierra! Lo ha hecho nuevamente en el Sínodo, como una llamada a no encadenar el anuncio evangélico limitándolo a un sector de la humanidad o a una clase de hombres o a un solo tipo de cultura. Algunos ejemplos podrían ser reveladores.

Primer anuncio a los que están lejos

51. Revelar a Jesucristo y su Evangelio a los que no los conocen: he ahí el programa fundamental que la Iglesia, desde la mañana de Pentecostés, ha asumido, como recibido de su Fundador. Todo el Nuevo Testamento, y de manera especial los Hechos de los Apóstoles, testimonian el momento privilegiado, y en cierta manera ejemplar, de este esfuerzo misionero que jalonará después toda la historia de la Iglesia.

La Iglesia lleva a efecto este primer anuncio de Jesucristo mediante una actividad compleja y diversificada, que a veces se designa con el nombre de "pre-evangelización", pero que muy bien podría llamarse evangelización, aunque en un estadio de inicio y ciertamente incompleto. Cuenta con una gama casi infinita de medios: la predicación explícita, por supuesto, pero también el arte, los intentos científicos, la investigación filosófica, el recurso legítimo a los sentimientos del corazón del hombre podrían colocarse en el ámbito de esta finalidad.

Anuncio al mundo descristianizado

52. Aunque este primer anuncio va dirigido de modo específico a quienes nunca han escuchado la Buena Nueva de Jesús o a los niños, se está volviendo cada vez más necesario, a causa de las situaciones de descristianización frecuentes en nuestros días, para gran número de personas que recibieron el bautismo, pero viven al margen de toda vida cristiana; para las gentes sencillas que tienen una cierta fe, pero conocen poco los fundamentos de la misma; para los intelectuales que sienten necesidad de conocer a Jesucristo bajo una luz distinta de la enseñanza que recibieron en su infancia, y para otros muchos.

Religiones no cristianas

53. Asimismo se dirige a inmensos sectores de la humanidad que practican religiones no cristianas. La Iglesia respeta y estima estas religiones no cristianas, por ser la expresión viviente del alma de vastos grupos humanos. Llevan en sí mismas el eco de milenios a la búsqueda de Dios; búsqueda incompleta pero hecha frecuentemente con sinceridad y rectitud de corazón. Poseen un impresionante patrimonio de textos profundamente religiosos. Han enseñado a generaciones de personas a orar. Todas están llenas de innumerables "semillas del Verbo" (74) y constituyen una auténtica "preparación evangélica" (75), por citar una feliz expresión del Concilio Vaticano II tomada de Eusebio de Cesarea.

Ciertamente, tal situación suscita cuestiones complejas y delicadas, que conviene estudiar a la luz de la Tradición cristiana y del Magisterio de la Iglesia, con el fin de ofrecer a los misioneros de hoy y de mañana nuevos horizontes en sus contactos con las religiones no cristianas. Ante todo, queremos poner ahora de relieve que ni el respeto ni la estima hacia estas religiones, ni la complejidad de las cuestiones planteadas implican para la Iglesia una invitación a silenciar ante los no cristianos el anuncio de Jesucristo. Al contrario, la Iglesia piensa que estas multitudes tienen derecho a conocer la riqueza del misterio de Cristo (76), dentro del cual creemos que toda la humanidad puede encontrar, con insospechada plenitud, todo lo que busca a tientas acerca de Dios, del hombre y de su destino, de la vida y de la muerte, de la verdad. De ahí que, aun frente a las expresiones religiosas naturales más dignas de estima, la Iglesia se funde en el hecho de que la religión de Jesús, la misma que Ella anuncia por medio de la evangelización, sitúa objetivamente al hombre en relación con el plan de Dios, con su presencia viva, con su acción; hace hallar de nuevo el misterio de la Paternidad divina que sale al encuentro de la humanidad. En otras palabras, nuestra religión instaura efectivamente una relación auténtica y viviente con Dios, cosa que las otras religiones no lograron establecer, por más que tienen, por decirlo así, extendidos sus brazos hacia el cielo.

Por eso la Iglesia mantiene vivo su empuje misionero e incluso desea intensificarlo en un momento histórico como el nuestro. La Iglesia se siente responsable ante todos los pueblos. No descansará hasta que no haya puesto de su parte todo lo necesario para proclamar la Buena Nueva de Jesús Salvador. Prepara siempre nuevas generaciones de apóstoles. Lo constatamos con gozo en unos momentos en que no faltan quienes piensan, e incluso dicen, que el ardor y el empuje misionero son cosa del pasado. El Sínodo acaba de responder que el anuncio misionero no se agota y que la Iglesia se esforzará siempre en conseguir su perfeccionamiento.

Ayuda a la fe de los fieles

54. Sin embargo, la Iglesia no se siente dispensada de prestar una atención igualmente infatigable hacia aquellos que han recibido la fe y que, a veces desde hace muchas generaciones permanecen en contacto con el Evangelio. Trata así de profundizar, consolidar, alimentar, hacer cada vez más madura la fe de aquellos que se llaman ya fieles o creyentes, a fin de que lo sean cada vez más.

Esta fe está casi siempre enfrentada al secularismo, es decir, a un ateísmo militante; es una fe expuesta a pruebas y amenazas, más aún, una fe asediada y combatida. Corre el riesgo de morir por asfixia o por inanición, si no se la alimenta y sostiene cada día. Por tanto evangelizar debe ser, con frecuencia, comunicar a la fe de los fiele —particularmente mediante una catequesis llena de savia evangélica y con un lenguaje adaptado a los tiempos y a las personas— este alimento y este apoyo necesarios.

La Iglesia católica abriga un vivo anhelo de los cristianos que no están en plena comunión con Ella: mientras prepara con ellos la unidad querida por Cristo, y precisamente para preparar la unidad en la verdad, tiene conciencia de que faltaría gravemente a su deber si no diese testimonio, ante ellos, de la plenitud de la revelación de que es depositaria.

Secularismo ateo

55. Igualmente significativa es la preocupación, presente en el Sínodo, hacia dos esferas muy diferentes la una de la otra y sin embargo muy próximas entre sí por el desafío que, cada una a su modo, lanzan a la evangelización. La primera es aquella que podemos llamar el aumento de la incredulidad en el mundo moderno. El Sínodo se propuso describir este mundo moderno: bajo este nombre genérico, ¡cuántas corrientes de pensamiento, valores y contravalores, aspiraciones latentes o semillas de destrucción, convicciones antiguas que desaparecen y convicciones nuevas que se imponen!

Desde el punto de vista espiritual, este mundo moderno parece debatirse siempre en lo que un autor contemporáneo ha llamado "el drama del humanismo ateo" (77).

Por una parte, hay que constatar en el corazón mismo de este mundo contemporáneo un fenómeno, que constituye como su marca más característica: el secularismo. No hablamos de la secularización en el sentido de un esfuerzo, en sí mismo justo
 

Antropología
Miguel el 15-09-2007, 17:49 (UTC)
 La Biblia ofrece una luz superior que ilumina los estudios sobre el origen del Hombre
Mensaje de S.S. Juan Pablo II a los miembros a la Academia Pontificia de Ciencias reunidos en asamblea plenaria

(22 de octubre de 1996)

Con gran placer le dirijo un cordial saludo a usted, señor presidente, y a todos vosotros que constituís la Academia pontificia de ciencias, con ocasión de vuestra asamblea plenaria. Felicito, en particular, a los nuevos académicos, que han venido para participar por primera vez en vuestros trabajos. Quiero recordar también a los académicos fallecidos durante el año pasado, a quienes encomiendo al Señor de la vida.

1. Al celebrarse el sexagésimo aniversario de la fundación de la Academia, me complace recordar los propósitos de mi predecesor Pío XI, que quiso rodearse de un grupo elegido de sabios, esperando que informaran con toda libertad a la Santa Sede sobre el desarrollo de la investigación científica, y que así le ayudaran en sus reflexiones.

A quienes solía llamar el Senatus scientificus de la Iglesia, les pedía que sirvieran a la verdad. Es la misma invitación que os renuevo hoy, con la certeza de que podremos aprovechar la "fecundidad de un diálogo confiado entre la Iglesia y la ciencia" (cf. Discurso a la Academia de ciencias, 28 de octubre de 1986: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 16 de noviembre de 1986, p. 15).

2. Me alegra el primer tema que habéis elegido, el del origen de la vida y de la evolución, tema esencial que interesa mucho a la Iglesia, puesto que la Revelación, por su parte, contiene enseñanzas relativas a la naturaleza y a los orígenes del hombre. ¿Coinciden las conclusiones a las que llegan las diversas disciplinas científicas con las que contiene el mensaje de la Revelación? Si, a primera vista, puede parecer que se encuentran oposiciones, ¿en qué dirección hay que buscar su solución? Sabemos que la verdad no puede contradecir a la verdad (cf. León XIII, encíclica Providentissimus Deus). Por otra parte, para aclarar mejor la verdad histórica, vuestras investigaciones sobre las relaciones de la Iglesia con la ciencia entre el siglo XVI y el XVIII son de gran importancia.

Durante esta sesión plenaria, hacéis una "reflexión sobre la ciencia en el umbral del tercer milenio", comenzando por determinar los principales problemas creados por las ciencias, que influyen en el futuro de la humanidad. Mediante vuestros trabajos, vais proponiendo soluciones que serán beneficiosas para la toda la comunidad humana.Tanto en el campo de la naturaleza inanimada como en el de la animada, la evolución de la ciencia y de sus aplicaciones, plantea interrogantes nuevos. La Iglesia podrá comprender mejor su alcance en la medida en que conozca sus aspectos esenciales. Así, según su misión específica, podrá brindar criterios para discernir los comportamientos morales a los que todo hombre está llamado, con vistas a su salvación integral.

3. Antes de proponeros algunas reflexiones más específicas sobre el tema del origen de la vida y de la evolución, quisiera recordaros que el Magisterio de la Iglesia ya ha sido llamado a pronunciarse sobre estas materias, en el ámbito de su propia competencia. Deseo citar aquí dos intervenciones.

En su encíclica Humani generis (1950), mi predecesor Pío XII ya había afirmado que no había oposición entre la evolución y la doctrina de la fe sobre el hombre y su vocación, con tal de no perder de vista algunos puntos firmes (cf. AAS 42 [1950], pp. 575-576).

Por mi parte, cuando recibí, el 31 de octubre de 1992, a los participantes en la asamblea plenaria de vuestra Academia, tuve la ocasión, a propósito de Galileo, de atraer la atención hacia la necesidad de una hermenéutica rigurosa para la interpretación correcta de la Palabra inspirada. Conviene delimitar bien el sentido propio de la Escritura, descartando interpretaciones indebidas que le hacen decir lo que no tiene intención de decir. Para delimitar bien el campo de su objeto propio, el exegeta y el teólogo deben mantenerse informados acerca de los resultados a los que llegan las ciencias de la naturaleza (cf. AAS 85 [1993] pp. 764-772; Discurso a la Pontificia Comisión Bíblica, 23 de abril de 1993, anunciando el documento sobre La interpretación de la Biblia en la Iglesia: AAS 86 [1994], pp. 232-243).

4. Teniendo en cuenta el estado de las investigaciones científicas de esa época y también las exigencias propias de la teología, la encíclica Humani generis consideraba la doctrina del "evolucionismo" como una hipótesis seria, digna de una investigación y de una reflexión profundas, al igual que la hipótesis opuesta. Pío XII añadía dos condiciones de orden metodológico: que no se adoptara esta opinión como si se tratara de una doctrina cierta y demostrada, y como si se pudiera hacer totalmente abstracción de la Revelación a propósito de las cuestiones que esa doctrina plantea. Enunciaba igualmente la condición necesaria para que esa opinión fuera compatible con la fe cristiana. Sobre este aspecto volveré más adelante.

Hoy, casi medio siglo después de la publicación de la encíclica, nuevos conocimientos llevan a pensar que la teoría de la evolución es más que una hipótesis. En efecto, es notable que esta teoría se haya impuesto paulatinamente al espíritu de los investigadores, a causa de una serie de descubrimientos hechos en diversas disciplinas del saber. La convergencia, de ningún modo buscada o provocada, de los resultados de trabajos realizados independientemente unos de otros, constituye de suyo un argumento significativo en favor de esta teoría.

¿Cuál es el alcance de dicha teoría? Abordar esta cuestión significa entrar en el campo de la epistemología. Una teoría es una elaboración metacientífica, diferente de los resultados de la observación, pero que es homogénea con ellos. Gracias a ella, una serie de datos y de hechos independientes entre sí pueden relacionarse e interpretarse en una explicación unitaria. La teoría prueba su validez en la medida en que puede verificarse; se mide constantemente por el nivel de los hechos; cuando carece de ellos, manifiesta sus límites y su inadaptación. Entonces es necesario reformularla.

Además, la elaboración de una teoría como la de la evolución, que obedece a la exigencia de homogeneidad con los datos de la observación, toma ciertas nociones de la filosofía de la naturaleza.

Y, a decir verdad, más que de la teoría de la evolución, conviene hablar de las teorías de la evolución. Esta pluralidad afecta, por una parte, a la diversidad de las explicaciones que se han propuesto con respecto al mecanismo de la evolución, y, por otra, a las diversas filosofías a las que se refiere. Existen también lecturas materialistas y reduccionistas, al igual que lecturas espiritualistas. Aquí el juicio compete propiamente a la filosofía y, luego, a la teología.

5. El Magisterio de la Iglesia está interesado directamente en la cuestión de la evolución, porque influye en la concepción del hombre, acerca del cual la Revelación nos enseña que fue creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn. 1, 28-29). La constitución conciliar Gaudium et spes ha expuesto magníficamente esta doctrina, que es uno de los ejes del pensamiento cristiano. Ha recordado que el hombre es "la única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma" (n. 24). En otras palabras, el hombre no debería subordinarse, como simple medio o mero instrumento, ni a la especie ni a la sociedad; tiene valor por sí mismo. Es una persona. Por su inteligencia y su voluntad, es capaz de entrar en relación de comunión, de solidaridad y de entrega de sí con sus semejantes. Santo Tomás observa que la semejanza del hombre con Dios reside especialmente en su inteligencia especulativa, porque su relación con el objeto de su conocimiento se asemeja a la relación que Dios tiene con su obra (cf. Summa Theol., I-II, q. 3, a. 5, ad 1). q. 3, a. 5, ad 1). Pero, más aún, el hombre está llamado a entrar en una relación de conocimiento y de amor con Dios mismo, relación que encontrará su plena realización más allá del tiempo, en la eternidad. En el misterio de Cristo resucitado se nos ha revelado toda la profundidad y toda la grandeza de esta vocaci6n (cf. Gaudium et spes, 22). En virtud de su alma espiritual, toda la persona, incluyendo su cuerpo, posee esa dignidad. Pío XII había destacado este punto esencial: el cuerpo humano tiene su origen en la materia viva que existe antes que él, pero el alma espiritual es creada inmediatamente por Dios ("animas enim a Deo immediate creari catholica fides nos retinere iubet": encíclica Humani generis: AAS 42 [1950], p. 575).

En consecuencia, las teorías de la evolución que, en función de las filosofías en las que se inspiran, consideran que el espíritu surge de las fuerzas de la materia viva o que se trata de un simple epifenómeno de esta materia, son incompatibles con la verdad sobre el hombre. Por otra parte, esas teorías son incapaces de fundar la dignidad de la persona.

6. Así pues, refiriéndonos al hombre, podríamos decir que nos encontramos ante una diferencia de orden ontológico, ante un salto ontológico. Pero, plantear esta discontinuidad ontológica, ¿no significa afrontar la continuidad física, que parece ser el hilo conductor de las investigaciones sobre la evolución, y esto en el plano de la física y la química? La consideración del método utilizado en los diversos campos del saber permite poner de acuerdo dos puntos de vista, que parecerían irreconciliables. Las ciencias de la observación describen y miden cada vez con mayor precisión las múltiples manifestaciones de la vida y las inscriben en la línea del tiempo. El momento del paso a lo espiritual no es objeto de una observación de este tipo que, sin embargo, a nivel experimental, puede descubrir una serie de signos muy valiosos del carácter específico del ser humano. Pero la experiencia del saber metafísico, la de la conciencia de sí y de su índole reflexiva, la de la conciencia moral, la de la libertad, o incluso la experiencia estética y religiosa, competen al análisis y a la reflexión filosóficas, mientras que la teología deduce el sentido último según los designios del Creador.

7. Para concluir, quisiera recordar una verdad evangélica capaz de irradiar una luz superior sobre el horizonte de vuestras investigaciones acerca de los orígenes y el desarrollo de la materia viva. En efecto, la Biblia es portadora de un extraordinario mensaje de vida. Dado que caracteriza las formas más elevadas de la existencia, nos da una visión sabia de la vida. Esta visión me ha guiado en la encíclica que he dedicado al respeto de la vida humana y que, precisamente, he titulado Evangelium Vitae.

Es significativo que, en el evangelio de san Juan, la vida designa la luz divina que Cristo nos comunica. Estamos llamados a entrar en la vida eterna, es decir, en la eternidad de la felicidad divina.

Para ponernos en guardia contra las tentaciones más grandes que nos acechan, nuestro Señor cita las importantes palabras del Deuteronomio: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". (Dt 8, 3; cf. Mt 4, 4).

Por otra parte, la vida es uno de los hermosos títulos que la Biblia ha reconocido a Dios. El es el Dios vivo.

De todo corazón invoco la abundancia de las bendiciones divinas sobre todos vosotros y vuestros seres queridos.

Vaticano, 22 de octubre de 1996

Joannes Paulus II


Materia: Antropología Teológica 1-
Unidad I 30/03/Ž04

Bibliografía: Concilio Vaticano II – Gaudium Espes- Dei Verbum
“Imagen de Dios” De la Peña Ruiz – “Antropología Teológica” Flick


Técnica de Estudio
1)Postura cómoda o correcta
2)Lugar apropiado


Información:

Síntesis: Es la explicación en función de que se entienda.




Antropo = Hombre
Logos = Ciencia – Conocimiento

Humus = Tierra fértil = Ceniza de cadáveres – Roma

Logos = Conocimiento que ilumina y nos acerca a Dios (Sta. Catalina de Siena)

Antropología Teológica es:

•Reflexión del hombre desde lo que Dios tiene pensado para el.

•San Agustín crea un método introspectivo.

Metánoia: Cambio de Corazón = Conversión
La conversión puede ser afectiva y efectiva = Pablo

•El hombre es tambien un problema, tiene dudas:

Duda Cartesiana: Búsqueda de la verdad o conocimiento
Duda Piorriana: Infructífera – Gente que cuestiona por cuestionar.

Tambien hay dos tipos de Ignorancia: (según Sto. Tomás)
Ignorancia Vencible: Puedo salir de la duda, preguntando o estudiando
Ignorancia invencible: Por ningún medio puede llegar a la verdad

(La nada es entilequia)

¿Porqué medio nos crea Dios? R: Por la Palabra
Verbo
Acción : Sabiduría 11, 24-26 -Col. 1, 15-20- Heb. 1, 1-4
¿ Para que nos crea Dios? R: Para su Gloria


Credo de Nicea: ... “ Jesus es engendrado no creado...”
“ Luz de luz...”


Revelación: ( Correr el velo)
¿Cómo se revela? :
a) La Creación
b) Profetas (Nabi)
c) Cristo = Revelación pública
d) Apóstoles = Magisterio (Función ministerial de custodiar la fe. Verdad revelada
Tradición Oral = 1ºra. Jn. 1-4


•La Palabra sin un contexto es un pretexto


Ejemplarismo de la Creación
Ejemplar: “No es lo mismo lo que pienso...

Ejemplado: ...que lo que hago”

Para Platón “solo existe la perfección en el mundo de las ideas”

Mundo Sensible: Mundo creado como lo vemos hoy

(Anatemesis)
Recordar

•El hombre es la plenitud de la Creación*
Epifanía: Manifestación
Teofanía: Manifestación de la Gloria de Dios.



Imagen----------- Semejanza Gn 1, 26-27 (Lugarteniente)
1ra. Juan 3, 2 (Semejantes)

Rom. 8, 29 (Predestinó –libres)- 2 Cor. 3, 18 (Imagen de Cristo)


Naturaleza Gracia - Gloria: (Sto. Tomás dice: Algunos conocen + a Dios pues los auxilia la Gracia = Son justos. Especifica también que otros están en la Gloria o gozan de la Gloria de Dios = Bienaventurados
San Irineo Explica:
En la Imagen esta la salida y en la semejanza esta la llegada.



Unidad 2
Hombre = Espacio o Lugar = Prolongación
SOMOS DESDE QUE NACEMOS.
Crecemos
Reproducción = Proceso Biológico
Muerte .

Asincronía: Es la diferencia muy marcada entre lo afectivo y lo intelectual.


Hombre como Ser sexuado

1- Plano Biológico

Cromosónico: Tenemos 23 Cromosomas, 22 Gomosomas y 1 Autosoma

Hormonal: El varón tiene la Testosterona y Andrógeno
La mujer tiene Estrógeno y Progesterona
Gonádico: Hace a la formación de los órganos genitales, interna: Ovarios/Testículos; como externa: Vulva/Pene.

2- Plano Psicológico: Es el que permite hablar de características femeninas y masculinas que comportan modos, rasgos y funciones diversas.

*Femenino: Fuerza centrípeda, interior, recepción, intimidad.

*Masculino: Fuerza centrífuga, exterior.

“El cuerpo tiene memoria”

3- Plano Social – Cultural: Dado por los estereotipos que inhiben o excitan ciertos roles (sexo débil/sexo fuerte, esto último es relativo.
4- Plano Antropológico: Es comunicación, es lenguaje de AMOR. Es “EROS y AGAPE”
*EROS: es placer, deleite // AGAPE: es la ofenda, generosidad.
*EROS: caricia, beso, abrazo //AGAPE: abandono confiado, dulzura,
*EROS: es promesa, el horizonte que se vislumbra // AGAPE: Fidelidad, compromiso, fe.
*EROS: es imaginación, fantasía // AGAPE: sinceridad, autenticidad.

Hay tres pasos de aproximación entre Ella y El.
1º Deslumbramiento.
2º Enamoramiento } Matrimonio
3º Noviazgo (Proyecto de vida)



El Amor verdadero tiene dos características:

1- Entrega personal, total y definitiva.
2- El AMOR es comunicación, hay que buscar dar y recibirse.




En un amor Unitivo
Afectivo Biológico
Psicológico

El Pudor es: “ Equilibrio entre la intimidad y la apertura” .

La historia del hombre:
A partir de los 8 –10 años el hombre puede narrar su historicidad con hechos correlacionados o seguidos = Autobiografía

Algunos dicen que la historicidad es evolutiva, otros dicen con altibajos, otros que es en forma espiralada y otros que es cíclica.

La cristiana es: Espiral Ascendente, se busca la conversión.
PLAN DE SALVACIÓN
Exodo Cristo (hoy) Yo (todavía no)

YO

Materia Soplo – Materia Incorpórea Testimonio que somos hijos de Dios

Dios se comunica de Espíritu a Espíritu.


DIOS



Tanto el Espíritu, el Alma y el Cuerpo deben estar en constante ARMONÍA.


21/05/04


1ºer. Parcial de Antropología Teológica I:

1-Definir que es la Antropología Teológica
2-Realice una síntesis de los temas más sobresalientes de cada una de las unidades temáticas
3-Mencione un listado detallado de implicancia pastoral de los temas desarrollados

08/06
El Hombre su Libertad – Su soledad –(ver Apuntes)

15/06/`04


FREUD DICE:

Modelo Estructural {Consciente –Pre/consciente-Inconsciente





Aparato Psíquico

Modelo Dinámico{ Yo – Ello – Super-yo

En el *Ello se encuentran todos los instintos Y se rige por el principio del placer
- MODELOS:

El *Yo se rige por el principio de la realidad. Abarca los tres modelos.

El *Super-yo se rige por el principio del deber ser Ideal del Yo

Consciencia Moral

•El Super-yo tiene partes inconsciente y pre-consciente

MECANISMOS

1-Represión

2-Proyección

3-Sublimación (Cambiar la energía pulsional en algo socialmente bien visto) Ejemplo:

En Colegios o Retiros = Cargas físicas
(En momentos de oración el cuerpo esta pasivo, no hay descarga motora)

4 – Regresión
5 – Evasión - Ascetismo (Mecanismo que se aísla de su entorno)
-Ensoñación (Fantasía Diurna)
-Intelectualismo (Es querer darle lógica a todo)

(La oración en Evasión puede producir hasta el “delirio místico”)


6 - Negación

PERSONALIDAD (La personalidad es dinámica)
EMOTIVIDAD:
(Impacto de un hecho en el estado de animo)

ACTIVIDAD: (Capacidad de la respuesta)


RESONANCIA:
(Es el tiempo que queda el hecho o acontecimiento en la conciencia)

NO HAY CARACTERES MALOS NI BUENOS



E – A – P = Colérico = Recordarle la reflexión
E – A - S = Apasionado = Recordarle la meta (si se olvida)
E- n. A- P= Nervioso = Variable –No reacciona – Se olvida
E -n. A – P= Sentimental = Depresivo – Tarde para decidiese
n. E- A- P= Sanguíneo = Es de hacer pero no se conoce su estado de animo
n. E- A-S= Flemático = Contrario al nervioso

n. E – n. A - P=
{ Tienden a la contemplación + Tranquilos –Silencio
n. E – n. A –S =

Finito = Tipo: Cronológico (Kronos)
Hombre como ser Propicio (Kairos)


Situaciones Limites = Vulnerabilidad – Dolor



Infinito = Abierto
Conocimiento - - Neonésis (Lo percibido)
Noema (La realidad)


Mundo intelecto
Inteligencia (Es un principio de elevación)
Siempree del Amor = Yo – Tu (Nosotros)

Trascendental


CONSUMIRSE
DESPEDIRSE
DESVIVIRSE


TÉRMINO
COMIENZO
REBELDÍA
HOMBRE LÚDICO = Auto-terapeuta } Alegría - Gozo. Medio de Aprendizaje.
HOMBRE AGONICO = Llanto – Frustración – Llanto – Muerte

HOMBRE = REGALO= El hombre debe aceptar y ofrecer – Agradecer a Dios por su existencia debe dar y recibir.


TAREA= Con esperanza – Fe –Ilusión- Deseo. (Escatología)






 

Tratado I
Miguel el 15-09-2007, 17:49 (UTC)
 Tratado I
TEOLOGÍA FUNDAMENTAL

1. La Teología es una ciencia
2. La religión cristiana
3. La religión cristiana es la verdadera
4. La religión cristiana es la verdadera (testimonio de Cristo)
5. Necesidad de la religión cristiana
6. Posibilidad de la Revelación
7. La Revelación de Moisés
8. La existencia de Dios
9. Posibilidad de la Revelación sobrenatural
10. Necesidad de la Revelación divina
11. Obligación de abrazar la religión verdadera

1. La Teología
- Es una ciencia
- Procede de la revelación de Dios a los hombres
- Sus verdades son más firmes que las verdades naturales
- Es más perfecta, más sublime y útil que las demás ciencias
- Es más excelente
- Es necesaria a la Iglesia y a los fieles
- Es «verdadera sabiduría»
- La Teología es una ciencia

Ciencia es un conjunto de conocimientos adquiridos por demostración, y que pertenecen a una rama del saber humano.
Por esta misma razón, poned el mayor empeño en añadir a vuestra fe la virtud, a la virtud el conocimiento, al conocimiento la templanza... (2 Pe. 1, 5).
- La Teología es una ciencia que no procede de los principios conocidos por la luz natural del entendimiento, sino por luz superior de la Revelación de Dios a los hombres.
Sin embargo, hablamos de sabiduría entre los perfectos, pero no de sabiduría de este mundo ni de los príncipes de este mundo, que se van debilitando; sino que hablamos de una sabiduría de Dios, misteriosa, escondida, destinada por Dios desde antes de los siglos para gloria nuestra, desconocida de todos los príncipes de este mundo... (1 Cor. 2, 6).
Aclaración. Hay dos clases de ciencia: la adquirida por la luz natural del entendimiento y la que procede de los principios conocidos por la revelación de Dios a los hombres.

- Las verdades de la Teología, en cuanto que están apoyadas en la Revelación de Dios que es la primera verdad, son más firmes y ciertas que las verdades naturales que están fundadas en la verdad participada.
Y así se nos hace más firme la palabra de los profetas... (2 Pe. 1, 19).
...porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios (2 Pe. 1, 21).
- La Teología es más perfecta, más sublime y más útil que todas las demás ciencias.

a) - Es más perfecta.
Feliz el hombre que se ejercita en la sabiduría, y que en su inteligencia reflexiona, que medita sus caminos en su corazón y sus secretos considera (Si. 20, 21).
Aclaración. Es más perfecta porque cuanto más se entrega el hombre al estudio de la sabiduría, más parte tiene en la bienaventuranza.

b) - Es más sublime.
...porque es para los hombres un tesoro inagotable y los que le adquieren se granjean la amistad de Dios,... (Sab. 7, 14).
Aclaración. Es la más sublime porque es la que más acerca al hombre a Dios por la amistad.

c) - Es más útil.
...apreciad la Sabiduría para que reinéis eternamente (Sab. 6, 21).
Aclaración. Es más útil porque la misma sabiduría conduce al reino de la inmortalidad.

- La Teología es más excelente que todas las demás ciencias humanas.
Sin embargo, hablamos de sabiduría entre los perfectos, pero no de sabiduría de este mundo ni de lo príncipes de este mundo, que se van debilitando; sino que hablamos de una sabiduría de Dios, misteriosa, escondida, destinada por Dios desde antes de los siglos para gloria nuestra, desconocida de todos los príncipes de este mundo... (1 Cor. 2, 6).
- La Teología, prescindiendo del método y orden con que hoy suele enseñarse, es, por providencia de Dios, necesaria a la Iglesia para la conservación de su doctrina. Y a cada uno de los fieles necesaria para conseguir la salvación.

a) - Necesaria a la Iglesia.
Porque el epíscopo, como administrador de Dios, debe ser irreprochable; no arrogante... Que esté adherido a la palabra fiel, conforme a la enseñanza, para que sea capaz de exhortar con la sana doctrina y refutar a los que contradicen (Tit. 1, 7-9).

b) - Necesaria a cada uno.

Para que no seamos ya niños, llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana y de la astucia que conduce engañosamente al error,... (Ef. 4, 14).
- La Teología es y se llama «verdadera sabiduría».
Sin embargo, hablamos de sabiduría entre los perfectos, pero no de sabiduría de este mundo ni de los príncipes de este mundo, que se van debilitando; sino que hablamos de una sabiduría de Dios, misteriosa, escondida, destinada por Dios desde antes de los siglos para gloria nuestra, desconocida de todos los príncipes de este mundo - pues de haberla conocido no hubieran crucificado al Señor de la gloria- (1 Cor. 2, 6-8).
...para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora manifestada a los Principados y a las Potestades en los cielos, mediante la Iglesia,... (Ef. 3, 10).

2. La Religión cristiana

- Fue profetizada en el A. T.

- La religión verdadera no puede ser más que una

- Los criterios internos no manifiestan la verdad revelada, a no ser que coincidan con los externos

- Es de origen divino

- La fundación de la Religión verdadera fue profetizada en el Antiguo Testamento.

Confluirán a él todas las naciones, y acudirán pueblos numerosos. Dirán: Venid, subamos al monte de Yahvé, a la Casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos. Pues de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén la palabra de Yahvé (Is. 2, 2-3).

- La Religión verdadera no puede ser más que una.

El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará (Mc. 16, 16).

Aclaración. Jesucristo condiciona la salvación eterna y la consecución del último fin, a creer y ser bautizado en la religión que él reveló. Por tanto, la religión verdadera no puede ser más que una.

- Los criterios internos de la revelación no manifiestan la verdad revelada, a no ser que coincidan con otros criterios externos.

Criterios internos de la revelación son aquellos que están en la conciencia de cada hombre creyente. Externos son los que están fuera de la conciencia. Externos intrínsecos son los que surgen de las mismas verdades reveladas y extrínsecos son los que las demuestran y confirman.

Pero yo tengo un testimonio mejor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas que yo realizado, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado (Jn. 5, 36).

Jesús les respondió: «Ya os lo he dicho, pero no me creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí,... (Jn. 10, 25).

- El origen divino de la religión cristiana se demuestra porque Él no fue engañado ni pudo engañar.

a) - No fue engañado.

- Por la humildad que mostró.

...el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos (Mt. 20, 28).

...he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado (Jn. 6, 38).

...echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos... (Jn. 13, 5).

- Por la sabiduría eminente que manifestó.

...todos los que le oían estaban estupefactos por su sabiduría y por sus respuestas (Lc. 2, 47).

Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca (Lc. 4, 22).

Algunos de los escribas le dijeron: Maestro, has hablado bien. Y ya no se atrevía a preguntarle nada (Lc. 20, 39-40).

Respondieron los guardias: «Jamás un hombre ha hablado como habla este hombre» (Jn. 7, 46).

b) - No engañó a otros.

Mostró integridad en su conducta.

¿Quién de vosotros puede probar que soy pecador? (Jn. 8, 46).

Se mostró modelo de virtud.

- Celo por la gloria de su Padre.

El celo por tu Casa me devorará (Jn. 2, 17).

- Pretendía el honor de su Padre.

«Yo no tengo un demonio, sino que honro a mi Padre,... (Jn. 8, 49).

- Hacía siempre lo que agradaba a su Padre.

...yo hago siempre lo que le agrada a Él (Jn. 8, 29).

- Fue humilde.

Yo no busco mi gloria (Jn. 8, 50).

- No dejó que lo alabaran.

Jesús les mandó que a nadie se lo contaran (Mc. 7, 36).

- Despreció honras y honores.

...el diablo le dice: «Todo esto te daré si te postras y me adoras» (Mt. 4, 9).

Dícele entonces Jesús «Apártate, Satanás, porque está escrito:

Al Señor tu Dios adorarás, sólo a Él darás culto» (Mt. 4, 9-10).

- Llevó vida pobre.

«...el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza» (Mt. 8, 20).

- Despreció la dignidad real.

Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él sólo (Jn. 6, 15).

- Llevó su cruz.

...soportó la cruz sin miedo a la ignominia... (Hebr. 12, 2).

- Hizo bien a todos.

...pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo,... (Hch. 10, 38).

- Curó a los enfermos.

Y se maravillaban sobremanera y decían: «Todo lo ha hecho bien; también hace oír a los sordos y hablar a los mudos» (Mc. 7, 37).

- Consoló a los tristes.

Al verla el Señor, tuvo compasión de ella, y le dijo: «No llores» (Lc. 6, 13).

- Perdonó a los que le torturaron.

Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc. 23, 34).

- No huyó de Judas.

Y al instante se acercó a Jesús y le dijo: «¡Salve rabbí!», y le besó (Mt. 26, 49).

3. La Religión cristiana es la verdadera

- Los milagros son argumento certísimo

- Los discípulos enseñaban que los milagros que Jesucristo realizaba confirmaban su doctrina

- Su propagación fue muy rápida

- Su veracidad se demuestra por su propagación tan rápida

- Esta propagación no se produjo por causas naturales, sino por providencia especial de Dios

- Su veracidad también se prueba por la excelencia de sus dogmas, preceptos, sanciones y medios de salvación

- También se prueba por la conversión de los judíos

- Por la renovación de costumbres

- Por su estabilidad perfecta

- Los milagros son un argumento certísimo de la divinidad y de la veracidad de la doctrina de Cristo.

«...Si no hago las obras de mi Padre, no me creía; pero si las hago, creed por las obras, aunque a mí no me creáis y así sabréis y conoceréis que el Padre está en mí y yo en el Padre» (Jn. 10, 37-38).

Las características del apóstol se vieron cumplidas entre vosotros: paciencia perfecta en los sufrimientos y también señales, prodigios y milagros (2 Cor. 12, 12).

Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos (Jn. 2, 11).

- Los mismos discípulos de Jesucristo enseñaban que los milagros que él realizaba servían para confirmar su doctrina.

Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañan (Mc. 16, 20).

Las características del apóstol se vieron cumplidas entre vosotros: paciencia perfecta en los sufrimientos y también señales, prodigios y milagros (2 Cor. 12, 12).

Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. Estas los han sido para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre (Jn. 20, 30).

- La propagación de la religión cristiana se produjo muy rápidamente.

Los que acogieron su Palabra fueron bautizados. Aquel día se les unieron unas tres mil almas (Hch. 2, 41).

Ante todo, doy las gracias a mi Dios por medio de Jesucristo, por todos vosotros, pues vuestra fe es alabada en todo el mundo (Rom. 1, 8).

Vuestra obediencia se ha divulgado por todas partes;... (Rom. 16, 19).

...la Palabra de la verdad de la Buena Nueva, que llegó hasta vosotros, y fructifica y crece entre vosotros lo mismo que en todo el mundo, desde el día en que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en la verdad;... (Col. 1, 5-6).

- La veracidad y la divinidad de la religión cristiana se demuestran por su rápida propagación.

...Pedro les conjuraba y les exhortaba: «Salvaos de esta generación perversa.» Los que acogieron su Palabra fueron bautizados. Aquel día (de Pentecostés) se le unieron unas tres mil almas (Hch. 2, 40-41).

...vuestra fe es alabada en todo el mundo (Rom. 1,8).

Vuestra obediencia se ha divulgado por todas partes; por la cual me alegro de vosotros (Rom. 16, 19).

...la Palabra de la verdad y de la Buena Nueva, que llegó hasta vosotros, y fructifica y crece entre vosotros lo mismo que en todo el mundo, desde el día en que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en la verdad;... (Col. 1, 6).

- La rápida propagación de la religión cristiana no puede producirse por causas naturales, sino por una especial providencia de Dios.

a) - La religión cristiana contiene dogmas contrarios a la razón y muy difíciles de creer.

Así, mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles;... (1 Cor. 1, 22-23).

b) - Los Judíos muy adictos a sus leyes y los Paganos muy dados a la idolatría y a todos los vicios, se mostraban con ánimo muy contrario al Evangelio.

Para superar tantos obstáculos, los Apóstoles no usaban armas, ni riquezas, si sabían filosofías ni otras ciencias humanas, sino que solamente predicaban a Cristo.

...quiso Dios salvar a los creyentes mediante la necedad de la predicación (1 Cor. 1, 21).

- La veracidad y la divinidad de la religión cristiana se prueban por la excelencia de sus dogmas, de sus preceptos, de sus sanciones y de los medios de salvación.

a) - Excelencia de sus dogmas.

...cuando acabó Jesús estos discursos, la gente quedó asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y como sus escribas (Mt. 7, 28-29).

Quedaron asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad (Lc. 4, 32).

b)- Excelencia de sus preceptos.

- Son santísimos.

Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial (Mt. 5, 48).

Porque esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación;... (1 Tes. 4, 3).

Seréis santos, porque santo soy yo (1ª Pe. 1, 16).

- Son simples.

Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente (Mt. 22, 37).

Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Mt. 22, 39).

La caridad es, por tanto, la Ley en su plenitud (Rom. 13, 10).

c) - Excelencia de sus sanciones.

...y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas (Mt. 11, 29).

El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo (Rom. 15, 13).

...y esta es la promesa que él mismo os hizo: la vida eterna (1 Jn. 2, 25).

d) - Excelencia de los medios de salvación.

- La fe y el Bautismo.

El que crea y sea bautizado, se salvará (Mc. 16, 16).

- La comunión.

Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre (Jn. 6, 51).

- La oración.

Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados (Sant. 5, 15).

- La veracidad y divinidad de la religión cristiana se demuestran por la conversión de los judíos.

Los que acogieron su Palabra fueron bautizados. Aquel día se les unieron unas tres mi almas (Hch. 2, 41).

Sin embargo, muchos de los que oyeron la Palabra creyeron; y el número de hombres llegó a unos cinco mil (Hch. 4, 4).

La Palabra de Dios iba creciendo; en Jerusalén se multiplicó considerablemente el número de los discípulos, y multitud de sacerdotes iban aceptando la fe (Hch. 6, 7).

- La veracidad y la divinidad de la religión cristiana se demuestran por la renovación de costumbres que ha introducido en el mundo.

a) - La corrupción de costumbres entre los gentiles.

...llenos de toda injusticia, perversidad, codicia, maldad, henchidos de envidia, de homicidio, de contienda, de engaño, de malignidad, chismosos, detractores, enemigos de Dios, ultrajadores, altaneros, fanfarrones, ingeniosos para el mal, rebeldes a sus padres, insensatos, desleales, desamorados, despiadados,... (Rom. 1, 29-30).

b) - La corrupción entre los paganos.

Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces, heredarán el Reino de Dios. Y tales fuisteis algunos de vosotros (1 Cor. 6, 9-10).

c) - La renovación de costumbres.

Pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios (1 Cor. 6, 11).

Aclaración. Esta renovación de costumbres no puede proceder sino de Dios.

- La veracidad y la divinidad de la religión cristiana se demuestra por su perpetua estabilidad.

...Jesús le respondió: «...Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella...» (Mt. 16,18).

Aclaración. Después de 20 siglos, la Iglesia conserva sustancialmente los mismos dogmas, los mismos preceptos, los mismos sacramentos y el mismo modo de gobierno. Que esta estabilidad procede de Dios y no de los hombres consta en

...si esta idea o esta obra es de los hombres, se destruirá; pero si es de Dios, no conseguiréis destuirles (Hch. 5, 38-39).

4. La Religión cristiana es la verdadera (testimonios de Jesucristo)

- Su sabiduría y su santidad

- Sus profecías de sí mismo

- Su profecía y milagro de la resurrección

- Las profecías de sus discípulos, de su religión de los judíos

- Los milagros de las Apóstoles

- Su Santidad demuestra que manifestó siempre la verdad a los hombres

- Su sabiduría demuestra que manifestó siempre la verdad a los hombres

- No predicó por el conocimiento de otras doctrinas

- No recurrió al testimonio del Espíritu Santo sino a otros motivos

- El mismo Cristo, su sabiduría y su Santidad dan testimonio de su legación divina y de la veracidad de la religión.

a) - El mismo Cristo.

Jesús le dice: «Yo soy, el que te está hablando» (Jn. 4, 26).

Jesús les respondió: «Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado...» (Jn. 7, 16).

...porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha enviado me ha mandado lo que tengo que decir y hablar,... (Jn. 12, 49).

«...Por eso, las palabras que yo hablo las hablo como el Padre me lo ha dicho a mí» (Jn. 12, 50).

b) - Su sabiduría.

...todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas (Lc. 2, 47).

Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca (Lc. 4, 22).

Respondieron los guardias: «Jamás un hombre ha hablado como habla ese hombre» (Jn. 7, 46).

c) - Su santidad.

- El celo por la gloria del Padre.

El celo por tu casa me devorará (Jn. 2, 17).

- La honra de su Padre.

«Yo no tengo un demonio; sino que honro a mi Padre, y vosotros me deshonráis a mí» (Jn. 8, 49).

- La fidelidad a su Padre.

...y que no hago nada por mi propia cuenta; sino, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo» (Jn. 8, 27).

-El agrado de su Padre.

«...porque yo hago siempre lo que le agrada a él» (Jn. 8, 29).

-La obediencia a su Padre.

...y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz (Fil. 2, 8).

-Fue manso y humilde.

«...aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón;...» (Mt. 11, 29).

-Jamás buscó su propia gloria.

Yo no busco mi gloria; ... (Jn. 8, 49).

-Nunca permitió que los hombres le alabaran.

Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban (Mc. 7, 36).

-Despreció las riquezas y los honores.

...el diablo le dice: «Todo esto te daré si te postras y me adoras.» Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás...» (Mt. 4, 9-10).

-Vivió vida muy pobre.

Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza» (Mt. 8, 20).

- Despreció su dignidad real.

Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él sólo (Jn. 6, 15).

-Aceptó las cruces de la vida.

...soportó la cruz sin miedo a la ignominia... (Hebr. 12, 2).

-Vivió haciendo bien a todos.

...y como él pasó haciendo el bien... (Hch. 10, 38).

-Curaba a los sordos y a los mudos.

Entonces le fue presentado un endemoniado ciego y mudo y le curó... (Mt. 12, 22).

Al verla el Señor tuvo compasión de ella, y le dijo: «No llores» (Luc. 7, 13).

-Pidió al Padre perdón para los que le torturaban.

Jesús decía: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hace.» (Lc. 23, 34).

-La veracidad y la divinidad de la religión cristiana se demuestran por las mismas profecías que Jesucristo dijo de sí mismo.

a) -Predijo que iba a ser entregado a los Judíos.

«Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y escribas;...» (Mt. 20, 18).

b) -Predijo que se burlarían de él, que le azotarían, que le condenarían a muerte, que le crucificarían y que resucitaría al tercer día.

«...le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles para burlarse de él, azotarle y crucificarle, y al tercer día resucitar.» (Mt. 20, 19).

-La veracidad y la divinidad de la religión cristiana se demuestran por la profecía y por milagro de la Resurrección.

a) -Profecías de Cristo acerca de su resurrección.

Porque de la misma manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así también el Hijo del Hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches (Mt. 12, 40).

Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación (Lc. 11, 30).

Jesús les respondió a los judíos: «Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré» (Jn. 2, 19).

Aclaración. Los mismos judíos interpretaron la resurrección de Cristo, en estas palabras.

b) -El milagro de la resurrección.

-Cristo murió.

...los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato y le dijeron: «Señor, recordamos que ese impostor dijo aun cuando vivía: «A los tres días resucitaré. Manda, pues...» (Mt. 27, 63).

-Cristo resucitó.

-Los Apóstoles no fueron engañados.

-Por el número de testigos.

Se apareció a Cefas y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez,... (1 Cor. 15, 6).

-Por el número de apariciones.

A estos mismos, después de su pasión, se les presentó dándoles muchas pruebas de que vivía, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca de lo referente al Reino de Dios (Hch. 1, 3).

-Por el modo de aparecerse.

Pero él les dijo: «Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo.» Y diciendo esto les mostró las manos y los pies (Lc. 24, 38-40).

-Por la actitud de los apóstoles que se mostraban mas bien incrédulos.

Por último, se les apareció y les echó en cara su incredulidad y su dureza de cabeza, por no haber creído a quienes le habían visto resucitado (Mc. 16, 14).

Pero todas estas palabras les parecían como desatinos y no las creían (Lc. 24, 11).

Tomás les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y meto mi mano en su costado, no creeré» (Jn. 20, 25).

-Por la transcendencia del hecho.

Y si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, vana también vuestra fe (1 Cor. 15, 14).

-Los Apóstoles no quisieron engañar a los demás.

-Predicaron ante la turba.

Pedro y los apóstoles les contestaron:

«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús a quien vosotros disteis muerte colgándolo de un madero...» (Hch. 5, 29-30).

-A los Apóstoles nunca les acusaron de fraude, sino que les mandaron guardar silencio.

Pero a fin de que esto no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen ya más a nadie en este nombre (Hch. 4, 17).

-El sanedrín no les negó la verdad que predicaban de la resurrección, sino que pensaban matarlos.

Ellos, al oír esto, se consumían de rabia y trataban de matarlos (Hch. 5, 33).

-La veracidad y la divinidad de la religión Cristiana se demuestran por las mismas profecías que Jesucristo dijo de sus discípulos.

a) -De los discípulos predijo:

- La entrega de Judas.

Y mientras comían dijo: «Yo os aseguro que me entregará uno de vosotros» (Mt. 26, 21).

- La triple negación de Pedro.

Díjole Jesús: «Yo te aseguro que esta misma noche, antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces» (Mt. 26, 34).

- La dispersión de los Apóstoles.

Entonces les dijo Jesús: «Todos vosotros os vais a escandalizar esta noche, porque está escrito; Heriré al Pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño...» (Mt. 26, 31).

- Las tribulaciones de los Apóstoles.

Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en su sinagogas; y por mí os llevarán ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles (Mt. 10, 17).

-La predicación de los Apóstoles en todo el mundo.

...y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra (Hch. 1, 8).

-La veracidad y la divinidad de la religión Cristiana se demuestran por los milagros de los Apóstoles.

a) -Cristo les da el poder de hacer milagros.

Sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, expulsad demonios. De gracia lo recibisteis; dadlo de gracia (Mt. 10, 8).

b) -Los Apóstoles realizan milagros.

Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañan (Mc. 16, 20).

El temor se apoderó de todos, pues los apóstoles realizaban muchos prodigios y señales (Hch. 2, 43).

Por manos de los apóstoles se realizaban muchas señales y prodigios en el pueblo... (Hch. 5, 12).

Había allí sentado un hombre tullido de pies, cojo de nacimiento y que nunca había andado. Éste escuchaba a Pablo que hablaba. Pablo fijó en él su mirada y viendo que tenía fe para ser curado, le dijo con voz fuerte: «Ponte derecho sobre tus pies.» Y él dio un salto y se puso a caminar (Hch. 14, 8-10).

-La santidad extraordinaria de Jesucristo demuestra evidentemente que él quiso siempre manifestar la verdad a los hombres.

a) -Por la integridad de su vida.

¿Quién de vosotros puede probar que soy pecador? Si digo la verdad, ¿por qué no me creéis? (Jn. 8, 46).

b) -Por las virtudes que practicó.

-El celo por la gloria de su Padre.

El celo por tu Casa me devorará (Jn. 2, 17).

-Defendía la honra de su Padre.

Respondió Jesús:«Yo no tengo un demonio; sino que honro a mi Padre, y vosotros me deshonráis a mí» (Jn. 8, 49).

-Siempre hacía lo que agradaba a su Padre.

«...yo hago siempre lo que le agrada a él» (Jn. 8, 29).

-Obedeció hasta la muerte.

...y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz (Fil. 2, 8).

-Fue humilde.

«...aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón;...» (Mt. 11, 29).

-Nunca buscó su propia gloria.

Yo no busco mi gloria; ... (Jn. 8, 50).

-Nunca dejó ser alabado por los hombres.

Jesús les mandó que a nadie se lo contaran (Mc. 7, 36).

-Despreció las riquezas y los honores.

Todavía le lleva el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria y le dice: «Todo esto te daré si te postras y me adoras.» Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás...» (Mt. 4, 9).

-Vivió en pobreza total.

Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza» (Mt. 8, 20).

-Despreció la dignidad real.

Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él sólo (Jn. 6, 15).

-Prefirió el sufrimiento al gozo.

...fijos los ojos en Jesús, el que inicial y consuma la fe, el cual, en lugar del gozo que se le proponía, soportó la cruz sin miedo a la ignominia... (Hebr. 12, 2).

c) Por su amor a los hombres.

-Haciendo bien a todos.

...y como él pasó haciendo el bien...y curando a todos los oprimidos por el Diablo,... (Hch. 10, 38).

-Sanando a los enfermos.

Y se maravillaron sobremanera y decían: «Todos lo ha hecho bien; también hace oír a los sordos y hablar a los mudos» (Mc. 7, 37).

-Consolando a los tristes.

Al verla el Señor tuvo compasión de ella, y le dijo: «No llores» (Luc. 7, 13).

-Pidiendo perdón para los que le atormentaban:

Jesús le decía: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lc. 23, 34).

Aclaración. De estas virtudes practicadas por Cristo se deduce claramente el carácter divino de su Religión.

-La Sabiduría extraordinaria de Jesucristo demuestra evidentemente que él quiso siempre manifestar la verdad a los hombres.

Nadie era capaz de contestarle nada; y desde ese día ninguno se atrevió ya a preguntarle más (Mt. 22, 46).

...todos los que le oían estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas (Lc. 2, 47).

Él iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos (Lc. 4, 15).

Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca (Lc. 4, 22).

Algunos de los escribas le dijeron: «Maestro, has hablado bien.» y ya no se atrevían a preguntarle nada (Lc. 20, 39).

Respondieron los guardias: «Jamás un hombre ha hablado como habla ese hombre» (Jn. 7, 46).

Aclaración. Tanta sabiduría brilló en Jesucristo, que cuanto más se penetra, tanta más admiración causa.

-Cristo no predicó su doctrina por el conocimiento de otras doctrinas.

...subió Jesús al Templo y se puso a enseñar. Los judíos, asombrados, decían: «¿Cómo entiende de letras sin haber estudiado?»

Jesús les respondió: «Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado» (Jn. 7, 14-16).

Jesucristo nunca recurrió al testimonio interno del Espíritu Santo, cuando quiso mostrar la verdad de la Revelación, sino siempre a otros motivos.

Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos (Jn. 2, 11).

...porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizó, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado (Jn. 5, 36).

Jesús les respondió: «Ya os lo he dicho, pero no me creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí;... (Jn. 10, 25).

5. Necesidad de la Religión Cristiana

-Jesucristo lo enseñó así

-La religión es necesaria al hombre

-Cada hombre tiene obligación de practicar la religión revelada

-El hombre debe tributar culto a Dios

-El hombre que abandona la religión queda sometido a las pasiones más perversas, a sufrir calamidades y el juicio justísimo de Dios

-La sociedad está obligada a profesar la religión verdadera

-Jesucristo enseñó que todos los hombres tienen que abrazar su doctrina.

Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado...» (Mt. 28, 18-20).

Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará» (Mc. 16, 15-16).

...y les dijo: «Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicará en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones...» (Luc. 24, 46-47).

-La Religión es absolutamente necesaria al hombre.

Religión es el vínculo moral que une al hombre con Dios.

Se divide en objetiva y subjetiva.

Religión objetiva es el conjunto de verdades reveladas al hombre por Dios y de deberes que perfeccionan las relaciones con Él.

Religión subjetiva es la virtud moral que inclina al hombre a aceptar las verdades reveladas y a cumplir sus deberes para con Él.

A Yahvéh tu Dios temerás, a él le servirás, por su nombre jurarás (Dt. 6, 13).

El hijo honra a su padre, el siervo a su señor. Pues si yo soy padre, ¿dónde está mi honra? (Mal. 1, 6).

Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, sólo a él darás culto» (Mt. 4, 10).

...porque habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en vanos razonamientos y su insensato corazón se entenebreció...Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón... (Rom. 1, 21 y 24).

-Cada hombre tiene obligación grave de abrazar y practicar la religión revelada.

El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará (Mc. 16, 16).

Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos (Hch. 4, 11).

Ahora bien, sin la fe es imposible agradarle,... (Hebr. 11, 6).

Aclaración. Aquellos que voluntaria y libremente renuncian a creer y practicar la religión cristiana, son los que se condenarán.

-El Hombre debe tributar a Dios un culto interno y otro externo.

a) -El culto interno con actos de fe, esperanza y caridad.

-Con actos de fe.

Ahora bien, sin la fe es imposible agradarle, pues el que se acerca a Dios ha de creer que existe y que recompensa a los que le buscan (Hebr. 11, 6).

-Con actos de esperanza.

...los que por medio de él creéis en Dios, que ha resucitado de entre los muertos y le ha dado la gloria, de modo que vuestra fe y vuestra esperanza estén en Dios (1 Pe. 1, 21).

-Con actos de caridad.

Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente;...» (Lc. 10, 27).

b) -El culto externo.

También a Set le nació un hijo, al que puso por nombre Enós. Éste fue el primero en invocar el nombre de Yahvéh (Gén. 4, 26).

Respondió Dios a Moisés: «Yo estaré contigo y ésta será la señal de que yo te envío: Cuando hayas a sacado al pueblo de Egipto, daréis culto a Dios en este monte» (Ex. 3, 12).

Siguió Dios diciendo a Moisés: «...Este es mi nombre para siempre, por él seré invocado de generación en generación» (Ex. 3, 15).

Este es el ritual del holocausto, de la oblación, del sacrificio por el pecado, del sacrificio de reparación, del sacrificio de investidura y del sacrificio de comunión, que Yahvéh prescribió a Moisés en el monte Sinaí, el día en que mandó a los hijos de Israel que presentaran sus ofrendas a Yahvéh en el desierto del Sinaí (Lev. 7, 37).

-El hombre, cuando advertida y voluntariamente abandona la religión, queda sometido a las pasiones mas perversas, se expone a sufrir desastrosas calamidades y a sufrir el juicio justísimo de Dios.

...porque habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en vanos razonamientos y su insensato corazón se entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos,... (Rom. 1, 21).

Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos;... (Rom. 1, 24).

Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente, los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido por su extravío (Rom. 1, 26).

Y como no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Dios, entrególos Dios a su mente réproba, para que hicieran lo que no conviene: llenos de toda injusticia, perversidad, codicia, maldad, henchidos de envidia, de homicidio, de contienda, de engaño de malignidad, chismosos detractores, enemigos de Dios, ultrajadores, altaneros, fanfarrones, ingeniosos para el mal, rebeldes a sus padres, insensatos, desleales, desamorados, despiadados, los cuales, aunque conocedores del veredicto de Dios que declara dignos de muerte a los que tales cosas practican, no solamente las practican, sino que aprueban a los que las cometen (Rom. 1, 28-32).

...y sabemos que el juicio de Dios es según verdad contra los que obran semejantes cosas (Rom. 2, 2).

-La sociedad civil, como sociedad, está obligada a profesar la religión verdadera.

Pues la nación y el reino que no se sometan a ti perecerán, esas naciones serán arruinadas por completo (Is. 60, 12).

Aclaración. Las palabras «sometan a ti» se refieren a Jerusalén, verdadera Iglesia de Cristo, según consta en todo el capítulo 60.

6. Posibilidad de la Revelación

-La Revelación es posible

-Dios habló a los hombres por los profetas y después por medio de su Hijo

-La Revelación primitiva tiene manifestaciones de ser de origen divino

-Tuvo a Dios por autor

-Es la misma que la Revelación cristiana

-La Revelación, que añade preceptos positivos a la Ley natural, es posible.

Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará» (Mc. 16, 15-16).

Aclaración. Además de la Ley natural, Cristo determinó que el Bautismo es necesario para la Salvación.

-Dios habló a los hombres en tiempos anteriores por medio de los profetas y en los últimos tiempos por medio de su Hijo.

...la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo (Jn. 1, 17).

De un manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo,... (Hebr. 1, 1).

-La Revelación primitiva tiene manifestaciones de ser de origen divino.

a) -Los dogmas.

-Existencia de un sólo Dios, fuerte, omnipotente, creador del cielo y de la tierra, gobernador de todas las cosas, legislador supremo, juez supremo.

-La creación del hombre a su imagen y semejanza, la espiritualidad y la libertad de su alma, el pecado del primer hombre que fue el principio de todo mal, expulsión del hombre del paraíso, la promesa del Redentor, la conservación de la libertad en el hombre después del pecado y el estado de la vida futura.

b) -Los preceptos de moral.

Además de los preceptos de la ley natural en los cuales constan los deberes del hombre para con Dios, prescribe los deberes del hombre para con el prójimo, fidelidad conyugal, no comer del árbol de la ciencia y dar a Dios el culto debido.

c) -Los deberes del culto a Dios.

También a Set le nació un hijo, al que puso de nombre Enós. Éste fue el primero en invocar el nombre de Yahvéh (Gén. 4, 26).

...el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre, por él seré invocado de generación en generación (Ex. 3, 15).

-La Revelación primitiva tuvo a Dios por autor.

Revelación primitiva es aquella que fue comunicada por Dios a los antiguos Patriarcas que vivieron desde Adán hasta Moisés y transmitida de padres a hijos por tradición oral.

De la tierra creó el Señor al hombre,...

Les formó boca, lengua, ojos,

oídos, y un corazón para pensar.

De saber e inteligencia los llenó,

les enseñó el bien y el mal.

Puso un ojo en sus corazones,

para mostrarles la grandeza de sus obras.

Por eso su santo nombre alabarán,

cantando la grandeza de sus obras.

Aún les añadió el saber,

la ley de vida dioles en herencia.

Alianza eterna estableció con ellos,

y sus juicios les enseñó.

Los ojos de ellos vieron la grandeza de su gloria,

la gloria de su voz oyeron sus oídos.

Y les dijo: «Guardaos de toda iniquidad»,

y a cada cual le dio órdenes respeto de su prójimo (Si. 17, 1 y 6-14).

Aclaración. Palabras alusivas a los progenitores del género humano, a los cuales Dios se les apareció, conversó con ellos, les dio sus consejos, les impuso sus preceptos, después de su pecado les prometió un Redentor. Dios hizo así su primera revelación a los progenitores de la humanidad.

-La Revelación primitiva es sustancialmente la misma que la Revelación cristiana.

Y la adorarán todos los habitantes de la tierra cuyo nombre no está inscrito, desde la creación del mundo, en el libro de la vida del Cordero degollado (Apoc. 13, 8).

Aclaración. Alude a la salvación de aquellos que, desde el principio del mundo, son justificados porque agradaron a Dios por la fidelidad tenida al Cristo prometido. La fidelidad la practicaron por medio de los sacrificios que prefiguraban la muerte de Cristo.

7. La Revelación de Moisés

-Tuvo a Dios por autor

-Moisés mostró argumentos muy sólidos de su misión divina

-Contiene dogmas que nunca se hubieran conocido sin la Revelación divina

-Toda la Revelación se consuma en Cristo Jesús

-La Revelación mosaica tuvo a Dios por autor.

La Revelación mosaica es manifestada por Dios a Moisés y contiene dogmas, toda la ley moral promulgada en el monte Sinaí, preceptos ceremoniales y preceptos judiciales.

a) -Dogmas.

-Los que fueron revelados a los Patriarcas,

-La unidad de Dios, naturaleza, providencia, eternidad, omnipresencia, justicia, misericordia, bondad y demás atributos.

-La fe y esperanza en el futuro Redentor.

-La libertad del hombre, la inmortalidad del alma y la vida futura en la cual los justos obtendrán su premio y los impíos su castigo.

b) -Preceptos morales.

-Son los que regulan los deberes del hombre para con Dios, para con el prójimo y para consigo mismo.

-Otros interiores prescriben o prohíben las tendencias del espíritu.

Unos y otros son ordenados para que el hombre ame a Dios sobre todas las cosas.

Amarás a Yahvéh tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza (Dt. 6, 5).

c) -Preceptos ceremoniales.

Enseñan el culto a Dios, determinan los sacramentos, prescriben los ritos y las ceremonias, indican el tiempo, el lugar y las clases de sacrificios, especifican las fiestas que hay que celebrar e imponen la santificación del sábado.

d) -Preceptos judiciales.

Muestran la forma del régimen civil, determinan las relaciones del pueblo de Israel con los pueblos fronterizos, regulan las relaciones de los superiores con los inferiores, de los inferiores con los superiores y de los súbditos entre sí, y determinan todas aquellas cosas necesarias y útiles a la vida doméstica, política y civil.

Aclaración. Todas estas leyes son santísimas, de acuerdo con la recta razón y tienden a la utilidad del hombre, como se ve en los textos siguientes:

Y ¿Cuál es la gran nación cuyos preceptos y normas sean tan justos como toda esta Ley que hoy os doy? (Dt. 4, 8).

Así que, la Ley es santa, y santo el precepto, y justo y bueno (Rom. 7, 12).

-Moisés mostró argumentos muy sólidos de su misión divina.

a) -Aseguró solemnemente y muchas veces que él habló en nombre de Dios.

Estos son los mandamientos, lo preceptos y las normas que Yahvéh vuestro Dios ha mandado enseñaros que los pongáis en práctica en la tierra que vais a poseer,... (Dt. 6, 1).

b) -Todo el pueblo judío estaba convencido de que Dios hablaba por medio de Moisés.

Fue, pues, Moisés y convocó a los ancianos del pueblo y les expuso todas estas palabras que Yahvéh les había mandado. Todo el pueblo a una respondió diciendo: «Haremos todo cuanto a dicho Yahvéh». Y Moisés llevó a Yahvéh la respuesta del pueblo (Ex. 19, 7-8).

c) -Moisés realizó milagros espléndidos.

...Moisés a quien Yahvéh trataba cara a cara, ya sea por todas las señales y prodigios que Yahvéh le mandó realizar...ya por la mano tan fuerte y el gran terror que empleó Moisés a los ojos de todo Israel (Dt. 34, 10-12).

d) -Fue profeta.

No ha vuelto a surgir en Israel un profeta como Moisés,... (Dt. 34, 10 ).

e) -Confirmó su misma misión divina.

Moisés dijo: «En esto conoceréis que Yahvéh me ha enviado para hacer todas estas obras, y que no es ocurrencia mía...» (Núm. 16, 28).

-La Revelación de Moisés contiene dogmas que nunca se hubiera podido conocer sin la divina Revelación.

Entre otros, la resurrección de los muertos, la retribución de los justos en el cielo, y las penas de los condenados en el infierno.

a) -La resurrección de los muertos.

Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida eterna, otros para el oprobio, para el horror eterno (Dan. 12, 2).

b) -La retribución de los justos en el cielo.

Dijo Yahvéh: «No temas, Abram. Yo soy para ti un escudo. Tu premio será muy grande» (Gén. 15, 1).

c) -Las penas de los condenados en el infierno.

«Lo mismo nosotros: apenas nacidos, dejamos de existir (en la tierra), y no podemos mostrar vestigio alguno de virtud; nos consumimos en nuestra maldad» (Sab. 5, 13).

-Toda la Revelación de Dios se consuma en Cristo Jesús.

Pues todas las promesas hechas por Dios ha tenido su sí en él; y por eso decimos por él «Amén» a la gloria de Dios (2 Cor. 1, 20).

Hasta el día de hoy, siempre que se lee a Moisés, un velo está puesto sobre sus corazones. Cuando se hayan convertido al Señor, entonces caerá el velo (2 Cor. 3, 15-16).

Pues el mismo Dios que dijo: «Del seno de las tinieblas brille la luz», ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios que está en la faz de Cristo (2 Cor. 4, 6).

8. La existencia de Dios

-El hombre puede conocerla

-Se puede demostrar por la razón natural

-Dios manifiesta su grandeza en las perfecciones de sus criaturas

-El hombre puede conocer la existencia de Dios en el estado actual de naturaleza caída.

a) -A través de la naturaleza.

Si, vanos por naturaleza todos los hombres que ignoraron a Dios y no fueron capaces de conocer por los bienes visibles a Aquel-que-es, ni atendiendo a las obras, reconocieron al Artífice;... (Sab. 13, 1).

...de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su Autor (Sab. 13, 5).

...si llegaron a adquirir tanta ciencia que les capacitó para indagar el universo, ¿cómo no llegaron primero a descubrir a su Señor? (Sab. 13, 89).

Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables;... (Rom. 1, 20).

b) -A través de la conciencia.

En efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón atestiguándolo su conciencia,... (Rom. 2, 14-15).

c) -A través de la historia.

...os predicamos que abandonéis estas cosas vanas y os volváis al Dios vivo que hizo el cielo, la tierra, el mar y cuanto en ellos hay, y que en las generaciones pasadas permitió que todas las naciones siguieran sus propios caminos; si bien no dejó de dar testimonio de sí mismo, derramando bienes, enviándoos desde el cielo lluvias y estaciones fructíferas, llenando vuestros corazones de sustento y alegría (Hch. 14, 15-17).

Él creó, de un sólo principio, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra y determinó con exactitud el tiempo y los límites del lugar donde habían de habitar, con el fin de que buscasen a Dios, para ver si a tientas le buscaban y le hallaban; por más que no se encuentra lejos de cada uno de nosotros (Hch. 17, 26-27).

-La existencia de Dios se puede demostrar por la razón natural solamente, sin la ayuda de la Revelación.

Pero interroga a las bestias para que te instruyan, a las aves del cielo para que informen. Te instruirán los reptiles de la tierra, te enseñarán los peces del mar. Pues entre todos ellos ¿quién ignora que la mano de Dios ha hecho esto? (Job 12, 7-9).

Sí, vanos por naturaleza todos los hombres que ignoraron a Dios y no fueron capaces de conocer por los bienes visibles a Aquel-que-es, ni atendiendo a las obras, reconocieron al Artífice; sino que al fuego, al viento, al aire sutil, a la bóveda estrellada, al agua impetuosa o a las lumbreras del cielo los consideraron como dioses, señores del mundo (Sab. 13, 1).

...pues de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su Autor (Sab. 13, 5).

-Dios se manifiesta en la grandeza y en las perfecciones de las cosas creadas.

¿Dónde estabas tú cuando fundaba yo la tierra?

Indícalo, si sabes la verdad.

¿Quién fijó sus medidas? ¿Lo sabrías?

¿Quién tiró el cordel sobre ella?

¿Sobre qué se afirmaron sus bases?

¿Quién asentó su piedra angular,

entre el clamor a coro de las estrellas del alba

y las aclamaciones de todos los Hijos de Dios?

¿Quién encerró el mar con doble puerta,

cuando el seno materno salía borbotando,

cuando le puso una nube por vestido

y del nubarrón hice sus pañales;

cuando le tracé sus linderos

y coloqué puertas y cerrojos? (Job, 38, 5-10).

9. Posibilidad de la Revelación sobrenatural

-La Revelación de Dios es posible

-La de sus misterios también

-La Religión fue revelada al hombre por Dios desde un principio

-El objeto de la Revelación es Dios

-Dios dispuso revelarse a sí mismo.

-Dios revela las verdades de la fe explícita e implícitamente

-No habrá más revelaciones públicas

-La Revelación sobrenatural es posible.

Revelación sobrenatural es la manifestación de los misterios de Dios a los hombres.

...tomando Jesús la palabra dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios y prudentes, y se las has revelado a pequeños (Mt. 11, 25).

Así, ya no os falta ningún don de gracia a los que esperáis la Revelación de nuestro Señor Jesucristo (1 Cor. 1, 7).

...sino que hablamos de una sabiduría de Dios misteriosa, escondida, destinada por Dios desde antes de los siglos para gloria nuestra, desconocida de todos los príncipes de este mundo,... (1 Cor. 2, 7-8).

De una manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres, por medio de los Profetas; en estos últimos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo,... (Hebr. 1, 1-2).

-La Revelación de los misterios es posible.

Misterio, en general, es cualquier verdad oculta.

Misterio en Teología es una verdad que excede de tal grado el entendimiento creado, que la razón ni lo puede descubrir por sus propias fuerzas, ni, después de revelado, lo puede entender.

Jesús dijo: «Yo te bendigo, Padre, ....porque has ocultado estas cosas a sabios y prudentes, y se las has revelado a pequeños (Mt. 11, 25).

...revelación de un misterio mantenido en secreto durante siglos eternos, pero manifestado al presente, por las Escrituras que lo predicen, por disposición del Dios eterno, dado a conocer a todos los gentiles para obediencia de la fe,... (Rom. 16, 25-26).

...sino que hablamos de una sabiduría de Dios, misteriosa, escondida, destinada por Dios desde antes de los siglos para gloria nuestra, desconocida de todos los príncipes de este mundo,... (1 Cor. 2, 7-9).

...para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora manifestada a los Principados y a las Potestades en los cielos, mediante la Iglesia,... (Ef. 3, 10).

Les fue revelado que no administraban en beneficio propio sino en favor vuestro este mensaje que ahora os anuncian quienes os predican el Evangelio, en el Espíritu Santo... (1 Pe. 1, 12).

-La Religión fue revelada al hombre por Dios desde un principio.

De la tierra creó el Señor al hombre,

y de nuevo le hizo volver a ella (Si. 17, 1),

Les formó boca, lengua, ojos,

oídos, y un corazón para pensar.

De saber e inteligencia los llenó,

les enseñó el bien y el mal.

Puso un ojo en sus corazones,

para mostrarles la grandeza de sus obras.

Por eso su santo nombre alabarán,

cantando la grandeza de sus obras.

Aún les añadió el saber,

la ley de vida dioles en herencia.

Alianza eterna estableció con ellos,

y sus juicios les enseñó.

Los ojos de ellos vieron la grandeza de su gloria,

la gloria de su voz oyeron sus oídos.

Y les dijo: «Guardaos de toda iniquidad»,

y a cada cual le dio órdenes respecto de su prójimo (Si. 17, 6-14).

-El objeto de la Revelación divina es Dios mismo.

En el principio la Palabra existía y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios (Jn. 1, 1).

El Padre y yo somos una sola cosa (Jn. 10, 30).

Aclaración. Por la identidad que existe entre el Padre y el Hijo, es decir, entre Dios y su Palabra.

-Dios dispuso revelarse a sí mismo y manifestar el misterio de su voluntad.

...Misterio mantenido en secreto durante siglos eternos, pero manifestado al presente, por las Escrituras que lo predicen por disposición del Dios eternos, dado a conocer a los gentiles para obediencia de la fe, a Dios, el único sabio,... (Rom. 16, 25-27).

...dándonos a conocer el Misterio de su voluntad según el benévolo designio que en él su propuso de antemano... (Ef. 1, 9).

-Dios revela las verdades de la fe de dos modos: explícita e implícitamente.

a) -Explícitamente, si la verdad se deduce claramente de las palabras que expresan la verdad revelada.

Y la Palabra se hizo carne,... (Jn. 1 14).

b) -Implícitamente, si la verdad no se deduce claramente de las palabras que revelan.

Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje;... (Gén. 3, 15).

Aclaración. La primera expresa que «El Verbo de Dios se hizo hombre» y la segunda que «La Virgen María fue concebida sin pecado original.

-No habrá más Revelaciones públicas antes de la manifestación gloriosa de Jesucristo.

...que conserves el mandato sin tacha ni culpa hasta la Manifestación de Nuestro Señor Jesucristo, Manifestación que a su debido tiempo hará ostensible el Bienaventurado y único Soberano, el Rey de reyes y el Señor de los Señores,... (1 Tim. 6, 14-15).

...aguardando la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo;... (Tit. 2, 13).

10. Necesidad de la Revelación divina

-Es necesario para conocer la Ley natural

-Con certeza firme y sin error

-No es necesaria para conocer las verdades naturales

-La Revelación divina es necesaria al hombre para que pueda conocer toda la Ley natural sin mezcla de error.

...porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en vanos razonamientos y su insensato corazón se entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos, y cambiaron la gloria de Dios incorruptible por una representación en forma de hombre corruptible,... (Rom. 1, 21-23).

Aclaración. Es claro que muchos filósofos yerran en la interpretación de la ley natural, cuando les falta la luz de la revelación.

-La Revelación sobrenatural es necesaria al hombre en el estado actual de su naturaleza humana, para que pueda conocerla con certeza firme y sin ningún error.

...porque habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien ofuscaron en vanos razonamientos y su insensato corazón se entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos,... (Rom. 1, 21).

Aclaración. El conocimiento de Dios, sin su Revelación, puede llevar a los hombres a los más desviados errores.

-La Revelación sobrenatural no es necesaria al hombre para conocer las verdades naturales aunque sean referentes a la religión.

Sí, vanos por naturaleza todos los hombres que ignoraron a Dios y no fueron capaces de conocer por los bienes visibles a Aquel-que-es, ni, atendiendo a las obras, reconocieron al Artífice; sino que al fuego, al viento, al aire sutil, a la bóveda estrellada, al agua impetuosa o a las lumbreras del cielo los consideraron como dioses, señores del mundo (Sab. 13, 1-2).

11. Obligación de abrazar la Revelación verdadera

-El hombre tiene obligaciones de abrazarla

-Hay que prestarle obediencia de fe

-El hombre tiene obligación de abrazar la verdadera Revelación.

...el que no crea, se condenará (Mc. 16, 16).

Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos (Hch. 4, 12).

Ahora bien, sin la fe es imposible agradarle,... (Hebr. 11, 6).

Aclaración. Es manifiesta la obligación de aceptar la Revelación sobrenatural.

-A la Revelación de Dios hay que prestar obediencia de fe.

...Jesucristo Señor nuestro, por quien recibimos la gracia y el apostolado, para predicar la obediencia de la fe a gloria de su nombre, entre todos los gentiles,... (Rom. 1, 5).

...vosotros, que erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquel modelo de doctrina al que fuisteis entregados, y liberados del pecado, os habéis hecho esclavos de la justicia (Rom. 6, 17).

Deshacemos sofismas y toda altanería que se subleva contra el conocimiento de Dios y reducimos a cautiverio todo entendimiento para obediencia de Cristo (2 Cor. 10, 5).

Tratado II

SAGRADA ESCRITURA Y TRADICION

1. Los profetas

2. Las profecías

3. La inspiración

4. Los libros sagrados

5. Los libros sagrados (Autenticidad)

6. Los libros sagrados. Fines. Características

7. La Tradición

8. Los Concilios Ecuménicos

1. Los Profetas

-Elegidos por Dios

-Relación íntima con Dios

-Reciben la Misión de anunciar su palabra

-Censuran los sacrificios sin vida interior

-Primacía de su relación con Dios

-Llaman a la conversión

-Predicaron la moralidad

-Los falsos conducen a la ruina espiritual

-Los Profetas, elegidos por Dios desde toda la eternidad, son llamados por Dios en un instante preciso.

Entonces oí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré? ¿y quién irá de parte nuestra?» Dije: «Heme aquí: Envíame.» Dijo: «Ve y di a ese pueblo: "Escuchad bien, pero no entendáis, ved bien pero no comprendáis." ...» (Is. 6, 8-9).

Palabra que llegó de parte de Yahvéh a Jeremías: Párate en la puerta de la Casa de Yahvéh y proclamarás allí esta palabra. Dirás: Oíd la palabra de Yahvéh,... (Jer. 7, 1-2).

Pero Yahvéh me tomó de detrás del rebaño, y me dijo Yahvéh: «Ve y profetiza a mi pueblo de Israel» (Am. 7, 15).

-Dios mantiene una relación íntima con los profetas.

No, no hace nada el Señor Yahvéh sin revelar su secreto a sus siervos los profetas (Am. 3, 7).

-Los profetas reciben la misión de Dios de anunciar su palabra.

Entonces oí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré? ¿y quién irá de parte nuestra?» Dije: «Heme aquí: Envíame.» Dijo: «Ve y di a ese pueblo: "Escuchad bien, pero no entendáis, ved bien pero no comprendáis." ...» (Is. 6, 9).

Entonces alargó Yahvéh su mano y tocó mi boca. Y me dijo Yahvéh: «Mira que he puesto mis palabras en tu boca...» (Jer. 1, 9).

Y me dijo: «Hijo de hombre, come lo que se te ofrece; come este rollo y ve luego a hablar a la casa de Israel» (Ez. 3, 1).

Pero Yahvéh me tomó de detrás del rebaño, y me dijo Yahvéh: «Ve y profetiza a mi pueblo Israel» (Am. 7, 15).

-Los profetas censuran la práctica de sacrificios sin deseos de vida interior.

Dice Yahvéh: Por cuanto ese pueblo se me ha allegado con su boca, y me ha honrado con sus labios, mientras que su corazón está lejos de mí,... (Is. 29, 13).

Así dice Yahvéh Sebaot, el Dios de Israel. Añadid vuestros holocaustos a vuestros sacrificios y comeos la carne. Que cuando yo saqué a vuestros padres del país de Egipto, no les hablé ni les mandé nada tocante a holocausto y sacrificio. Lo que les mandé fue esto otro: «Escuchad mi voz y yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo, y seguiréis todo camino que yo os mandaré, para que os vaya bien» (Jer. 7, 21-23).

Porque yo quiero amor, no sacrificio, conocimiento de Dios, más que holocaustos (Os. 6, 6).

Aunque yo escriba para él mis leyes a millares, se las tiene como si fueran de un extraño. Sacrificios aman: ¡Que sacrifiquen!, y carne: ¡que la coman! Yahvéh no los acepta; mas ahora recordará su iniquidad, y castigará sus pecados (Os. 8, 12-13).

-Los profetas afirman la primacía de la relación íntima con Dios, sobre una relación solamente externa sin exigencia de justicia.

Yo detesto, desprecio vuestras fiestas, y no gusto el olor de vuestras reuniones. Si me ofrecéis holocaustos, no me complazco en vuestras oblaciones, no miro vuestros sacrificios de comunión de novillos cebados. ¡Aparta de mi lado la multitud de tus canciones, no quiero oír la salmodia de tus arpas! ¡Que fluya, sí, el juicio como agua y la justicia como un torrente inagotable! (Am. 5, 21-24).

Porque yo quiero amor, no sacrificio, conocimiento de Dios, más que holocaustos (Os. 6, 6).

¿Con qué me presentaré yo a Yahvéh, me inclinaré ante el Dios de los alto? ¿Me presentaré con holocaustos, con becerros añales? ¿Aceptará Yahvéh miles de carneros, miriadas de torrentes de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebeldía, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?» «Se te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno, lo que Yahvéh de ti reclama: tan sólo practicar la equidad, amar la piedad y caminar humildemente con tu Dios» (Miq. 6, 6-8).

-Los llamamientos de los profetas claman a la conversión.

Ahora, pues, di a la gente de Judá y a los habitantes de Jerusalén: Así dice Yahvéh: «Mirad que estoy ideando contra vosotros cosa mala y pensando algo contra vosotros. Ea, pues; volveos cada cual de su mal camino y mejorad vuestra conducta y acciones» (Jer. 18, 11).

...me es dirigida la palabra de Yahvéh, y os la he comunicado puntualmente... diciendo: Ea, volveos cada cual de su mal camino y de sus malas acciones,... (Jer. 25, 3-5).

Me afané en enviaros a todos mis siervos los profetas a deciros: Ea, tornad cada uno de vuestro mal camino, mejorad vuestras acciones y no andéis en pos de otros dioses para servirles,... (Jer. 35, 15).

-Los profetas predicaron las fuentes de la moralidad.

Escuchad ahora lo que dice Yahvéh: ... «Se te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno, lo que Yahvéh de ti reclama: tan sólo practicar la equidad, amar la piedad y caminar humildemente con tu Dios» (Miq. 6, 8).

-Los profetas falsos conducen a los hombres a la ruina espiritual, porque son falsos hermanos y falsos maestros.

a) -Conducen a la ruina espiritual.

Surgirán muchos falsos profetas, que engañarán a muchos (Mt. 24, 11).

Pues surgirán falsos cristos y falsos profetas y realizarán señales y prodigios con el propósito de engañar, si fuera posible, a los elegidos (Mc. 13, 22).

b) -Son falsos hermanos.

Pero, a causa de los intrusos, los falsos hermanos que solapadamente se infiltraron para espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús, con el fin de reducirnos a esclavitud,... (Gál. 2, 4).

c) -Son falsos maestros.

Hubo también en el pueblo falsos profetas, como habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán herejías perniciosas y que, negando al Dueño que los adquirió atraerán sobre sí una rápida destrucción. Muchos seguirán su libertinaje y, por causa de ellos, el Camino de la verdad será difamado (2 Pe. 2, 1-2).

2. Las Profecías

-Son posibles

-Existen profecías condicionadas

-Son criterio cierto de revelación

-Argumento de la verdad de Cristo y de su doctrina

-Cristo vino a la tierra en el tiempo profetizado

-Se han cumplido las profecías de la vida de Cristo

-Las profecías de Cristo del Antiguo Testamento dan testimonio de su legación divina

-Las profecías de Cristo sobre sí mismo confirman su doctrina

-La Profecía es posible

Profecía es una predicción infalible de algún hecho futuro contingente, que no se puede presagiar por las solas causas naturales.

Indicadnos las señales del porvenir, y sabremos que soi
 

<- Volver  1  2  3  4  5  6  7  8  9 Siguiente -> 

En total 14013 visitantes¡Aqui en esta página!
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis